Elogio a una cofradía

En la red de librerías del país puede encontrarse el volumen Hacer y deshacer el amor. 7 narradores cubanos contemporáneos, comercializado en la 31ª Feria Internacional del Libro de La Habana, a principios del actual año


Leer cuentos es como gozar un chisme desde la irrealidad y el regusto por lo inverosímil. Deviene solaz repleto de alborozo y duda; más aún, cuando las historias vienen repujadas casi al estilo de la película del sábado: “lenguaje de adultos y sexo”, con exclusión de la “violencia” que suele revertirse en una que otra escena amatoria cargada de ardor carnal.

Fotocopia./ Roxana Rodríguez Tamayo.

Entonces, el acto de chismolectura toma un cariz diferente, picante, voluptuoso. Aparece el morbo siempre perturbador, eternamente impenitente; descubrir cada detalle, devorar cada página, ya no entiende de distracciones otras hasta alcanzar el punto final, allá por los remates de la última página.

En pinceladas, y a lo mejor hasta con empellones de por medio, cada cual hurgará entre sus recuerdos juveniles alguna historia parecida, cierta vivencia inmortalizada en la memoria.

Así se siente cuando, de un tirón, uno se impregna de los 14 relatos que conforman el libro Hacer y deshacer el amor. 7 narradores cubanos contemporáneos (Ediciones Unión, 2015). Disponible en la red de librerías del país desde que se comercializara en la 31ª Feria Internacional de Libro de La Habana, a principios de año; pero, si ya se agotó, nunca estará de más seguir el consejo que versa en las palabras finales del prefacio: “Si está bueno, pásalo”.

La selección y el prólogo corrieron a cargo del venezolano con carta de identidad cubana Alex Fleites (Caracas, 1954), quien desde su experticia como poeta, narrador, guionista de cine, editor y curador de arte, asumió y gozó el desafío de reunir en un mismo volumen a un grupo de amigos comunes –también, los suyos– para volver y (re)volver sobre cuentos de tema erótico amoroso.

Francisco López Sacha (1950), Arturo Arango (1955), Reinaldo Montero (1952), Leonardo Padura (1955), Miguel Mejides (1950), Luis Manuel García Méndez (1954) y Senel Paz (1950) son los cófrades de esta correría literaria que entretiene y hasta estremece desde sus muy particulares estéticas.

De izquierda a derecha los narradores: Miguel Mejides, Leonardo Padura, Reinaldo Montero, Senel Paz, Arturo Arango, Luis Manuel García Méndez y Francisco López Sacha. Fotocopia./ Roxana Rodríguez Tamayo.

Hacer y deshacer… parte de otras dos colecciones precedentes, de los mismos autores, separadas en un lapso temporal de un cuarto de siglo y, por supuesto, marcadas por las circunstancias y las realidades de cada época.

El primero de los cuadernos fue Hacer el amor (Editora Abril, 1985), el cual tuvo buena acogida de los lectores y la crítica especializada. “Aquel libro, que no pretendió ser un ejercicio de rigor académico o crítico, devino con el tiempo el primero donde aparecieron, como corpus de un nuevo momento de la literatura cubana, esos importantes autores”, reveló Fleites en el prólogo.

Pasados 25 años, volvería a confluir la misma pléyade de narradores en Deshacer el amor (2010), volumen editado en México por la Universidad Veracruzana que hilvanaría historias de desamor como temática central. Ese texto develó la progresión de cada uno en el oficio del escriba y su lugar preferente en el universo de la literatura cubana contemporánea.

Hacer y deshacer el amor, más allá de ser una juerga amistosa, volvió a cargar con una limitación extendida desde el primero de los libros: su rotundo sentido no inclusivo en cuanto a generaciones y enfoque de género.

No obstante, bien vale asumirlo como una lectura memorable, pues deviene experiencia literaria que reconforta, en tanto refrenda a cada uno de los autores en su diversidad estilística, sin llegar a desasirse de la coherencia que como escritores los singulariza.

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