Por nuestro bien ganado prestigio y exitosa participación en la ONU, Miguel Díaz-Canel ha recibido en los Estados Unidos, muestras de apoyo y simpatías

No ha pasado inadvertido para el mundo la creación por Cuba de cinco candidatos vacunales contra la Covid-19. Ese colosal esfuerzo fue reconocido, este 22 de septiembre de 2023, a propósito de la sesión 78 de la Asamblea General de la ONU: El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, felicitó a Cuba por el desarrollo de vacunas propias frente a la pandemia. También manifestó como muy meritoria la labor de nuestro país a la hora de ayudar a los demás.

Y esa es la Cuba que despierta simpatías, esa la que desata pasiones y nunca esa otra, demonizada por una lista falaz sobre supuestos países patrocinadores del terrorismo. Ahora, cuando el presidente cubano Miguel Díaz-Canel está en Nueva York, no podía ser diferente. El mandatario participó este 23 de septiembre en un acto de respaldo a nuestro pueblo y al de Venezuela, organizado por movimientos solidarios estadounidenses.

El eco de sus palabras nos llega gracias a Cubadebate. El fotorreportero Alejandro Azcuy Domínguez cuenta como Díaz-Canel le manifestó al auditorio que se está “luchando por un mundo mejor que es posible”. Asimismo destacó el valor de la solidaridad para los pueblos, inmersos en las tareas del desarrollo en medio de la agresividad de la Casa Blanca. (1)

“Gracias por acompañar la lucha del pueblo cubano contra el bloqueo del gobierno de los EE.UU.”, expresó, al tiempo que agradeció el apoyo que proporcionaron a Cuba cuando quisieron aislarla en ocasión de la Cumbre de las Américas, así como las sistemáticas acciones que realizan contra el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Washington.

A una multitud eufórica de amistad, le explicó que Cuba intervino ante la ONU en su condición de presidente pro tempore del G77 y China. “Hablamos por los países del Sur, de sus éxitos y desafíos en la lucha por el desarrollo y la justicia”, e igualmente criticó el modelo económico actual, que garantiza condiciones de vida fastuosas para una minoría a costa de mantener a la mayor parte del mundo en medio de privaciones de todo tipo, con déficit de alimentos, empleo, servicios de salud y otras dificultades que son consecuencia del subdesarrollo. Por todo lo anterior, defendió que los pueblos tienen derecho a elegir su destino sin injerencia ni imposiciones extranjeras.

Nada que temer

Unas horas antes, el también Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, al dirigirse al personal de la misión permanente cubana en Nueva York, se encontró amistosamente en plena calle neoyorkina, en la esquina de Lexington y 38, con un heterogéneo grupo que vitoreaba a Cuba y pedía el fin del bloqueo. Ahí, en pleno corazón del monstruo, como habría dicho José Martí, estaba el dirigente cubano para reafirmar que la amistad y el sentido común no se pueden bloquear.

Que el amor puede más que el odio y que Cuba no está sola. Fue, además, constatación de que la delegación cubana obtuvo una gran victoria en su presentación en la Asamblea General de la ONU. Y que habló no solo en su nombre sino en nombre de las naciones del Sur sufrido y constantemente golpeado. Pero, como se ha visto en el plenario, ya los pueblos se están sacudiendo del nefasto tutelaje del capital exigiendo una trasformación radical del orden financiero internacional vigente.

Sí, ahí en Lexington y 38, Díaz-Canel fue a saludar personalmente a esos norteamericanos de buena fe: “Muchas gracias por la solidaridad, muchas gracias por el apoyo y muchas gracias por estar aquí con nosotros”, les dijo.

De todos ellos, una mujer le reciprocó con: “Gracias a Cuba, por ser un ejemplo de lo que una sociedad humanista, con valores revolucionarios, debe de ser. Gracias a Cuba por ser esperanza alrededor del mundo y globalizarla, por darnos la oportunidad de ver lo que es posible y lo que es necesario”.

Andando con Martí y Varela

Esta reportera cuando vio las imágenes del suceso, difundidas por la red social X, no pudo menos que sentir admiración por esos hombres y mujeres que saben de las imperfecciones de la tierra donde viven y que, en un acto de valentía, defienden a aquellos que tienen en sí “el decoro de muchos hombres”, para decirlo con palabras de nuestro José Martí, el mismo que en su tiempo de exilio y lucha, caminara y relatara lo vivido en esas mismas calles neoyorkinas.

A pesar de la malévola propaganda anticubana, tenemos entre ambos pueblos cosas comunes que se remontan a la estadía en esa tierra del presbítero Félix Varela, a quien Díaz-Canel homenajeó en esta oportunidad en la Iglesia de la Transfiguración, de Brooklyn. Con 35 años, Varela viaja a los Estados Unidos para iniciar un tenaz trabajo propagandístico a favor de la libertad cubana. Con esos fines funda en Filadelfia el primer periódico independentista llamado El Habanero (1824–1826) y allí dejó sentado para la inmortalidad: “Desearía ver a Cuba tan isla en lo político como lo es en la naturaleza, (…) Cuba no debe esperar ya nada de España… ni de nadie, debe liberarse por sí sola (…)”.

También esa admiración por Cuba viene de cuando Martí el más universal de los cubanos dejara una profunda huella en la ciudad de Nueva York, la misma que lo ha incluido en el New York Writers Hall of Fame, un selecto club que concede su membresía a escritores vivos o muertos que hayan marcado la historia cultural de esa ciudad bulliciosa y terrible.

Sí, el ilegal y extenso bloqueo ha sido y es una violación del derecho internacional y, aun con todas sus consecuencias, Cuba continúa dando sobradas pruebas de que está presta a tender su mano a quien respete y valore nuestra soberanía e independencia. Por eso también tenemos muchos amigos en Nueva York.