Una ola migratoria «sin precedentes» vuelve a desafiar las relaciones entre los países del área
El viaje al norte de una mujer de 20 años terminó de forma trágica durante el invierno de 2023. La Patrulla Fronteriza la encontró “boca abajo sobre la arena”, cerca de una autopista de Nuevo México. Los coyotes (los traficantes de personas) que la habían cruzado a Estados Unidos la abandonaron la noche anterior.
Este es solo uno de los fallecimientos de inmigrantes irregulares documentados recientemente. Las historias llegan a cuentagotas, pero conforman un mar de víctimas en ese territorio, que ya es uno de los más peligrosos.
Por si fuera poco, el número de detenidos en los cruces fronterizos aumentó durante diciembre. Y una caravana de miles de personas salió desde Chiapas con el mismo destino. En pleno invierno, familias enteras intentaron cruzar México en condiciones paupérrimas.
Ante la agudización del problema, una delegación de Washington tuvo que visitar al presidente Andrés Manuel López Obrador. Los secretarios de Estado, Antony Blinken, y de Seguridad, Alejandro Mayorkas, acompañados por la asesora de Seguridad de la Casa Blanca, Elizabeth Sherwood-Randall, tuvieron un nuevo encuentro cara a cara. Como resultado, dejaron varios acuerdos, entre ellos la intensificación de los esfuerzos para “interrumpir la trata y las redes criminales”.
Este problema es una pescadilla que se muerde la cola. Los comentarios desatinados de figuras públicas como el gobernador de Texas, Greg Abbott, con sus anuncios de deportaciones, cacerías y la construcción de barreras, o las declaraciones controvertidas de Donald Trump, parecen predecir un empeoramiento del problema.
Pero ¿por qué la situación se ha agudizado en forma tan notable tras la crisis de los años 2008-09? En períodos anteriores, los sitios limítrofes se mantenían permeables para permitir el flujo de ciudadanos.
Un encuentro entre diversos mandatarios celebrado el pasado 22 de octubre, a instancias de México, trató de abordar la dificultad en los países de origen. Los firmantes ubicaron varias de las causas estructurales de la cuestión: a nivel interno, factores políticos, económicos, sociales y los efectos del cambio climático; además, “externos como las medidas coercitivas de naturaleza indiscriminada –dictadas desde EE.UU. – que afectan a poblaciones enteras”.
En paralelo, el encuentro planteó modificar la arquitectura financiera de las deudas para permitir que las naciones de ingresos medios puedan cerrar sus brechas sociales y aplicar medidas orientadas a incrementar la actividad agrícola con el objetivo de impulsar la autosuficiencia alimentaria y propiciar el comercio y la inversión intrarregional.
En la reunión se manifestó un cauto optimismo de traducir en acciones los compromisos y que la clase política estadounidense entienda el mensaje enviado desde el sur: un enfoque de “palo y zanahoria”, de muros, de cárceles y regulaciones nunca funcionará.