Gardenias guerrilleras

En la gesta de la serranía oriental, a partir del 3 de septiembre de 1958, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz organizó y entrenó un pelotón de mujeres que demostró su valía en los combates


Resplandecía la gama de verdes del lomerío oriental. Junto a la flor de la mariposa que engalana el arroyo de la Sierra y la regia naturaleza, se alineó un grupo de muchachas, las cuales, en distintos momentos del año 1958, habían escalado la serranía para unirse a la tropa de Fidel, quien exclamó con beneplácito: “Por fin ya tenemos mujeres en la tropa”.

En plena juventud entendieron que, más allá de la seguridad familiar o el amor adolescente dejado atrás, iban en busca de conquistar los sueños necesarios para la patria y reforzar la valía de la mujer cubana, quien en distintos momentos de la historia de la nación no cejó nunca en el empeño por lograr su emancipación. Ahora estaban ante dos escenarios básicos: sobrevivir entre frustraciones o tomar en sus manos las riendas de la historia.

Se asentaron en distintos campamentos rebeldes. En largas caminatas subieron y bajaron lomas, desafiaron las crecidas de los ríos; no se amilanaron ante la ruda naturaleza que les agredió la piel, ni cuando el frío de las madrugadas las helaba, o al sentir el suplicio del hambre y la sed. Ayudaron a curar a los heridos, lavaron la ropa de los hombres de la guerrilla, confeccionaron uniformes, impartieron clases a los rebeldes y a los campesinos de la zona. Auxiliaron a los combatientes en la lectura y redacción de las cartas familiares; hicieron de costureras y se ocuparon de la cocina. Actuaron a la par de los guerrilleros e insistieron en el derecho de ocupar un puesto en la primera línea de combate.

La heroína de la Sierra, Celia Sánchez Manduley, también acogió con entusiasmo la presencia de mujeres en el destacamento guerrillero. Expresó en una entrevista:

“[…] Fidel siempre tuvo la idea de formar un pelotón de mujeres. Desde la reunión aquella de Herbert Matthews, ya fueron algunas mujeres allí a la reunión y ya Fidel tuvo la idea. Desde que fue a la Sierra, desde que llegó, yo creo que se podría decir que desde siempre, porque lo demostró desde el Moncada donde participaron Melba y Yeyé [Haydée]. Siempre tuvo esa idea y siempre se la combatieron a Fidel la mayoría de los compañeros.

“Una vez que nosotros hablamos de eso, la idea aquella de Fidel, ya había suficientes mujeres para que eso se hiciera, entonces yo le hablé a Fidel y después las mujeres también, de crear un pelotón, de combatir, de empezar a organizarlo”.

Por su parte, Vilma Espín, otra extraordinaria mujer, señaló: “[…] No es posible evocar aquellos momentos de tanta significación sin recordar a nuestra inolvidable Celia. Fue ella la principal promotora de la creación del pelotón, y a la vez su antecedente más directo porque fue la primera mujer que empuñó un arma en la Sierra, cuando con un M-1 batió junto a Fidel al enemigo en el combate de El Uvero”.

Antes de ascender a las intrincadas montañas de Oriente, las decididas jovencitas ya habían abrazado la causa de Fidel. Fueron innumerables los riesgos asumidos cuando, desde el llano, trasladaron medicinas, alimentos, armas, algún mensaje, al desplegar una proclama o una bandera condenando al régimen, o recolectando dinero para la causa de los barbudos.

De izquierda a derecha, Angelina Antolín, Norma Ferrer, María Tamayo, Olga Guevara y Eva Rodríguez, en el taller de corte y costura en La Plata, año 1958. / Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República de Cuba

Nace un pelotón de mujeres

El Comandante en Jefe destacó en su libro La contraofensiva estratégica:

“[…] A finales de agosto había presidido una reunión con los oficiales, en el hospital de La Plata, en la que se discutió la incorporación de las mujeres guerrilleras –hasta ese momento haciendo labores de retaguardia– como combatientes en la línea de fuego.

