Había una vez… un gallo

Desde el inicio de la actual etapa estival, la habanera compañía Hubert de Blanck repone una de las más sugerentes obras para el público infantil, del dramaturgo y teatrólogo Yerandy Fleites Pérez


Una fiesta para toda la familia es, sin duda, El gallo electrónico que, en carácter de reposición, propone durante la actual etapa estival la compañía Hubert de Blanck, en su sede habitual del Vedado.

Con el regusto del buen teatro concebido para los bisoños de la casa, esta comedia musical del dramaturgo y teatrólogo Yerandy Fleites Pérez (Ranchuelo, 1982), suscita risas y convida a repensar el presente entre juegos, bailes y mucho colorido.

La música y el dinamismo de los recursos escénicos hacen de esta puesta una invitación sugerente./ Cortesía compañía Hubert de Blanck

Con dirección artística de Fabricio Hernández Medina, el montaje asume y explaya el desafío signado por su autor: contar a los más jóvenes sobre la vida sin puerilidades ni simplezas, desde una poética que halaga en lugar de sermonear; entretiene mientras alecciona.

Sin desasirse de los códigos comprensibles en la infancia, El gallo electrónico porta multiplicidad de mensajes trascendentes que atañen a todos por igual –adultos e infantes–; da rienda suelta a la imaginación y la fantasía con sana ingenuidad y, además, muchísima perspicacia; por tanto, cada quien será capaz de delinear su propia lectura, su visión particular de la realidad que le circunda, de acuerdo con sus referentes y experiencias culturales.

El buen humor no decae para beneplácito de los espec-tadores./ Cortesía compañía Hubert de Blanck

Uno de sus mayores aciertos radica en plantear asuntos de absoluta universalidad. Discurre sobre algunos flagelos que laceran a nuestras sociedades contemporáneas como la vanidad, el irrespeto al prójimo, la banalidad, la corrupción, la violencia, el abuso de poder, el desamor y otras formas sutiles de enajenación, deterioro y desequilibrio social.

Con originalidad y un lenguaje perfectamente asequible a las nuevas generaciones, critica a las megaindustrias del entretenimiento que, asentadas en las subjetividades individuales y colectivas, cuentan con un poderoso instrumento: un mundo interconectado, mediado por el poder de artefactos “inteligentes”, en el cual las personas se dejan arrastrar por las pautas del mercado y la tecnología para decidir qué consumir e intentar satisfacer sus necesidades básicas y también culturales.

El Gallo electrónico fue el primer texto dramático escrito por Yerandy Fleites, también, su primera obra llevada a escena y su primer libro publicado por la editorial Sed de Belleza, en 2008./ Cortesía compañía Hubert de Blanck

Yerandy Fleites con esta obra, publicada en 2008 y pionera en su trayectoria como dramaturgo, ha sido sagaz y juicioso al abordar y polemizar, desde el teatro infantil, acerca de temáticas complejas, relacionadas con el incentivo al consumismo, al acecho mediático y a las ya no tan nuevas tecnologías que, de alguna forma, incentivan a estilos y prácticas de vida tendientes al hedonismo.

Al lanzar una mirada descalificadora hacia las industrias del ocio, la obra pone en evidencia prácticas y dinámicas culturales que se apropian de la cotidianidad de los individuos, de sus aspiraciones y hasta de su tiempo libre. Esa es la esencia que defiende y refrenda el texto de El gallo electrónico y la nómina del colectivo Hubert de Blanck es consecuente con ello.

El amor lo puede todo, parece increparnos Fleites Pérez casi en los minutos finales y Fabricio Hernández se ha sumado a este empeño y urdido con hebras de seda esta sugestiva puesta en escena que invita a volar; en tanto cuestiona el valor de los objetos materiales frente al genuino crecimiento espiritual.

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