La competencia por el acceso a la tecnología más avanzada del siglo XXI sigue siendo una fuente de conflicto
La batalla entre China y Estados Unidos se basa en la disputa por un mundo unipolar o multipolar, y dentro de ella se libra una serie de disputas: comercial, de cadena de suministros, financiera o de dominio tecnológico. Esta última, conocida como la cruzada de los semiconductores o chips, es un poco más amplia que los conflictos convencionales y se relaciona con la desglobalización mundial, la fragmentación, la creación de nuevos bloques de países, la autonomía estratégica, la conectividad y la inteligencia artificial.
En 2019, Huawei fue incluida en una lista negra de la Casa Blanca llamada Entity List, que prohibía a las empresas del país norteño vender equipos a esa firma. En 2020, las sanciones se endurecieron e impidieron efectivamente la comercialización de artículos de última generación requeridos para sus teléfonos inteligentes. Y en 2022, Washington introdujo restricciones más amplias, con el objetivo de privar a todas las corporaciones chinas de elementos avanzados.
El propósito de retrasar y frenar el desarrollo de las tecnologías de fabricación de semiconductores del gigante asiático, para evitar que pueda producir sus propios circuitos integrados de vanguardia, queda realmente claro. En este juego uno de los contratiempos es que el mercado de la nación oriental es lo suficientemente grande para ejercer presión sobre numerosas compañías extranjeras.
A finales de marzo de 2023, China puso en marcha una investigación que tenía como propósito auditar a Micron, el mayor fabricante estadounidense de chips de memoria. Como resultado del proceso de análisis, la corporación no podrá exportar más a Beijing sus productos, que en 2019 alcanzaban un valor de 17 mil 500 millones de dólares.
La universidad John Hopkins realizó una investigación con un grupo de destacados expertos, convocados por el Laboratorio de Física Aplicada, para brindar información acerca de cuán grave puede ser el impacto de todas las medidas y quién puede salir perjudicado; la pesquisa se recoge en una serie de artículos, cuyo título es “Medir dos veces, cortar una vez”.
Los académicos no esperan que la relación, en los próximos años, se base en la confianza. Pero creen que, sin una visión más amplia, articulada y persuasiva, los juicios sobre “desconexiones” son recetas para un paciente cuya salud no ha sido bien evaluada y cuya enfermedad no está bien diagnosticada, porque a su entender quien saldrá perjudicado serán los Estados Unidos.
El ingenio del pueblo chino nunca debe subestimarse. El país asiático puede enviar a sus astronautas al espacio con tecnología propia, implementar a pasos firmes los proyectos de exploración de la Luna y de Marte, construir la red ferroviaria de alta velocidad más grande y avanzada del mundo, y también tiene la autoconfianza y la capacidad de desarrollar su propia industria de semiconductores. En una entrevista con el programa The Rachman Review del Financial Times el 2 de marzo, el expresidente de Microsoft, Bill Gates, afirmó que EE.UU. nunca logrará evitar que China tenga chips poderosos.
Un comentario
Los EEUU como primera potencia militar y tecnológica, no cejará en su dominio. Lo veremos al menos por el presente siglo.