“Frente al criterio de algunos, hablé finalmente y durante largo rato, los convencí del derecho de la mujer a luchar también con las armas en la mano.

“El 3 de septiembre [1958] quedó organizado el pelotón femenino Mariana Grajales, nombre de la madre de Antonio Maceo y ejemplo de patriota cubana.

“Designé al frente del pelotón de mujeres, con el grado de teniente, a la enfermera rebelde Isabel Rielo, quien llegó a ostentar el grado de capitana de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Como segunda al mando fue nombrada la teniente Teté Puebla.

“El pelotón Mariana Grajales tuvo su bautismo de fuego varios días después en el combate de Cerro Pelado, el 27 de septiembre de 1958.

“Alguien me preguntó airado por aquellos días: ‘¿Por qué usted arma a esas mujeres con esos fusiles M-1?’ Te voy a decir por qué –le respondí–, ¡porque son mejores soldados que tú! No volvió a hacer comentario alguno. Era un buen soldado rebelde”.

El pelotón femenino se constituyó por 13 combatientes: Isabel Luisa Rielo Rodríguez, jefa del pelotón; Delsa Esther Puebla Viltres, Teté, segunda jefa; Olga Esther Guevara Pérez, Ángela Antolín Escalona, Angelina; Edemis Tamayo Núñez, la Gallega; Orosia Soto Sardina, Flor Celeste Pérez Chávez, Eva Rodríguez Palma, Lilia Rielo Rodríguez, Rita García Reyes, Juana Bautista Peña Peña, Ada Bella Acosta Pompa y Norma Rosa Ferrer Benítez.

Desde la derecha: Olga Guerra, Eva Rodríguez, Angelina Antolín y Juana Peña junto a otras combatientes mientras realizaban prácticas militares. La Plata, Sierra Maestra, octubre de 1958. / Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República de Cuba

En las frentes de las valerosas muchachas fulguró la estrella de sacrificios pasados al llevar un nombre tan digno. Sintieron el hálito fervoroso de Mariana Grajales, la Madre de la Patria, imagen viviente del patriotismo cubano: durante 10 años transitó el monte y, entre campamentos y combates, curó a los heridos y no se rindió al quebranto de sus pies llagados en las travesías difíciles por veredas agrestes, con un sentimiento maternal más allá de su memorable prole.

¡Qué mejor ejemplo a imitar por las audaces guerreras! Desde aquel momento, todos las llamaron las Marianas; heroico nombre, lo honraron en cada combate con la fortaleza de un baluarte.

Lilia Rielo estuvo presente en aquella reunión convocada por Fidel y con palabras muy expresivas, nos acercó a los episodios:

“Fue una reunión histórica, se celebró entre el 3 y el 4 de septiembre. Fidel escribió en su libro La contraofensiva estratégica, que fue el 3. Ya en la madrugada del 4, subimos a la loma donde estaba Radio Rebelde y desde allí se oían los cañonazos de los guardias y Fidel dijo más o menos así: ‘Ellos están celebrando la fecha del golpe militar de Batista [4 de septiembre de 1933]; nosotros la creación del pelotón de mujeres y organizando la forma de destruirlos’. Siempre hablamos del 4, pero Fidel tiene más inteligencia y como él, en realidad, comenzó la reunión el 3, dio por hecho la existencia del pelotón desde ese momento. Cuando terminó aquella reunión, cada cual salió para el campamento donde estaba; pero antes de irnos, Fidel nos dijo bajito: ‘Muchachitas, si ustedes me fallan me tengo que poner un cubo en la cabeza. Ustedes no me pueden fallar’”.

