Haciendo las maletas

La brecha de oportunidades y un panorama adverso lastran la realidad africana, que sigue apostando por la migración como solución. Un nuevo elemento potencia la salida de los hogares


Esperemos que rinda frutos el documento final de laVigésimo Octava Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) y sus nuevos estándares para hacer frente al fenómeno global. De volver a quedar en letra muerta, la vida en el planeta seguirá literalmente caldeada para muchos habitantes, sobre todo los que residen en África, con más presión social de las comunidades.

Según el Banco Mundial, sin una acción climática eficaz y sostenida, hasta 105 millones de personas podrían devenir migrantes internos hacia 2050 en África. / Elordenmundial.com

A pesar de los esfuerzos de no pocos gobiernos, la situación, exacerbada por las desigualdades en el reparto de la riqueza mundial, continúa sus estragos en un continente que merecería pleitesía por ser cuna del género humano. Por desgracia, otra ha sido la narrativa, y es bien conocido el expediente genocida del colonialismo occidental, que tuvo su pistoletazo de arrancada durante los execrables siglos de esclavización. Con ese fardo histórico lidian todavía las sociedades africanas, donde una gran parte de la población vive por debajo del umbral de pobreza, es presa de conflictos armados, golpes de Estados, y también sufre fuertes sequías o inundaciones devastadoras. Así, ante nulas o pocas posibilidades de mejoría, una gran masa opta por hacer las maletas e irse, enfrentándose a universos desconocidos.

In crescendo

Este 2023 no ha sido diferente a períodos anteriores; sin embargo, una variable relacionada con la migración va siendo “reina”. Aquí es preciso acotar que el cambio climático que se siente en África, como en todo el Sur global, no es débito directo de la acción de sus gobiernos, sino mayormente de las grandes transnacionales y de los círculos de poder de un Occidente depredador. De ahí que, por ejemplo, Cuba siga insistiendo en la necesidad de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”. Varios informes certifican que África emite solo el cuatro por ciento de los gases de efecto invernadero, aunque es la región del orbe más vulnerable ante el cambio climático. Por derivación, a muchos campesinos se les ha trastocado todo el ciclo de producción, y enfrentan grandes hambrunas. Y ante esa dinámica optan por irse de casa, dejando detrás todos sus asideros culturales y familiares.

A diferencia de otras latitudes, el flujo interno sigue siendo preferencial. En ese sentido, tenemos que de los 8.4 millones de migrantes de África Occidental, menos del 10 por ciento se dirige a Europa, con lo cual aumenta la carga local. Cómputos de 2022 de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Unión Africana hablan de que “258 millones de migrantes que hay en el mundo entero, 36 millones nacieron en África”. Se ha comprobado, además, que “el 53 por ciento de la migración total africana se produce dentro del continente”. (1)

Caricatura. / Jorge Sánchez Armas

Y a pesar de que siguen conmocionando las imágenes de las pateras repletas de personas rumbo a Islas Canarias, Marruecos o Egipto, como vía de tránsito hacia el “Viejo Continente”, la presión de unas condiciones diarias de espanto donde es poco el dinero, hace que se privilegie el uso de camiones para moverse dentro de la propia África.

La OIM ya ha dictaminado que allí en 2022 hubo “más de 7.5 millones de desplazamientos internos por desastres”. Están por verse las cifras de 2023, pero todo hace indicar, por la propia COP28, que las secuelas negativas del cambio climático van in crescendo. En septiembre de este año tuvo lugar la Cumbre Africana sobre el Clima, de la mano de gobiernos regionales en conjunto con la OIM, en la cual se abordaron como cuestión primordial los desafíos de la movilidad humana. En la cita, la directora general de la organización, Amy Pope, afirmó que “hemos entrado oficialmente en la era de la migración climática… y por ello son urgentes soluciones para abordar el nexo entre el cambio climático y la movilidad humana a escala continental”. (2)

Dicha reunión, celebrada en Nairobi, Kenia, atendió un reporte del Banco Mundial, de 2021, que vaticinó que “sin una acción climática sostenida y eficaz hasta 105 millones de personas podrían devenir migrantes internos en 2050 tan solo en África”. En la mencionada cumbre se firmó la Declaración Ministerial de Kampala sobre Migración, Medio Ambiente y Cambio Climático, devenida “el primer marco integral liderado por los gobiernos, orientado a acciones prácticas de las cuestiones de la movilidad inducida por el clima, sus necesidades, brechas y oportunidades”, notificó el sitio oficial de la OIM.

El cruce de la selva americana

Las mujeres son quienes peor carga llevan de la migración al tener que cuidar a sus hijos. / elmundo.sv

Como se ha visto, en África la gente prioriza quedarse dentro de las fronteras locales; aun así no se puede subestimar el hecho de que para los millones de emigrantes fuera del continente se están consolidando destinos “insólitos” de un asentamiento permanente. Ilustrativo de lo anterior resulta el que la migración hacia los Estados Unidos experimenta el mayor ritmo de crecimiento, según reportes de France24. Además, la fuente indica que “países como Argentina y Brasil, o ciudades como Buenos Aires y Sao Paulo han notado la presencia de emigrantes africanos insertados en la vida cotidiana y que han desafiado los cánones “clásicos” de las migraciones regionales, para asombro mundial.

Casi siempre asociamos la selva del Darién, entre Panamá y Colombia, como camino de la movilidad latinoamericana; no obstante la veracidad de ese criterio es urgente atender la singular tendencia, de principios de este siglo, de flujos masivos de migrantes africanos, en desafío de condiciones inhóspitas con vistas a alcanzar ese sueño de bienestar. Las guerras, el terrorismo, las hambrunas y la desigualdad social siguen estando en la base del pensamiento de aquellos que en África optan por trayectos de larga distancia y rutas múltiples, pero el cambio climático no puede desconocerse para un expedito compromiso político y económico que se le exige al mundo de los ricos.

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