Foto. / Nacho Machín
Foto. / Nacho Machín

Cuba en el mapa del parkour

Andrés David Brunet Díaz y Arturo Pérez Romero ganaron el primer lugar del Film Festival


“¡Men, tenemos todo para ganarlo! ¡Podemos hacerlo!”.

Así le comunicaba una tarde Arturo Pérez a su colega Andrés David Brunet, al ver en Internet la convocatoria del Parkour Film Festival, por su nombre en inglés.

Es un deporte, con mayor o menor dimensión artística, pero siempre con una misión: ir de un punto a otro del entorno natural de la forma más eficiente y sencilla posible saltando obstáculos.

Este evento, organizado anualmente desde 2015, es el más grande de su tipo. El encargado de su patrocinio es The Motus Projects, proyecto deportivo que tiene su sede en el Reino Unido de Gran Bretaña.

Desde junio de 2022 se realizó la promoción al festival de ese año: el reto propuesto era hacer un pequeño filme de 15 a 30 minutos de duración. Los resultados se conocerían en diciembre, aunque fueron atrasados hasta enero.

Las técnicas de este deporte no serían lo más importante en la evaluación del contenido, sino la historia, creatividad cinematográfica y edición de los audiovisuales.

“Nunca se perdió el optimismo. Lo hicimos en tiempo récord porque cuando decidimos empezar a grabar lo que nos quedaba eran dos meses para todo. Fue una batalla, apenas dormimos. Era una constante de trabajo todo el tiempo”, cuentan estos jóvenes.

El resultado fue casi increíble: ¡se llevaron el primer lugar!

Los miembros de Overway lograron su triunfo sin tener una instalación propia. / Cortesía de los entrevistados

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Sus inicios se remontan a Francia, durante la década de los 80 del pasado siglo. Allí, una banda de jóvenes en la periferia de París, conocidos como Los Yamakasi, se lanza a cumplir ciertos retos acrobáticos en las estructuras de la ciudad.

Pasado los años, el parkour no se quedó solo en los barrios franceses, se expandió poco a poco hacia otras latitudes. Han sido creadas academias para su práctica, como en España, y han llegado a organizar torneos mundiales en diversas formas y al día de hoy –esta disciplina que se asocia frecuentemente con la gimnasia– busca dar el salto a los Juegos Olímpicos, uniéndose con otras igualmente menos tradicionales como el surf, la escalada y el skateboarding.

Como hace cuatro décadas, pero en diferente escenario, Cuba ve nacer en barrios y calles su práctica, ganando adeptos, sobre todo jóvenes. Religiosamente, cada domingo decenas de ellos se disponen a realizar sus piruetas y saltos frente a la vista de los transeúntes, quienes, nacionales y turistas, se acomodan a grabarlos, tomarles fotos y llevarse un recuerdo de sus habilidades.

Overway es el nombre de uno de los grupos que, hace un año y medio, se acoge a la comunidad de tal ejercicioen nuestro país. Arturo, creador de la iniciativa, explica que el nombre se inspira en el eslogan inglés Make your own way (haz tu propio camino, llevado al español), simbolizando la búsqueda constante de nuevas formas para superar obstáculos y dando una perspectiva más creativa y novedosa en su práctica.

“Overway surge como una herramienta y un portal hacia las personas para que vean como es el parkour, con sus tendencias en el mundo y los diferentes estilos”, prosigue.

Mis entrevistados tienen 21 años. Ellos son las figuras de este grupo, que, como otros muchachos, se reúnen cada domingo a practicar sus habilidades, según se los permiten sus horarios laborales. Arturo trabaja como mecánico junto a su hermano en un taller de autos. Por otra parte, Andrés se dedica de manera independiente a la creación de animaciones y efectos visuales en el panorama 3D.

Como el resto, no precisan de más medios que un par de zapatillas y ropa cómoda, algo usada, para ejercitarse. Nada de marcas ni lujos. Entre ellos no existe un mejor, sino una integridad.

“Nos integramos muy bien porque somos estilos diferentes. Arturo trabaja mucho con los pies, ahí él tiene una coordinación espectacular. Yo tengo otro tipo de movimientos que son casi lo opuesto. Y eso nos complementa en nuestros videos porque los hace más dinámicos”, cuenta Andrés, quien lleva haciendo sus flips desde el 2015.

La dupla trabaja en conjunto hace más de un año y, en medio de sus ejercicios, recibieron hace poco la ya mencionada mayor noticia de su carrera.