Para demostrar su confianza en las mujeres, Fidel les comunicó: “Ahora ustedes van a ser mi guardia personal”. Las nuevas mambisas de la Sierra alcanzaron un sueño: ¡Integrar un pelotón de combate! Y nada menos que entrenado directamente por Fidel, quien siempre buscó el tiempo para enseñarlas a disparar con la mayor parte del armamento disponible.

La hoy general de brigada Teté Puebla rememoró en una entrevista: “Celia escogió hasta la ropa a usar, no era igual a la de los hombres, sino como la que ella misma llevaba en esos momentos, sin botones delante porque, eso sí, ¡éramos muy femeninas!, aunque formábamos parte de un pelotón de combate”.

Concluida la Batalla de Guisa. De izquierda a derecha, Angelina Antolín, Ada Bella Acosta, Rita García y Eva Rodríguez (agachada) junto al combatiente Hipólito Prieto, el Gago. / Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República de Cuba

En el primer escalón de fuego

Sobre el primer combate, Isabel Rielo, en un encuentro realizado luego del triunfo de la Revolución con varias integrantes del pelotón femenino y con la presencia de algunos combatientes rebeldes que dirigieron unidades de combate en la Sierra, destacó:

“[…] Al llegar al lugar designado, después de hacer un reconocimiento en torno a la ubicación de los guardias, cada uno ocupó su posición y recuerdo, Piti Fajardo en su preocupación, le decía a Fidel no acercarse tanto. Yo veía a Celiaen puntillitas. Iba con unas alpargaticas y se acercaron silenciosamente. Pasamos por frente al cuartel para ocupar la posición designada a nosotras. Allí nos dieron un bautizo de morteros”.

De la actuación de las Marianas en esta acción, el Comandante en Jefe Fidel Castro destacó en uno de sus libros al mencionar el parte del combate: “[…] El pelotón de mujeres rebeldes Mariana Grajales entró en acción por primera vez en ese combate, soportando firmemente, sin moverse de su posición, el cañoneo de los tanques Sherman”. Aquel combate, una nueva victoria del Ejército Rebelde y las Marianas respondieron a la confianza depositada por Fidel en ellas.

Desde la izquierda, Isabel Rielo, Teté Puebla y Delio Gómez Ochoa, junto a otros combatientes mientras realizaban distintas operaciones combativas al norte de Holguín. Diciembre de 1958. / Cortesía de Rafael Suárez Ruiz

El día 9 de octubre salió de La Plata el pelotón N.o 3 de la Columna 14 con rumbo a Gibara, Holguín. A esta pequeña unidad se le integró una escuadra del pelotón conformada por: Isabel L. Rielo Rodríguez; Delsa Esther Puebla Viltres, Edemis Tamayo Núñez y Lilia Rielo Rodríguez.

Al mando iba el capitán Eddy Suñol, quien después de librar los primeros combates, en un parte de guerra enviado al Comandante en Jefe precisó:

“Tengo que decirle que después de haber sido uno de los principales opositores a la integración femenina, me encuentro hoy completamente satisfecho y lo felicito a usted una vez más porque nunca se equivoca. Siempre creí que en esto se había equivocado. Quisiera que viera, aunque fuera en una película, para verlo reír de satisfacción, la acción de Teté principalmente, y también la de sus compañeras, que a la voz de avance, mientras algunos hombres se quedaban rezagados, hacen vanguardia con un valor y una serenidad que tiene que merecer el respeto y el reconocimiento de todos los rebeldes y de todo el mundo”.

Luego Olga Guevara, junto a Norma, Orosia y Juana Peña, participaron en el recibimiento de un envío de armas desde Venezuela por la zona de Cienaguilla. En el campamento rebelde de la Comandancia de La Plata otra escuadra de mujeres esperaba que les asignaran alguna misión combativa en una de las columnas rebeldes al bajar del firme de la Maestra.

