Es el clásico

Santiago forzó el regreso a casa de la semifinal


Es difícil pensar que dejó de ser un clásico. Aunque algunos lo dudan, el Industriales-Santiago sigue teniendo un sabor diferente.

Ya no están Pacheco, Kindelán o Pierre, ni Germán, Padilla y Javier, pero el espectáculo trasciende las fronteras deportivas. Es un fenómeno social, una rivalidad entre dos culturas que se cuela hasta en la gente que no suele seguir la pelota.

Mi experiencia puedo contarla después de los tres partidos pertenecientes a la semifinal de la Serie Nacional 62 que se efectuaron en el Estadio Latinoamericano, instancia en la que Santiago forzó el regreso al Guillermón Moncada, tras vencer en dos de las tres ocasiones a Industriales, y poner el cotejo 3-2, aún a favor de los azules.

Aunque el resultado no fue el esperado por la afición de La Habana, hay que destacar que el show empezó varias horas antes de cada jornada. Carpas en varios sitios aledaños al Coloso del Cerro presentaron ofertas para comer y beber. Muchas cafeterías particulares también levantaron sus cifras de venta, gracias a los miles de aficionados que se concentraron en la zona. Niños, mujeres, familias enteras se acercaron y varias entraron al estadio.

Aún sin haberse dado el grito de play ball, las congas alentaron la grada, las mascotas hicieron lo suyo y los industrialistas cantaron coros, al igual que los santiagueros en respuesta. Y qué decir una vez iniciado el partido, el recinto se convirtió en una caldera.

Toda la banda de primera se cubrió, cual mar de espectadores orientales. Es verdad que, sin importar el rival, sobre la banca de los visitantes casi siempre se concentra un número importante de fanaticada antindustrialista, en su mayoría residentes en la capital. Pero con las Avispas la energía es más intensa. No se trata de un simple encuentro.

Así lo cree también el veterano lanzador santiaguero Alberto Bisset, quien vivió otras épocas, pero confesó a este periodista, cuando finalizó el tercer juego en el Latino, que «no hay partido igual en la pelota cubana. Es como Real Madrid-Barcelona en el fútbol español. El ambiente es distinto porque los dos equipos se entregan al máximo».

Cosas buenas

Afortunadamente pasaron cosas buenas a estas alturas del campeonato. Una de las más importantes fue que se pudo jugar de noche. Ello no solo garantizó mayor presencia de público en los estadios, sino que favoreció descanso y entrenamiento de los atletas.

Esto último es real y fui testigo cercano. En la final de la Serie Nacional 61, por ejemplo, ganada por Granma sobre Matanzas, se jugó en el horario vespertino y los peloteros apenas tenían tiempo para ponerse en forma. Lo presencié también en la decisión de la I Liga Élite, donde Agricultores venció a Portuarios.

Es cierto que falta pulir el alumbrado en algunas sedes, como el Victoria de Girón, instalación donde pudimos apreciar que varias zonas del terreno se veían más oscuras que otras. Y falta el empujón final en Las Tunas, única ciudad que vivió las semifinales de día, pero, según reportes que llegan desde allá, se trabaja para restablecer todas las torres.

Por suerte también se planificó un día más para el traslado, pues la rueda en Yutong ha sido extensa en los casos de las dos semifinales de la presente campaña: Las Tunas-Matanzas y Santiago-Industriales. No pocas horas de viaje.

Ideas sin dudas muy necesarias para rescatar la pelota cubana, que sufre un marcado deterioro, especialmente por la salida de atletas, lo que ha provocado un descenso prolongado del nivel. Ahora se incorporaron algunos sin necesidad de repatriarse (Yasmany Tomás, Rubi Silva), un indicio de la posible llegada de más peloteros cubanos que andan por el mundo acumulando experiencia.

Que todo sea por la salud de nuestro béisbol, declarado Patrimonio Cultural de la Nación.

Nadie lo dude. Siempre Industriales y Santiago se llevarán las mayores concurrencias. Sin importar el estado de forma en el que estén. Más si se trata de la postemporada, como ocurrió en este caso. Pensar de otro modo sería errar.


CRÉDITOS

Fotos. / Jorge Luis Sánchez Rivera

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