¿Dónde coloco la cámara?

Pensemos en esta interrogante antes de crear la realidad de una imagen fotográfica fija o audiovisual que debe transmitir un mensaje en su texto y su contexto


Infinidad de historias nos sorprenden cada día. A veces pensamos: “imposible imaginar lo visto en ese relato audiovisual. ¿Es posible que ocurra algo así? Y se veía clarito, clarito, el llanto de la acongojada mujer”.

Por doquier los seres humanos están sometidos constantemente a producciones mas mediáticas. En ellas predomina una continua e inseparable relación entre las imágenes y los valores lingüísticos, pues todos los elementos se interrelacionan dramatúrgicamente mediante convenciones genéricas y conforman lenguajes con diferentes códigos y señales.

A velocidades impensadas se multiplican cámaras, micrófonos, imágenes, planos, efectos especiales. Unos y otros construyen la “verdad” sobre hechos, situaciones, conflictos. Sin ningún límite, las informaciones, los contenidos y el entretenimiento son entregados a domicilio. Las personas asimilan, negocian o rechazan lo ofrecido, la apropiación y el uso de cada mercancía depende del gusto, del interés, de la subjetividad personal.

Pocas veces pensamos, o por lo menos no tanto como lo merece el asunto, en cuánto influye la dirección fotográfica en el ver que nos proponen ficciones, documentales, noticieros, revistas… En fin, cualquier relato audiovisual concebido para el cine o la televisión.

Utilizar una cámara sofisticada o moderna de ningún modo garantiza: “dejar subir solo el detalle hasta la conciencia afectiva”, como de manera oportuna advirtió el lúcido Roland Barthes.

Nunca puede perderse de vista que el artista de la fotografía no copia la realidad, la crea. Esta perspectiva es esencial para lograr convencer, seducir, interpretar lo que ocurre y cómo ocurre.

Sin embargo, constantemente se viola este principio vigente para el fotoperiodismo o cualquier otro género. Si antes hablábamos de la imagen hoy hablamos de la visualidad.

No siempre la TV tradicional establece jerarquías en la estrategia comunicativa de lo visual. Técnicos, artistas, periodistas, realizadores, los implicados en la puesta audiovisual y en la foto fija deben ser conscientes de que los medios son una realidad productora de cultura; instauran modelos e influyen en la preferencia y la sensibilidad de los públicos.

Lo que la cámara ve influye en el cumplimiento estricto de la ley de la verosimilitud (lo que impresiona por su verdad, aunque nunca haya sucedido).

Cuando una narración no responde a los principios de verdad y verosimilitud, es falsa. Presentar los conflictos de los personajes y sus respectivos caracteres, en armonía con los acontecimientos, requiere pericia dramatúrgica. Caracterizarlos constituye un arte complejo: qué dice, cómo lo dice, para quién lo dice.

Esto tiene que ver con la ubicación temporal y espacial desde donde se cuenta el relato.

Existe una pregunta fundamental en ocasiones ausente de la labor creativa del fotógrafo o la fotógrafa: ¿dónde coloco la cámara? Al parecer simple, pero llevarla a la realidad requiere técnica, investigación, saberes, cultura, experimentación.

Seleccionar el punto de vista, ese acto que precede, incluso, a la acción de mirar por el visor, ya implica una selección de editor, una postura activa, crítica, propositiva. Reflexiones: el autor de una fotografía debe ser artista antes que fotógrafo. O sea, debe ser primero creador y luego reproductor de la realidad.

La Habana, 1986. / Humberto Mayol

Un ejemplo del deber hacer en la práctica, lo patentiza Humberto Mayol, en documentales del Proyectos Palomas que cuentan historias intensas, movilizadoras, participativas, donde la emoción se implica al ver lo que ve la cámara desde dimensiones antropológica, psicológica, social.

La TV media entre la elaboración del conocimiento de la realidad y el acto perceptivo de los sujetos que evalúan esa realidad.

Cada fotografía es un mensaje con su texto y su contexto. El texto es significante y significado y el contexto referente y paradoja.

El encuadre, la medición de la luz y de la velocidad, la composición, los contrastes, son cuestiones técnicas importantes, pero no bastan para lograr una fotografía verosímil.

Reflexionemos: la fotografía de prensa no puede estar ajena a la relación creador, obra, públicos. Este requerimiento tan obviado, en ocasiones, influye en la acción de compartir ideas y revelar valores mediante el quehacer de intérpretes que, dados sus desempeños, contribuyen al acto reflexivo y a la educación del pensamiento en tanto experiencia estética transformadora de nosotros mismos, del vecino, de la sociedad.

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