Valoraciones sobre el legado imperecedero del maestro cineasta Julio García Espinosa en un registro editorial al que pueden acceder durante la edición 32 de la Feria Internacional del Libro

Esta historia de vida trasciende el pleno disfrute al desandar caminos. Su inmensidad es recreada mediante el intenso bregar de un hombre artista, revolucionario, dado a la entrega, al descubrimiento perenne del hallazgo y de lo nuevo en su infinita connotación renovadora.

El libro Vivir bajo la lluvia, publicado por ediciones Icaic, propicia reencontrar a Julio García Espinosa, quien consagró su existencia al cine cubano y latinoamericano. La complicidad amorosa mantuvo a Dolores Calviño junto al maestro durante más de 40 años y se despliega en 351 páginas reveladoras del ser y el acontecer de un hombre cabal, sincero, decente.

Los lectores podrán acceder al título en formato impreso y digital en el stand A8-A ubicado en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña. Precisamente, esta posibilidad enrumba en una dirección necesaria en los tiempos actuales. Ilustra, invita a pensar, visibiliza las estrategias del eterno provocador, comparte el espíritu fundacional de un nuevo cine, los debates en el Icaic, lo experimental y el neorrealismo presentes en su obra cinematográfica.

La vigencia de Julio García Espinosa en el siglo XXI se expresa con elocuencia no solo desde sus visiones, el volumen incorpora otras maneras de ver –no solo mirar-, las honduras del intelectual fiel a principios éticos y estéticos, sensible, culto.

Defendió la riqueza de la cultura popular, los valores de la música y del teatro, las ideas propias, nunca retóricas o complacientes. Fue un agudo polemista, esta condición devenida voluntad de diálogo alimentó la savia magisterial del fecundo creador. Hoy es preciso discutir sin olvidar nuestras esencias y un principio fundamental que él consideró en su vida: “el arte no se hizo para competir sino para compartir”.

La forja de otro mundo posible recibió ideas, pensamientos, praxis en el cine, su gran pasión. Nos hizo reflexionar sobre las preocupaciones de los pueblos, sus aspiraciones legítimas y el activismo social como contracultura hegemónica estadounidense en beneficio de la integración continental.

Ciertamente, en un mundo interconectado prevalece el desplazamiento progresivo del cine por las redes sociales –medio utilizado de manera recurrente para obtener información–; no obstante, filmes, documentales, cortos, establecen un dinámico estatus de conquista sobre diversos espectadores. Lo recóndito de los seres que hacen historia sin imaginarlo o proponérselo emerge de no pocas producciones fílmicas realizadas en decenas de países.

Decía el inolvidable director cubano Julio García Espinosa, los gestores del Nuevo Cine Latinoamericano, él entre ellos, estaban obsesionados con la profundidad de la mente y olvidaban el cuerpo, su sexualidad. En la actualidad los designios sociológicos y las luchas por conocer la intimidad de las personas han ganado terreno en la visión de los realizadores del continente.

Hay que escuchar al otro, prestar atención a dolores y alegrías implícitas en múltiples desazones. Transformar realidades complejas en espectáculos artísticos demanda comprensiones sobre lo que ocurre y cómo ocurre, mediante asociaciones de aspectos disímiles.

Es imposible apresar tantas de sus obsesiones válidas en toda época. Dolores Calviño lo precisa en la presentación del libro: “El cine es industria y para que esto sea una verdad hay que incrementar la producción, con algunas películas mejores que otras, pero desarrollando la productividad y, sobre todo, a los que trabajan para ello, corrigiendo riesgos, pero divertidos, ‘identificándonos gozosamente’ con todos los que buscan cambiar la realidad”.

Sin duda, comprender a Julio García Espinosa actualiza la trascendencia de los reinos de su mundo. De ningún modo pertenecen al ayer olvidado, pues él habla en lo escrito y en lo filmado de notable importancia para todos los tiempos.