La emotividad de plácemes

Dan fe de esta esencia fundamental en el arte protagonistas que hacen historia en la cultura cubana, entre ellos el primer actor Jorge Perugorría, reconocido con el Premio Nacional de Cine 2024


De alguna manera ocurrió cierto luminoso azar concurrente, término de Lezama al referirse a la coincidencia de causas y sucesos. Apenas tras pocas horas del encuentro Titón, todos los días, en la sala Héctor García Mesa del Icaic, se le entregó el Premio Nacional de Cine 2024 al primer actor Jorge Perugorría. Quizás él no presintió la grata sorpresa. Fue antesala el diálogo conducido por Lola Calviño, quien instó al homenaje, ante la primera actriz Mirta Ibarra y el fotógrafo Ernesto Granado. Evocar el genio de Tomás Gutiérrez Alea, Titón, constituyó un desafío. Es imposible abordar en tiempo límite vivencias, gestos, acciones durante una vida profesional, humanista, cálida, fiel al cine cubano.

Los presentes destacaron el magisterio y el compromiso de Titón con el cine cubano.

Cuando preguntamos a Perugorría cómo transitaba el proceso creativo de Titón desde la idea hasta su concreción, nos miró atentamente, incluso, reveló esencias de su propio quehacer: “Cuando supe a través de Mirta sobre el casting para la película Fresa y Chocolate, le pedí a Titón: ¿Por qué no me pruebas para David? Él me respondió: ‘No, serás Diego’. Le daba especial importancia al casting. Pasaron meses y pensé: nunca me llamarán. Pero ocurrió. La experiencia devino una escuela donde aprendí mucho. Él cuidaba el trabajo del actor en función de la escena. Antes, tuve afortunadas vivencias en el teatro junto a directores excelentes: Humberto Rodríguez y Carlos Díaz. Siempre les agradezco. Sin duda, con Fresa y Chocolate interioricé en profundidad el valor de la cadena de acciones. Son muy importantes durante el desempeño actoral. Al preparar el monólogo final de esa película estudié hacerlo ante la cámara. Titón enmendó mi propuesta: ‘Lo haces de espaldas y después te vuelves’. No lo comprendí. Al ver la película lo supe, él tuvo razón. Escucharlo aportaba más de un aprendizaje. Es una figura cimera de nuestra cultura. Está vigente”.

Remembranzas, actitudes, palabras, dibujaron aspectos de la personalidad del notable director. Mirta, su compañera, partícipe en filmes memorables, reveló aristas al mezclar pasiones: “Titón concebía el cine como espectáculo y un instrumento para mejorar la realidad. Revolucionario honesto, comprometido. Ahí están Memorias del subdesarrollo, La última cena. En esta película los jóvenes pueden conocer qué es la esclavitud. Tampoco olvidemos su particular sentido del humor. Lo plasmó de manera sutil”.

Tras breve pausa agregó: “A Julio García Espinosa lo unió una amistad entrañable. Eran diferentes, pero iguales”.

Ernesto Granado hizo énfasis en el concepto de unidad defendido por el director de Fresa y Chocolate.
Para Lola Calviño fue una satisfacción estimular el diálogo entre creadores.

Por su parte, Ernesto Granado, director de fotografía, elogió los vínculos de Titón con su equipo. “El arte y la técnica eran parte del todo. Le abría todas las puertas a la inteligencia. Pero era tajante al momento de decidir. Junto a Mario García Joya abonó un campo fértil en la creación. Tenía incertidumbres sin abandonar el dominio de la historia por contar”.

La cineasta Lourdes de los Santos se refirió al clímax de entendimiento entre directivos y artistas en beneficio del cine cubano.

Razones y motivos en varias voces lo hicieron patente: Tomás Gutiérrez Alea mantuvo los oídos atentos y la mirada sagaz, aguda al criticar conductas inadecuadas. Personajes disímiles fustigaron bajo su certero mando esquemas, prejuicios, censuras, tabúes arraigados, inercias. Condenó la corrupción, la desidia de funcionarios, el oportunismo, la doble moral. Hizo gala de rejuegos cómicos y melodramáticos. Lo sucedido en determinado escenario podía ocurrir o, por lo menos, quedar en tela de juicio. Buscaba emocionar en tanto movimiento in crescendo en pos de un espectador reflexivo.

La emotividad está de plácemes en el cine cubano. El azar volvió a ser concurrente. Quizás por esto hemos visto y escuchamos, una y otra vez, al Diego de Perugorría asegurar: “Hoy es mi día de suerte”. Ese presagio tuvo cauce seguro. Y no, precisamente, por azar, sino en reconocimiento al desempeño de un gran artista en los ámbitos nacional e internacional. Es una suerte tenerlo activo, comprometido, luchando por la unidad de los cineastas en beneficio de la cultura cubana.


CRÉDITOS

Fotos. / Leyva Benítez

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