Foto./ digitaloceanspaces.com
Foto./ digitaloceanspaces.com

Imperativos que no esperan

Hasta el 40 por ciento de las tierras del mundo están degradadas. Los africanos son de los más desprotegidos ante el cambio climático. Paradójicamente, hacen mucho por revertirlo


Es abrumador: los problemas en África no merman, a pesar de la voluntad de gobiernos y pueblos por superarlos. Las imágenes de guerras y desastres naturales se suceden unas a otras y las líneas divisorias del tiempo se superponen, haciendo que perdamos la perspectiva de los sucesos. Aunque el apoyo solidario se impone, la resilencia africana anda enfrentada a una grave contingencia climática, con zarpazos de una sequía que preocupa y ocupa.

La falta de lluvia representa una ingente escasez de agua y sin ese líquido nada fructifica. La porción sur del continente advierte sobre sus nefastas consecuencias. En estos momentos una de las naciones más afectadas es Zimbabue. Su presidente, Emmerson Mnangagwa, declaró el 3 de abril de 2024 “estado de desastre nacional” en todo el país, a causa de la sequía causada por el fenómeno meteorológico El Niño, que ha dejado con necesidad de ayuda alimentaria a más de dos millones de personas. Similar panorama fue descrito por los mandatarios de Malaui y Zambia. Al margen del imperativo moral que tiene el mundo para con el Continente por años de expolio y colonialismo, los propios africanos no se cruzan de brazos.

Así, el alto dirigente zimbabuense llamó a utilizar las 800 000 toneladas métricas de grano dispuestas como reserva. Además, avisó de que la vecina Sudáfrica les suministrará alimentos con carácter urgente. Por su parte, Zambia, luego de dos meses de sequía, ha ajustado sus reservas energéticas y de alimentos para lo cual deberá hacer acomodos en su presupuesto anual. Una nota del diario Lusaka Times informó que el jefe de Estado en persona se había reunido con ejecutivos del Banco Africano de Desarrollo para consensuar medidas acordes a la crisis. La entidad expresó conformidad. El fracaso de las cosechas en 2023 ha condicionado que millones de personas en Zimbabue, el sur de Malaui, Mozambique y Madagascar no puedan alimentarse por sí mismos hasta bien entrado 2025. Horizonte que no ha caído en saco roto: la Unión Africana (UA) piensa actuar en consecuencia con los urgidos. (1)

Conciencia ambiental

Es harto conocido que la crisis climática de África viene de lejos. No solo cronológicamente hablando, sino también espacialmente, desde distantes naciones sumamente industrializadas, culpables, en última instancia, de la tragedia ambiental, amenazadora para todos los seres vivos. Dada esa premisa es entonces admirable como el Sur Global asume sus responsabilidades en este tema. Una reciente investigación del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) dictaminó que “los compromisos climáticos de África son más robustos que la media mundial de cara a reducir emisiones de gases de efecto invernadero y de adaptarse a los impactos climáticos”. El organismo alabó que los africanos, además de fijar los objetivos, definen las posibles “maneras de alcanzarlos”. (2)

Concreción de buenas prácticas

En África, los empleos verdes en granjas ecológicas privilegian a las mujeres. / climatepromise.undp.org

Como lastre probable para el éxito se erige el propio contexto africano, donde alrededor del 70 por ciento de la población se compone de pequeños agricultores con capacidad limitada para hacer frente a las “locuras” del clima. De ahí que sea crucial el acompañamiento gubernamental con una correcta evaluación de los riesgos climáticos actuales y futuros, para priorizar opciones de adaptación, a mediano y largo plazos. Entonces,  es aquí donde se insertan las agendas de desarrollo sostenible con acciones decisivas, como la promoción de los llamados empleos verdes. Según las definiciones académicas, entre ellas las de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “los empleos verdes son puestos de trabajo que contribuyen a la conservación, restauración y mejora de la calidad del medioambiente en cualquier sector económico, léase agricultura, industria, administración o servicios”.

Acciones de este tipo han sido monitoreadas por el PNUD y la OIT. Por ejemplo, en Zimbabue y Nigeria se han ido creando empleos especialmente para mujeres y jóvenes en sectores como la energía, los procesos industriales, la agricultura y la silvicultura. En el caso de Harare, ha invertido en agricultura de conservación, creando hasta 30 000 trabajos por cada millón de dólares aportados, otros 100 en una presa hidroeléctrica y 25 en el sector solar comercial. De modo que duele mucho la actual sequía en esa nación del África austral, que afronta el peligro de que se borre lo logrado, sobre todo en la agricultura sostenible. Mientras que Nigeria ha establecido empleos verdes asociados a las energías renovables, con la consiguiente creación de hasta 12 millones de puestos de trabajo. Al justipreciar estas iniciativas, los organismos internacionales reconocen el arraigado compromiso político que derivará en un aporte a la reducción de los gases de efecto invernadero, con beneficios económicos y sociales para la gente.

Magnitud de un problema

El impacto negativo del hombre a nivel mundial, y durante siglos, es tanto que se han ido incrementando fenómenos ambientales nocivos para la vida. Históricamente, el Cuerno Africano o la zona del Sahel han sido los más golpeados en el continente por la sequía y la falta de agua. Ahora ha ido cruzando fronteras: lo apacible que pudiera ser el día a día en Zimbabue se ve tambaleado por una sequedad del suelo. Pero no es solo allí; en general, desde finales de 2023 el sur de África sufre un clima extremo que pone en riesgo de seguridad alimentaria a comunidades enteras. En las zonas rurales de Zimbabue se afronta escasez de alimentos. Zambia y Malaui atraviesan similar panorama. Reportes meteorológicos africanos indican que la sequía se extiende a Botsuana y Angola al oeste, y a Mozambique y Madagascar al este.

Uno de los segmentos poblacionales más vulnerable es sin duda el infantil. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) manifestó en 2023 que, de prolongarse este escenario en 2024, los infantes quedarán más expuestos que el resto, porque las “crisis superpuestas de tiempo extremo en el este y el sur de África, dos regiones que han estado golpeadas, alternativamente, por tormentas e inundaciones, y rachas de calor y sequía en el último año, quebrantan sus elementales exigencias de comida, agua y salubridad”. ¿Es este el futuro que queremos para los niños africanos?

Comparte en redes sociales:

Un comentario

  1. Muchas gracias Mary por tu muy ilustrativo artículo sobre algunos de los males que afectan a la querida África, que sólo terminarán definitivamente cuando sus pueblos extirpen de raíz la herencia y la letal presencia del colonialismo en cualquiera de sus formas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos