Fulgores que salvan vidas

Al cumplirse un siglo de la muerte del descubridor de los rayos X, sigue impresionado ese fenómeno físico que deslumbrara su curiosidad y cuya radiación no solo cura enfermos, sino puede evitar que estos mueran antes de tiempo


Paradojas persisten en el camino de la humanidad y, por supuesto, no vamos a citarlas aquí. Pero hay una en el ámbito de las ciencias médicas que resulta sumamente interesante y a ella vamos a referirnos ahora, aunque brevemente, por razones de espacio y para facilitar su lectura.

Es el caso de la diferencia entre los rayos de las tormentas eléctricas que provocan daños materiales y muertes de animales y personas, y los denominados rayos X, con que los profesionales de la Medicina han podido diagnosticar y precisar distintas enfermedades.

Cuando se oscurecía la tarde del 8 de noviembre de 1895 y, como dijera el poeta cubano Gastón Baquero en su poema Alborada, “el atardecer echaba a andar otra vez su cansado teatro”, el mundo entero, perplejo de dicha, se asomó a un descubrimiento sorprendente: justamente a los rayos X.

De nuevo el cerebro humano, tan cargado de misterios aún por descifrar, venció el hermetismo de la naturaleza, esta vez en una habitación del Instituto de Física de la Universidad de Wurzburgo.

El acucioso catedrático alemán Wilhelm Conrad Röentgen descubrió esos portentosos rayos, capaces de atravesar sustancias sólidas de distinto tipo, sin ningún obstáculo.

Röentgen fue el primer ser humano en ver, a través de la capa protectora de la piel, el interior de un cuerpo vivo, no poca cosa en el trabajo indagador de cualquier médico.

Este científico, al que nunca se le ocurrió sacar provecho material del resultado de sus investigaciones, no dudó ni un segundo en poner su descubrimiento a disposición de la humanidad. No lo dice este redactor, sino que lo aseguran todas sus biografías.

Nacido en 1845, en la localidad de Lenrep, está considerado como ejemplo simbólico de que la naturaleza revela sus secretos “solo a través de una perseverancia inquebrantable y a pasos muy lentos, pero seguros”, al decir de un colega investigador.

Cómo ocurrió su descubrimiento

Sin caer en tecnicismos propios de revistas científicas, especialistas o ingenieros en la materia, veremos ahora, a grandes rasgos, cómo el alemán descubrió este recurso heroico de la ciencia médica. En su diligente intento por descifrar el carácter de los rayos catódicos, el físico montó en su laboratorio una serie de aparatos, entre ellos un tubo catódico tapado con un cartón con la particularidad de que no dejara pasar la luz.

No obstante, una vez conectada la tensión, observó con evidente sorpresa un efecto luminiscente sobre la pantalla cercana, cubierta de una sustancia química especial.

Dicha pantalla recibía rayos invisibles para el ojo humano que salían del tubo catódico y atravesaban el cartón.

La primera radiografía del mundo la hizo el científico alemán a la mano de su esposa. / elsevier.es

Entonces llegó a una segunda conclusión curiosa, pues allá donde había luz también tenía que haber sombra, por lo tanto, obtuvo un resultado sensacional: al poner una mano entre el tubo y la pantalla, se observaba perfectamente la increíble imagen del esqueleto exacto de dicha mano.

La primera “radiografía” conocida

Aquí hay un detalle familiar que no puede pasarse por alto de ningún modo. La primera “radiografía” conocida en todo el mundo, y que hizo famoso al investigador alemán, mostraba una mano muy querida por él: la de su esposa Bertha.

Verdaderamente llamaba mucho la atención el hecho de que el anillo de boda de su mujer parecía “flotar” en torno al hueso digital. Fue una sensación perfecta y, en el plazo de pocas semanas, el erudito científico, que siguió viviendo de forma humilde, se hizo tan célebre como hoy las grandes estrellas del deporte, de la música, de la televisión o el cine.

El descubridor los llamó “rayos incógnita” o “rayos X”, porque no sabía qué estaba viendo, solo que eran generados por los rayos catódicos al chocar contra ciertos materiales. Igualmente, es bueno saber que la Radiología es la especialidad médica que emplea las radiografías o “placas”, como se conocen popularmente. De paso, sépase que en general la exposición a dosis bajas de rayos X, como las que se reciben durante una radiografía convencional, no son perjudiciales.

Murió pobre, pero célebre

Si los rayos de la atmósfera matan a animales y personas, los rayos X salvan vidas, pues detectan enfermedades del esqueleto, de tejidos blandos, neumonías, cáncer de pulmón, edema pulmonar y otros problemas de salud. / escambray.cu

El interés general por el físico Wilhelm Conrad Röentgen se extendió también a todo lo relacionado con su origen y su familia. Cuando murió en 1923, hace exactamente un siglo, empobrecido, fue para la nueva generación de su época uno de los grandes y nobles en el panteón de los científicos.

Este investigador, entre otros estímulos, recibió el Premio Nobel de Física en 1901. Con él y su descubrimiento de los rayos X, la física pasó el umbral de la época moderna.

En Cuba, por ejemplo, todos los médicos, profesores y estudiantes de Medicina, y en particular los radiólogos, imagenólogos, oncólogos y profesionales de la Medicina Nuclear, no olvidarán nunca el  aporte desinteresado y extraordinario dado a los pueblos por aquel hombre con el concurso amoroso de la esposa, que con su humilde mano ayudó a su compañero de la vida a servir a toda la humanidad.


CRÉDITO PORTADA

El descubridor de los rayos X murió pobre. / xtal.iqfr.csic.es

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