Del libro impreso a la “lectura” digital: luminiscencias de una editorial holguinera

Vale la pena el esfuerzo de subir la enredada escalera que conduce al piso superior de la casona situada en los altos del número 121, de la calle Maceo, en Holguín. Arriba, La Luz reverbera, se propaga y multiplica, en una suerte de encantamiento creativo que parece no tener límites. Suerte para los amantes del arte y la literatura, y para quienes precisan de lo espiritual tanto como el pan nuestro de cada día.

Desde el lobby, repleto de cuadernos para diversos gustos, todo es luminiscencia, incluyendo la equilibrada estética de la decoración y la amabilidad de quien recibe al visitante. Es un espacio algo amplio si no hay eventos grandes, pero si es época de Feria del Libro o está andando el Premio Celestino de Cuento, el vestíbulo se torna estrechísimo para tantos ojos que quieren ver al conferencista o presentador.       

En uno de sus espacios habituales, la peña Atrapasueños, presentando el libro Alicia maravillada, de Héctor Luis Leyva. / Archivo de la editorial

Parece poco tiempo 25 años, si se mide como una vida humana; pero si tomamos en cuenta que se trata de una institución cultural presupuestada, y si esa institución es una editorial (en tiempos donde la lectura se pone en entredicho, y en un momento en que la crisis económica alcanza y amenaza a la letra impresa), un cuarto de siglo en constante ascenso es momento cumbre, de celebración y de interiorizar que la obra construida debe protegerse e impulsarse.

Literatura “a la moda” digital

El penúltimo día de Romerías, en mayo de 1997, con la presentación del poemario Bufón de dios, del escritor holguinero José Luis Serrano, quedó plantada la semilla de lo que sería luego Ediciones La Luz, la casa de la joven literatura cubana y uno de los sellos editoriales más reconocidos del país.

En la actualidad, su catálogo cuenta con más de 300 títulos en todos los géneros: poesía, narrativa, ensayo, teatro, investigación, literatura infanto-juvenil. Y aunque se debe a las voces jóvenes, también edita libros y dedica espacios con el propósito de rendir homenaje a grandes de las letras, dentro y fuera de Cuba.

Entre los títulos de autores foráneos sobresalen El libro de los abrazos, de Eduardo Galeano; la antología poética En el último día del mundo, de José Emilio Pacheco; Aullido y otros poemas, de Allen Ginsberg; Como un cirio dulcemente encendido, poesía completa de Gastón Baquero; y Purple traffic, de Emily Dickinson.

La colección Quemapalabras es una muestra de la incursión de la editorial en el mundo del audiolibro. / Archivo de la editorial

Con un trabajo sistemático en redes sociales y la incursión en otros formatos como audio-libros, cápsulas audiovisuales, podcasts… Ediciones La Luz marcha a la vanguardia de la promoción literaria en el país, consolidando alianzas con otras instituciones culturales como la radio provincial y la compañía de narración oral Palabras al viento.

Esos fueron algunos de los atractivos que enamoraron a la joven periodista Lilian Sarmiento Álvarez, quien estuvo tras la gestión de las redes digitales de La Luz hasta hace muy poco, y quien, sin proponérselo inicialmente, formaría parte de la promoción literaria de la institución moderando paneles y conferencias, lo cual la ha hecho crecer como profesional.

“Allí aprendí que la literatura no está muerta y si alguien piensa que lo está, a la altura del año 2022, es porque no ha sabido buscar las vías, los caminos para que la gente siga interesada por la lectura, en medio de entornos tecnológicos tan absorbentes –reconoce–. Eso es lo que logra La Luz: que la literatura, además de ser impresa, se pueda llevar en el celular, se pueda tener como pegatina en una agenda, o coleccionar como una postal. Todo eso conforma un producto que va más allá del libro y del hecho de leer. Así se incentiva a la gente a acercarse a un autor o a una obra”. 

