Gaviotas en el espacio
/picture-alliance.com / ITAR-TASS / S. Baranov.
Gaviotas en el espacio
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Gaviotas en el espacio

Iniciaba la década de los 60 del siglo pasado, Estados Unidos y la Unión Soviética mostraban al mundo su poderío tecnológico en una carrera espacial sin precedentes.

A la meta llegó primero la nación eslava, cuando en abril de 1961 su programa cósmico Vostok logró que Yuri Gagarin se convirtiera en el primer ser humano en orbitar la Tierra.

Seguro de que un primer éxito era tan solo el impulso para apostar por nuevos logros en la pista, el ingeniero Serguéi Koroliov, responsable del programa espacial soviético, se propuso entonces enviar también a la primera mujer al espacio exterior.

Domingo 16 de junio de 1963, 12:30., hora de Moscú. El vehículo de lanzamiento orbital R7 Semyorka despegaba desde el cosmódromo de Tyura-Tam en la entonces República Socialista Soviética de Kazajistán.

Acoplada iba la nave Vostok 6 y en su interior, como única tripulante, la joven rusa de 26 años Valentina Vladimirovna Tereshkova. En menos de 10 minutos la cápsula de comando había sido liberada. Valentina, extrabajadora textil y paracaidista aficionada, se encontraba en la órbita terrestre.

A casi dos millones de kilómetros mencionó el seudónimo asignado para su estancia en el universo, Chaika, traducido del ruso al español como Gaviota.

–“Aquí Gaviota. Aquí Gaviota. Veo en el horizonte una franja azul: es la Tierra. ¡Qué hermosa!… Nos vemos pronto”.

Valentina completó 48 órbitas al planeta en dos días y 22 horas. Durante ese tiempo pilotó manualmente la nave, confeccionó una bitácora a bordo y tomó fotos de la esfera planetaria terrestre y del horizonte, que luego, según recoge la historia, ayudaron a descubrir los aerosoles atmosféricos.

Cuando el 19 de junio de 1963 aterrizó en paracaídas sobre un terreno de Karaganda, en Kazajistán, Tereshkova se había convertido en la primera mujer que conquistaba el espacio exterior.

Había cumplido una misión para su país, pero también para la lucha por la igualdad en esta esfera científica. Tras su éxito se abrían, o se intentaban abrir, las puertas de un mundo que hasta ese momento era completamente inexplorado por las mujeres.

Carrera por la igualdad

Gaviotas en el espacio
De las más de 500 personas que han estado en el espacio, solo el 13 por ciento han sido mujeres. / NASA.

Pocos años antes de la hazaña de Valentina, Estados Unidos llevaba a cabo el programa Mercury 13, con el cual la Fuerza Aérea de ese país estudiaría las capacidades de las mujeres para los vuelos espaciales.

La mayoría de las participantes femeninas que integraban el proyecto superó las pruebas, incluso, en muchos casos, con marcas superiores a las de los hombres del programa Mercury 7. Sin embargo, su nivel no fue suficiente para desterrar el escepticismo social que las suponía incapaces de asumir tareas hasta entonces consideradas “de hombres”.

Una ley estadounidense les prohibía el entrenamiento con jets militares, requisito indispensable para llegar a convertirse en astronautas. Las Mercury eran pilotos con experiencia y logros demostrados; intentaron llevar el caso ante el Comité del Senado para restaurar el programa y lograr hacer realidad sus sueños, pero no lo consiguieron.

Al otro lado del mundo, en tanto, la carrera espacial se convertía en un excelente pretexto para señalar el compromiso del Gobierno soviético con la igualdad y subrayar el atraso en ese sentido del rival de Occidente. Aun así, tras Valentina Tereshkova pasaron casi 20 años para que otras dos mujeres siguieran sus pasos.

Tras la huella de Valentina

Gaviotas en el espacio
Las astronautas Christina Koch y Jessica Meir realizaron en 2019 la primera caminata espacial completamente femenina. / NASA.

Las cosmonautas Svetlana Savitskaya y Elena Kondakova sucedieron a Valentina en la historia de los vuelos espaciales realizados por mujeres.