Andrés David Brunet lleva en el parkour desde 2015. / Cortesía de los entrevistados

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“Dios mío, esto es algo surreal”, así fueron las primeras palabras de Arturo tras conocer el fallo del jurado.

Cuando se dan a conocer los resultados del Festival hace unas semanas, aparecían inicialmente posicionados en el segundo escaño. Sin embargo, con el decursar de los días, quienes ocupaban el primer lugar, fueron descalificados por haber presentado un trabajo ya realizado un tiempo atrás. Ahí, Andrés y Arturo, se convirtieron en los ganadores.

Arturo Pérez, como otros muchachos, ejercita cada domingo sus habilidades. / Cortesía de los entrevistados

“Pensamos que habría regionalismo. Que existiría diferencia de escenas en cuanto al gran desarrollo de estas personas de otros países, con las que tenemos aquí. Al final todo se logró. Fue una lección: que todo se puede hacer sin importar cómo”, relatan.

A diferencia de otras naciones, en las que existen academias y parques temáticos, la práctica de este ejercicio en Cuba se torna un poco complicada. El entrenamiento no es obra fácil y, ante la ausencia de una instalación propia, los miembros de Overway se auxilian del mobiliario de parques y otras zonas de La Habana Vieja para sus ejercicios.

“Las personas dicen que nosotros rompemos las cosas; sin embargo, somos los que más tenemos que cuidarlas, no solo por educación ciudadana, sino porque no tenemos nada”, me relata Andrés, mientras busca la zona ideal para comenzar su rutina dominical.

Unido a la escasez, también se hallan los prejuicios sociales frecuentemente asociados a quienes la ejercitan. El menor de los insultos que podría escuchar uno de estos muchachos es: “Lo único que saben hacer es partirse la cabeza”. Si bien las ofensas han ido mermando con el paso del tiempo, aún los estigmas existen y hay quien les pone el mote de delincuentes.

Te dicen: “Haces parkour porque estás entrenando para robar. Eso es lo típico, algo a lo que la comunidad se ha acostumbrado y ya aprendes a ignorar y no hacerle caso a esos comentarios que nada tienen que aportar”, explica Andrés

La preparación de estos muchachos para el evento resultó apurada. “Disponíamos de pocos días para filmar. Trabajábamos entre semana, y entonces los domingos y algunos escasos sábados es que podíamos grabar. Al principio, cuando lo visualizamos, lo vimos como algo imposible”.

Sumado a la premura del tiempo y al poco mobiliario para su ejercicio, tuvieron que afrontar la escasez de recursos técnicos.

“Cuando nos dimos cuenta que teníamos solo una cámara y un teléfono para poder grabar nos dijimos: hay que hacer todo perfecto a la primera.

“Había que ahorrar la carga de la filmadora porque era una sola y no de muy buena calidad. Tuvimos que usar técnicas a la hora de editar con inteligencia artificial y aprender mucho para que el video tuviese una resolución más alta”, rememoran.

La misión del parkour es ir de un punto a otro de for-ma eficiente y sencilla saltando obstáculos. / Cortesía de los entrevistados

Han pasado los días desde aquel veredicto que los declaró campeones y, aunque lo surreal de Arturo parece haberse desvanecido, aún queda una sensación de sorpresa en el ambiente tras el resultado.

“Se siente muy raro porque no era algo que esperábamos. Después de tanto esfuerzo y con el optimismo nos alcanzaba para anhelar un cuarto o quinto lugar. No esperamos que le fuéramos a ganar a rusos, ingleses, estadounidenses y muchos otros talentos. Ahora lo vemos como un impulso”.

Es más que un entretenimiento para esta dupla que vio en los personajes de la película francesa Sector 13 a sus primeros referentes.

“Es una de las maneras que podemos llevar el deporte a lo más creativo posible. Tratamos de usar todo lo que sabemos, fusionarlo con el parkour y crear cosas nuevas todo el tiempo.”, relata Arturo, quien desde sus tiempos de la secundaria en Marianao ya veía algunos videos de su amigo a través del teléfono de un conocido y añoraba contactarlo.

Andrés y Arturo festejan su logro, a la vez que presumen de los poderes ocultos del optimismo y la fe. Y me pregunto, ¿cuántas veces en el mundo del deporte la voluntad no ha ganado batallas?

Les veo seguir entrenando. No hay tregua para descansar y buscan perseguir aprendiendo, y ganando más, ¿por qué no?

Antes de irme, Andrés se me acerca y me hace una última confesión: “Mi mayor satisfacción es saber que Cuba está en el mapa del mundo en cuanto a parkour se trata”.

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