No imaginó el poeta y editor Luis Yuseff Reyes, director de la editorial, que su labor al frente de La Luz aglutinaría a tanta gente enamorada de sus proyectos; esa misma gente los enriquece a diario y ayuda a multiplicarlos. Hoy se enfocan en consolidar los que ya han iniciado y en “continuar ampliando el catálogo de literatura infanto-juvenil con la colección Espejo, que es cada vez más buscada y querida por los autores y por los niños lectores”, explica.

Ediciones La Luz se enriquece con el talento de jóvenes de diversas especialidades, lo cual conspira en favor de la calidad de la promoción literaria. / Archivo de la editorial

Cuando piensa cuánto significa esta obra colectiva que dirige, Yuseff expresa: “No concibo un día sin levantarme temprano, hacer la primera taza de café y salir a Ediciones La Luz, no a mi trabajo, sino a donde está la luz. Nuestro mayor impulso es la cantidad de autores jóvenes que cada año se integran a la sección de literatura de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), y ver que cada vez hay más narradores aspirando a ganar el premio Celestino de cuento, y mayor cantidad de títulos todos los años optando por formar parte del catálogo de nuestra editorial”.

Autores bajo la luz

“No todas las editoriales se arriesgan con el primer libro de un autor. No todas apuestan por un perfecto desconocido con su manojo de poemas –advierte el escritor holguinero Moisés Mayán–. En mi caso, Ediciones La Luz hizo la diferencia. De repente, a mis 24 años, me encontré en la Feria del Libro de La Habana, bajo las ciclópeas estructuras de La Cabaña presentando un cuaderno con mis versos. ¿Puede existir algo más conmovedor? Me sentía un poeta en su plenitud mientras aferraba aquel modesto ejemplar en blanco y negro de apenas 50 cuartillas. La cáscara de lo inédito se hacía añicos frente a mi asombro, y todo gracias a Ediciones La Luz.

“Un cuarto de siglo después de su fundación, no puedo sino experimentar un orgullo benéfico, no de aldeano vanidoso, sino de hombre agradecido que ve cómo se alza inalterable, contra todos los vientos, el palacio de la joven poesía cubana”.

El escritor y crítico de arte Maikel José Rodríguez Calviño concuerda con Mayán y asegura que el sello editorial de la AHS en Holguín le ha dado lo más importante que puede tener un autor: lectores.

“La Luz se preocupa por el divertimento y el aprendizaje de las nuevas generaciones, lo cual es encomiable, plausible, muy necesario y absolutamente maravilloso –opina el autor de Monstruos, pequeño inventario y de Fantasmacromía–. Nada se compara con la sonrisa que provocan los libros infantojuveniles de La Luz en el rostro de un niño o un adolescente, o con el cosquilleo que te produce en el corazón el saber que los chicos buscan tu libro, lo compran, lo leen y disfrutan. Cada uno es un punto de partida, una aventura que comienza, la promesa de un viaje… La Luz lo sabe, e ilumina el camino”.

Durante 25 años, el sello editorial ha logrado una gran diversidad de textos, que incluyen todos los géneros literarios. / Archivo de la editorial

Sobre ese camino ha orientado sus pasos la periodista y editora Liset Prego Díaz en los últimos tiempos. Después de trabajar siete años en el semanario ¡ahora!, se abrieron para ella las puertas de La Luz. Allí vio nacer su primer libro, La casa de los gatos perdidos, y ha ayudado a otros autores en el camino de la realización de sus obras, con su trabajo de edición y promoción de la literatura.

“El enfrentamiento constante al error propio y al ajeno puede ser extenuante –dice la editora–; pero cuando uno ve la gratitud de las personas que llegan hasta nuestra sede, a los autores cuando ven sus libros salir de la imprenta, cuando se presentan estos títulos en diferentes espacios… esas cosas son inconmensurables. Y sentir cómo se acompañan las ideas de cada uno y se impulsan para la obra colectiva más hermosa, más luminosa, eso no tiene comparación con nada. Eso es la realización. Eso es la belleza”.

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