Savitskaya quedó registrada como la primera en realizar una caminata espacial el 25 de julio de 1984 y también pionera en volar al espacio en dos ocasiones. Kondakova estuvo trabajando en órbita durante 169 días.

La navegante espacial Sally Ride, miembro del grupo de astronautas seleccionado en 1978 por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), entró a la historia por ser la primera estadounidense en viajar al espacio en 1983 (y la tercera en todo el mundo), mientras que Eileen Collins pasó a convertirse en la primera piloto de un transbordador y comandante de una misión espacial.

Christina Koch y Jessica Meir, ingeniera eléctrica y bióloga marina, respectivamente, protagonizaron en 2019 la primera caminata espacial exclusivamente femenina, cuando salieron a reemplazar una unidad de control de energía en la Estación Espacial Internacional.

Koch logró también el vuelo espacial más largo realizado por una mujer, tras superar los 290 días en órbita.

La física Ellen Ochoa fue la primera de origen latino que probó la ingravidez. Fue seleccionada por la NASA en enero de 1990 y se convirtió en astronauta en julio de 1991. Hasta el día de hoy, ha tenido la experiencia de participar en cuatro viajes, acumulando cerca de 1 000 horas en el espacio.

Como Ellen, han sido varias las latinas que continúan haciendo historia por su trabajo en la exploración espacial y que han conquistado las estrellas, sobre todo desde la NASA.

En junio del presente año, Katya Echazarreta se convirtió en la primera mujer mexicana que visita el cosmos, como tripulante de la quinta misión de turismo espacial de la compañía Blue Origin.

Katya, quien logró la hazaña a sus 26 años (la misma edad que tenía Valentina cuando orbitó en la Vostok 6), fue seleccionada entre más de 7 000 solicitantes de aproximadamente 100 países para volar en la nueva travesía de la empresa del magnate de Amazon, Jeff Bezos.

A su regreso, envió un mensaje al mundo, en especial a las niñas: “Usa mi experiencia como esa señal que necesitabas. Tú también puedes”.

Desde otras esferas

Gaviotas en el espacio
Katya Echazarreta se convirtió en junio de 2022 en la primera mujer mexicana en llegar al espacio. / Telcel.com

El rol de las astronautas, pero también de ingenieras y matemáticas, ha sido determinante en el éxito de la conquista espacial.

La ingeniera venezolana Evelyn Miralles, por ejemplo, es pionera en la realidad virtual de satélites de la NASA; una de sus contribuciones más destacadas es el software de realidad virtual que ayuda a capacitar a los astronautas.

El Programa Espacial Apolo tiene también una importante estampa femenina.

El diseño del software informático creado por Margaret Hamilton permitió a Neil Armstrong culminar con éxito su atraque en la Luna. El cálculo minucioso que implicaba devolverlo a Tierra, sano y salvo, recayó de igual modo en manos femeninas, las de la física y también matemática Katherine Johnson.

En 2016, el cineasta Theodore Melfi rescató en la película Figuras ocultas la historia de Katherine, Dorothy Vaughan, Mary Jackson y otras brillantes mujeres afroamericanas conocidas como “calculadoras humanas”, que a inicios de los años 70 trabajaron y aportaron a los logros de la carrera espacial impulsada por la NASA.

De otras tantas podría hablarles: de Nancy Roman, la madre del telescopio Hubble; de María Mitchell, descubridora de un cometa en 1847; o de Valerie Thomas, inventora del transmisor de ilusión que usa la NASA hasta la actualidad.

La propia administración aeronáutica estadounidense anunció su intención de llevar a la primera mujer a la Luna en 2024, a través del proyecto Artemis.

Quizás estén convencidos, como la Chaika, de que, así como un pájaro no puede volar con una sola ala, “los vuelos espaciales tripulados no podrán progresar más sin la participación activa de las mujeres”.

De tal suerte, quizás veamos más gaviotas como Valentina en el espacio.

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2 comentarios

  1. Desde hace mucho la carrera espacial ya termino. No se puede comparar los vuelos dea aquellos cosmonautas y astronautas de aquellos tiempos con los de ahora, eran extremadamente riesgosos y a alturas nada cercanas a la tierra y en absoluta soledad.Los de hoy no pasan de ser turistas espaciales o mas bien Nubenautas.

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