Estar alertas ante el gato por liebre

Necesitamos incentivar la inteligencia lectora en públicos de varias generaciones expuestos constantemente a la colonización cultural de los centros hegemónicos


“Ese juego es entretenido, buenísimo, siempre gana el bueno después de mucho batallar. Pero, en ocasiones, me dan miedo la fuerza y el poder del malo”.

Esta percepción suele acompañar a no pocos adictos que durante horas se mantienen enfrascados en un vertiginoso torbellino de imágenes, sin paradigmas reconocibles, donde lidera la fragmentación.

La violencia y el horror protagonizan juegos electrónicos que pasan de mano en mano. Proliferan en las pantallas mediáticas los cuentos de hadas como un valor agregado a productos de uso y consumo. El trabajo de conquista cultural se extiende sobre el mundo desde los centros hegemónicos del Norte.

¿Qué hacer ante este panorama? Despejar la interrogante compete a educadores, artistas e intelectuales, a la familia, al sistema institucional, los medios de comunicación y la inteligencia lectora de la sociedad.

Una industria poderosa acude a fábulas ancestrales, de las que se retoman –en ocasiones de manera inverosímil– la eterna contienda entre héroes y villanos, y una demarcación engañosa de ambos mundos.

Hay que aprovechar el espacio íntimo de la TV para compartir conocimientos y experiencias de notable impacto en la vida de las personas.

No lo perdamos de vista, las ideas mueven al mundo. Son génesis y continuidad del proceso de investigación audiovisual en la dinámica que representa desentrañarlas. Es preciso penetrar en sus esencias mediante la constante indagación, lo cual constituye un gran desafío para todos los implicados en el hecho artístico.

Merece tener un mayor impacto en la labor de los jóvenes actores y actrices el programa Sobre las tablas (Canal Educativo, lunes, 9: 45 p.m.). En cada emisión participan profesionales consagrados que abordan la importancia de los clásicos, del estudio y de la disciplina, de la humildad y del aprendizaje.

Las vivencias y la intuición influyen en una carrera artística de notable trascendencia en la sociedad. En ella intervienen la riqueza de la literatura, de los saberes y la cultura en la más amplia acepción del concepto.

Quienes piensan que han llegado, cuando protagonizan series o telenovelas, comienzan a retroceder. Lejos de adelantar, pierden el rumbo.

Otros espacios: Mirada de artista (Jueves, 4:00 p.m.) y Punto de partida (Viernes, 4: 00 p.m.), ambos por el Canal Educativo, abordan estéticas, poemas, cuentos, novelas, la dramaturgia del actor, el pensamiento creativo, la relación de trabajar para el texto y con el texto. Todos son caminos que conducen hacia el desarrollo y el despliegue de magisterios.   

Foto. / Leyva Benítez

A propósito, un martiano raigal, Roberto Fernández Retamar, poeta y ensayista, comentó a BOHEMIA en una oportunidad: “Se deben enseñar la literatura y el arte, como se darían a conocer, digamos, las canciones de la Nueva Trova: no como una materia, sino como un alma. Dicen los que tuvieron la suerte de asistir a clases de Camila Henríquez Ureña que los ojos de esa admirable mujer sabia se le llenaban de lágrimas al leer ciertos textos. Así se debe enseñar”.

Pensemos: dada la focalización de la capacidad de ver del medio televisual, las representaciones sociales y, por lo tanto, la “realidad”, se construyen desde el lenguaje. De ningún modo escapan a esta prioridad programas de variedades, noticieros, spots, los cuales demandan tensión y una curva dramática.

Lo que se cuenta no debe portar un didactismo a ultranza, tampoco un compendio sociológico edificante, pero debe llevar en sí valores axiológicos, honestidad, provocaciones artísticas en provecho de las mayorías.

Más que cómplices de narraciones y construcciones audiovisuales, los públicos son transmisores de hábitos, costumbres, estados de ánimo, interlocutores durante la asimilación activa de la herencia socio-histórica-cultural.

La invasión a cada individuo de juegos, series y otros productos comunicativos exige, sobre todo, un ojo crítico, no el que oculte o sancione, sino el capaz de ver más allá del bocadillo, de la simple alabanza.

Es preciso interpretar códigos, palabras, planos, visualidades, estos nunca son inocentes. Reconforta que las audiencias sientan el deseo de ser mejores y perciban cuando les dan gato por liebre.

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