Ellas ponen las reglas

Apuntes sobre una expresión artística enlazada al periodismo, a propósito de la 23ª Bienal Internacional de Humorismo Gráfico que alternó, en este 2023, entre las urbes de San Antonio de los Baños y La Habana


Somos reidores por excelencia; a pesar de las carencias materiales y las múltiples dificultades de la vida diaria, en la espiritualidad del cubano siempre prevalece una dosis significativa de optimismo, entusiasmo y energía renovadora para afrontar la adversidad. Es común que, ante tales circunstancias, estalle la risa, incluso, la carcajada tras una broma o un chiste circunstancial.

El ministro de Cultura Alpidio Alonso inauguró en el Museo del Humor el 23º Salón Expositivo que contó con más de 170 obras de diversos países.

Pero el humor va más allá de esa jocosidad, a veces, salida de tono; su presencia en la mayoría de las manifestaciones artísticas sugiere que concebirlo implica perspicacia, originalidad, abstracción, creatividad y, especialmente, un estilo de pensamiento agudo, desprejuiciado, ágil en asumir ideas de hondo compromiso cívico para la colectividad.

Por tanto, hacer humor y regocijarse con él, deviene un poderoso ejercicio intelectual.

Cuba posee una larga tradición de humorismo –y humoristas- que ha trascendido a las artes escénicas, el audiovisual y las diferentes expresiones de la plástica.

El humor gráfico, en particular, comenzó a ganar preeminencia a partir del siglo XIX y en el decurso, se consolidó en publicaciones o secciones dentro de ellas, dedicadas a la sátira social y política, reconocidas como la simiente de nuestro más genuino humor costumbrista.

Figuras de notable relieve a lo largo de nuestra historia gráfica y visual refrendaron un lenguaje representativo y diferenciador de la identidad y cultura nacionales desde esta modalidad de creación, a medio andar entre el periodismo y el arte.

La presencia de mujeres creadoras en estos salones todavía es incipiente.

Recordados son los emblemáticos personajes El Bobo y El Loquito, de Eduardo Abela y René de la Nuez, respectivamente, devenidos instrumentos de lucha ideológica que burlaron la censura y criticaron a los distintos gobiernos de turno.

De entonces a la actualidad ha llovido bastante. Desde hace varias décadas, distintas generaciones de humoristas gráficos, de formaciones diversas, comparten un espacio común con propuestas repletas de riqueza estética y conceptual, tendientes a experimentar y renovar en torno a códigos formales tradicionales, sin desprenderse de su cometido como modeladores de la nacionalidad, en tanto críticos fustigadores de aquello que lacera y perjudica a la sociedad.  

Cita que se renueva y crece

A tono con esta sólida y consistente tradición surgieron las Bienales Internacionales de Humorismo Gráfico que acoge San Antonio de los Baños hace más de 40 años. La más reciente edición –la 23- alternó entre las ciudades ariguanabense y habanera, y puso sobre el tapete temas tan apremiantes como la violencia y estereotipos de género, el machismo, el lenguaje inclusivo y el empoderamiento femenino.

En nuestro gremio, ellas siguen siendo minoría.

El programa incluyó varias muestras y homenajes, en las cuales la presencia de ellas en el humorismo – pese a las muchísimas ausencias- ha tenido protagonismo como sujeto creador; tal es el caso de la exposición Rompiendo las reglas, de la ilustradora tunera Yanely Rodríguez Escamuchero. Igualmente, se recordó la obra de la periodista Mercedes Azcano y la diseñadora Miriam Alonso, ambas caricaturitas cubanas, fallecidas en 2021.

Más de 1000 trabajos se presentaron al concurso; de ellos, apenas un centenar resultó seleccionado para integrar el Salón Expositivo que, como cada bienio, presentó la obra de competidores foráneos y cubanos en el Museo del Humor.

La humanidad continúa cargando con los mismos conflictos, así lo evidencia esta obra de uno de los concursantes de China.

Sobre la base del lema Reírnos del machismo en serio, los participantes polemizaron en torno a las guerras y las armas de destrucción, los estereotipos de género, las desigualdades sociales, la pobreza, las consecuencias negativas de las redes sociales, la migración, tópicos que revelaron el enfoque decolonial y emancipador de los autores.

Hubo representación de todos los continentes, una de las más nutridas fue la de Irán, nación con una presencia significativa de creadoras en la vertiente de humor gráfico, en relación con otras regiones del orbe, según el criterio de la colombiana Adriana Mosquera Soto (Nani), humorista gráfica participante como uno de los jurados en el certamen.  

Asimismo, llamó la atención la originalidad y el valor artístico con que creadores reflexionaron sobre asuntos sensibles que conciernen a la mujer; no obstante, una vez más quedó al descubierto la escasa aportación femenina en materia de humor gráfico, cuya incidencia global sigue siendo una tarea pendiente por resolver.  

Esta edición 23 de la Bienal resultó una apertura hacia el legítimo y verdadero empoderamiento femenino. Pero, evidenció que todavía queda camino por recorrer en la búsqueda de alternativas viables a un fenómeno que, a escala planetaria, todavía se oculta a la sombra de ciertos silencios cómplices; aunque esfuerzos como los de esta cita intenten desmontar estereotipos sexistas, de género y prejuicios vinculados con la capacidad y aptitud creadora de las mujeres en las artes visuales y diversos ámbitos de la vida.


CRÉDITOS

Fotos. / Yasset Llerena

Comparte en redes sociales:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos