De cara al campo

Estratégico para el país, no descuidar al entorno rural


Para quienes habitan comunidades o asentamientos rurales de Cuba, es obvio que lo analizado por el Consejo de Ministros a principios de este mes puede resultar no solo interesante sino también alentador, en dependencia del seguimiento que, con decisiones y realizaciones concretas, se le conceda en lo adelante al asunto.

Hablo específicamente de la necesidad de emprender “acciones para recuperar todo lo que la Revolución ha desarrollado con relación al campo”.

En esos términos resumió el periódico Granma la voluntad presente al más alto nivel, para rescatar o potenciar infraestructuras existentes en comunidades rurales, a fin de revitalizar servicios básicos, fundamentales.

Enhorabuena. Bienvenido sea todo ello pues en el contexto socioeconómico actual, y bajo cualquier circunstancia, incluso las de mayor esplendor en todos los ámbitos, siempre el campo será determinante para la vida y para los destinos del país.

La educación, uno de los ámbitos donde bajo ningún concepto se puede retroceder en el campo. / Pastor Batista.

Baste conocer que renglones de primera necesidad o demanda como la leche, o de importancia estratégica para el consumo nacional y las exportaciones, como el tabaco (por apenas mencionar dos productos), descansan de forma prácticamente total en manos campesinas.

Similar es el panorama en torno a los granos, viandas, hortalizas, carne de cerdo, café, frutales, miel de abeja…

Pero nada de eso brota espontáneamente del suelo, por vocación de la naturaleza. Se necesitan brazos que labren la tierra, planten, limpien, fertilicen, acopien, ordeñen… produzcan.

¿De dónde, si no del agro, tienen que seguir brotando el grueso de los alimentos que necesitamos todos? / Pastor Batista.

Trasladar desde la ciudad, a grandes distancias, hombres y mujeres que realicen tales labores, es algo no solo contraproducente, sino impensable.

Mantener poblado el campo deviene, por tanto, necesidad y no precisamente con un sentido utilitario o para explotar a esas familias en aras del bienestar de quienes habitan la ciudad.

Quienes llevan sobre hombros allí la producción de alimentos tienen todo el derecho, también, a vivir en condiciones dignas, favorables, atractivas, de manera que migrar hacia el pueblo no devenga sueño, opción primera o peor aún: obligada necesidad.

Muchos consultorios médicos rurales, como este, conservan vitalidad, pero ojo con los detalles. / Pastor Batista.

No por casualidad, la Revolución siempre le concedió relevancia especial a principios o conceptos como el de la alianza obrero campesina y a lecciones como las dejadas por Lenin en su ensayo titulado A los pobres del campo.

Es justo admitir, sin embargo, que con la entrada del país en el Período Especial (años 90) se vieron perjudicados programas de amplio alcance social en el entorno rural.

Servicios básicos como los de transporte, comunicaciones, salud, comercio, estado de caminos y viales en general… fueron siendo, cada vez más, blanco directo de las adversas condiciones que desde entonces tuvo que enfrentar la nación.

Hoy, por ejemplo, según el periódico Escambray, más de 50 por ciento de los caminos rurales y de montaña en la geografía espirituana están en mal estado.

A nadie se le ocurriría negar la crudeza con que repercutió sobre cientos, tal vez miles de comunidades y zonas rurales cubanas, el desmonte de centrales azucareros, cuya infraestructura productiva resultaba vital para la vida social y económica de las familias en todo el archipiélago.

Para consultorios médicos, escuelas, bodegas, círculos sociales o recreativos, farmacias, merenderos o cafeterías, policlínicos rurales, instalaciones deportivas rústicas… la situación fue cambiando y no precisamente para bien.

Ello explica, en parte, por qué entonces muchas familias abandonaron su hábitat originario y sobrevino un éxodo triplemente nocivo, como mínimo.

Se sabe que, primero: muchas zonas rurales quedaron prácticamente despobladas, con muy poca o prácticamente ninguna fuerza de trabajo. Segundo: por esa misma causa, la economía resultó afectada en grado ascendente. Y tercero: sobre la ciudad fue cayendo un torrente de familias, con incidencia directa en asuntos de empleo, escuelas para niños, atención médica,  bodegas, vivienda…

Basta echar una ojeada en áreas periféricas urbanas para constatar la expresión viva del “llega y pon” mediante casuchas, a medio terminar o sin concluir, muchas de ellas ni siquiera habitables aún, sin servicios de agua o alcantarillado, donde muchas veces conviven personas, equinos, perros y otros animales, en medio de todos los riesgos higiénico-sanitarios que ello entraña.

Nada impide que apartadas comunidades tengan, al menos, algo así para los niños. / Pastor Batista.

Por eso –también– es tan importante rescatar o revitalizar todo cuanto se pueda ese universo que la Revolución creó en el campo, no solo para que retornen a él parte de quienes un día partieron –algo nada fácil hoy– sino para mejorar las condiciones de quienes allí viven y asegurar una estabilidad familiar, laboral, social.

¿Qué sería de empresas agropecuarias como La Cuba, en Ciego de Ávila, sin la existencia de una potente fuerza para atender las extensas plantaciones de plátano y otros cultivos?

Cuando se trabaja bien y se tienen en cuenta todos esos detalles, tales objetivos son logrables. Pienso en aquellos duros años de Período Especial, cuando la agricultura de Las Tunas quedó casi sin fuerza de trabajo y, designado para formar la División Mambisa Mayor General Vicente García, un honroso tunero llamado Róger Enrique Mastrapa se propuso “sembrar al hombre junto al plantón” y logró que cientos de obreros movilizados para ese contingente decidieran quedarse definitivamente en el campo.

Los viales, indispensables para todo. / Pastor Batista.

Y acuden, con una mezcla indescriptible de orgullo y de nostalgia, dos afirmaciones de Fidel en la clausura del III Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), el 18 de mayo de 1967:

“Darles duro en la agricultura a los yankis es derrotar el arma principal, o una de las armas principales, que han estado empleando contra nuestra Revolución, que es el arma del bloqueo económico, es decir, el arma del hambre… 

“Algún día todos nuestros campos estarán electrificados, algún día todos nuestros campos estarán llenos de pueblos, donde tendrán agua corriente, electricidad, cocina de gas; en que los muchachos no tendrán que caminar dos kilómetros, irán a la escuela desde por la mañana, y allí tendrán el desayuno, el almuerzo, la comida; se pasarán el día en la escuela, regresarán a la casa por la noche; la batea se acabará; la cargadera de agua se acabará; la velita y el farol se acabarán; la vida de los niños será mil veces mejor; la vida de las mujeres será incomparablemente mejor…” 

Naturalmente bello, convirtamos el entorno montañoso en el preferido para vivir por miles de familias. / Pastor Batista.

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3 comentarios

  1. La vida rural en pequeñas fincas es muy importante porq son personas q aman la tierra y luchan por ella sólo necesitan apoyo y un lugar importante en la sociedad no es la misma situación la de los trabajadores agrícolas q a la larga sino están motivados emigran por buscar otros incentivos son dos cosas diferentes y al vivir en edificios ya no se sienten de campo y quieren vivir en la ciudad además hay q desechar la opinión q se dice en muchos lugares de q para tener oportunidad de mejora hay q ir para la ciudad

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