El 11 de noviembre, desde la Comandancia General de La Plata Fidel inició un movimiento en una marcha sin retroceso para dar la batalla final al enemigo. Antes, a través de Celia, les comunicó a Ada Bella, Rita García, Angelina Antolín Escalona, Eva Rodríguez y Flor Pérez, dirigirse a Providencia. El Comandante las subordinó al heroico capitán Braulio Curuneaux y bajo su mando participaron en la batalla de Guisa [20 al 30 de noviembre], donde ganaron sus fusiles dando muestras de coraje.

Fidel explicó la acción inicial de la batalla. Ada Bella estaba cerca, escuchó con atención y calculó los pormenores. Así me relató años después los acontecimientos, con una pasión desbordante de memoria guerrillera:

“Ya nosotras estábamos posesionadas y aún no habíamos terminado las trincheras. Sobre las 8:30 de la mañana vino una patrulla, hacía un recorrido diario de Guisa a Bayamo y también venían civiles, que ellos tomaron como escudo. Se dio la orden de fuego y, muy rápido, avancé con un revólver en la mano junto a los compañeros de mi escuadra. Flor también avanzó. Llegamos a la carretera y desarmé a un cabo para quitarle una San Cristóbal. ¡Ya yo tenía mi arma! En pocos minutos quedaron fuera de combate”. Resultó el primer fusil capturado en la batalla.

En un fragmento del parte de guerra, Fidel señaló: “[…] Una escuadra del pelotón de mujeres Mariana Grajales combatió valerosamente también durante los diez días que duró la acción soportando el bombardeo de los aviones y el ataque de la artillería enemiga”.

Las cinco valerosas Marianas batallaron con arrojo en Guisa y siguieron combatiendo en Maffo, otra victoria rebelde, a las mismas puertas de Santiago de Cuba.

Llegó el sol de enero

Angelina Antolín narró los acontecimientos que se suscitaron a su alrededor el 1.º de enero de 1959 mientras se encontraba en Maffo.

“Ese día yo me había quedado en el campamento ayudando en la cocina y de pronto llegó Leopoldo Cintra Frías, Polo, con una alegría tremenda gritando: ‘¡Recojan que nos vamos!’. Le dije: ‘¿Cómo que nos vamos?’. De momento un tiroteo, pensé que nos estaban atacando. ¡Era la misma gente de nosotros disparando de alegría por la huida del tirano! Entonces Polo que casi no había terminado de hablar, nos reafirmó que sí, que Batista se había marchado. ¡Triunfamos! En esos momentos pasaron por mi mente tantos recuerdos, todo lo que habíamos pasado para llegar hasta ese momento, pero no fue en vano”.

Las Marianas entraron con el Comandante en Jefe el 8 de enero de 1959 a La Habana integrando la Caravana de la Libertad. Hubo un antes y un después para estas bizarras guerrilleras; se iniciaron en una epopeya tejida con manos adolescentes y jóvenes. Resultó cierta la premonición de Fidel cuando aseguró que después del triunfo revolucionario vendrían tareas mucho más difíciles.

Sin sacudir del uniforme verde olivo el rastro de la pólvora, continuaron en la primera línea de combate, junto a todo su pueblo heroico y batallador. Su impronta en la floresta de la Sierra que les dio cobija vibra junto a las huellas del invencible Comandante Fidel en cada piedra, en cada loma, en cada río y en cada sendero.

A 65 años de la creación del pelotón femenino Mariana Grajales, las osadas guerrilleras siguen haciendo Revolución; toda Cuba les rinde homenaje y su ejemplo es encarnado en el accionar diario de cada mujer cubana, que enfrenta la vida y lucha por sus sueños, sin temer a los retos de los nuevos tiempos.

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Fuentes consultadas:

El libro, La contraofensiva estratégica, de Fidel Castro Ruz; Carta de Eddy Suñol al Comandante en Jefe del 4 de noviembre de 1958; Entrevista a Celia Sánchez Manduley el 22 de agosto de 1967, Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos y entrevistas del autor.

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