Hay que ver no solo mirar

Ante la pantalla la mujer llora desconsoladamente, ¿cómo puede evitar el final infeliz de una historia trágica? Desde su visión, la protagonista anduvo por mal camino y ahora ignora cómo salvarse… No obstante, ella sabe que “algo” ocurrirá en el clímax del relato, es preciso esperar…

Una sinergia estrecha entre la imagen y el verbo ocurre cuando todos los elementos se interrelacionan en el discurso narrativo y conforman un lenguaje verosímil, este es imprescindible en el establecimiento de nexos y puentes comunicativos, de lo contrario falla la necesaria conexión para estar juntos, compartir o disentir sobre asuntos de interés común.

Tanto en el programa Historia del cine (lunes, 10:30 p.m.) como en el Cuento (martes, 10:30 p.m.), ambos por Cubavisión, la TV tradicional privilegia diferentes estéticas y puntos de vista que motivan la reflexión de quienes prefieren ver, no solo mirar conflictos, situaciones, circunstancias disímiles.

Nunca lo olvidemos, en la dimensión de ser televidente, la familiaridad deviene una ventana abierta a lo propio, al mundo, permite a los públicos ampliar el universo cognoscitivo y el desarrollo del intercambio en el hogar, donde ahora permanecemos mucho más tiempo.

Hacemos énfasis en el hecho de ver porque la forma específica de modelar la realidad mediante la imagen es un proceso, el cual incluye varias funciones: representativa (cuando la imagen sustituye a la realidad de forma análoga), simbólica (se atribuye o adscribe una forma visual a un concepto) y convencional (la imagen actúa como un signo, sustituye a la realidad sin expresar ninguna de sus características visuales, de ahí su carácter arbitrario).

En opinión del maestro Manuel López Oliva, pintor y crítico de arte: “Hay que prestar atención a la riqueza de rostros, máscaras, sugerencias implícitas en todo lo que nos rodea, y las imágenes de la TV permiten apreciarla”.

Es amplia y diversa la riqueza textual, sígnica, de la obra del maestro Manuel López Oliva. / Leyva Benítez

Vivimos en un sistema-mundo donde acontecen reconfiguraciones, dada la convergencia de novedades, exigencias de la socialización de contenidos en beneficio de la cultura en su sentido más amplio, de la educación y los usos de blogs, Facebook, Youtube y Twitter.

Pensemos en las vías posibles de contrarrestar la influencia de la industria hegemónica del entretenimiento; a los medios de comunicación y a las instituciones culturales les corresponde vigilar cada paso al concebir un programa. En ocasiones, el facilismo, la premisa explícita, lo consabido, afecta la relación empática entre el audiovisual y sus destinatarios. Ciertamente no bastan las buenas ideas, el propósito de renovar el ejercicio de contar y proponer otros acercamientos, es imprescindible el desarrollo de las inquietudes desde la concepción dramatúrgica, aprovechar las posibilidades del medio televisual enfocado en el disfrute individual y colectivo.

De ningún modo el sentido de una obra se limita a la interpretación que puede ofrecer su propio autor. La estructura lógica del pensamiento, la condición de espejo puesta allí para hacernos meditar, demandan una activa participación de los televidentes –ellos deben “ver” y descubrir lo no dicho, lo oculto–, esto permite profundizar en los niveles sensoriales de diálogos y personajes, en planos, atmósferas, escenografías, entre otros elementos codificadores de actitudes, maneras de hacer, de ser.

Nada hay de nimiedad cuando la inteligencia lectora escruta, profundiza, en esencias de puestas y relatos.

¿Lo más difícil de lograr? Seducir a las mayorías. Penetrar en la psicología de otros seres humanos requiere observación, imaginación, íntimas reflexiones. Con frecuencia poner en juego las expectativas de espectadores emocionados ha sido un leitmotiv en escenas que influyen decisivamente en el curso de una trama. Las transformaciones de lo simbólico motivan establecer relaciones gustosas y, al unísono, participativas desde la infancia, incluso los animados son pensados para alertar y comprender la vida en múltiples dimensiones.

Reflexionemos sobre esto.

 

 

 

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Un comentario

  1. En 1956 en la Vieja Bohemia leí El Viejo y el Mar, de Ernest Hemingway. Ahora la continúo leyendo, pero me cuesta más, por sololeo con un ojo. Los Amigos de Operación Milagro, retornaron a la Isla. Solo un ojo me operaron; les recuerdo con mucho cariño.

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