
El montaje de tres nuevos gimnasios biosaludables en la oriental provincia de Las Tunas es uno de esos sucesos que no pasan inadvertidos en el ámbito deportivo del territorio.
Inaugurado ya uno de ellos, en el municipio de Majibacoa; a punto de conclusión otro, en el Reparto Aguilera, de la cabecera provincial; y en avance el tercero, allá en la comunidad costera de Guayabal, municipio de Amancio: los tres sientan bases para que la población continúe concurriendo a esos espacios, concebidos para el ejercicio físico, sano y saludable.

De acuerdo con declaraciones exclusivas para BOHEMIA por Yanneris Castro González, jefa del proceso de actividad física comunitaria en la Dirección Provincial de Deportes, los nuevos equipos son de producción nacional, bajo el santiaguero sello de Retomed y, a diferencia de los gimnasios anteriores, de fabricación china, constan de 14 aparatos (tres más), en tanto especialistas consideran que tienen calidad superior y más resistencia frente a la acción de los agentes naturales y al propio uso social.
Aunque el territorio supera la veintena de instalaciones con ese fin, la realidad muestra que está muy lejos de la cantidad que los habitantes desearían tener, no solo en la principal ciudad o en las cabeceras municipales, sino también en comunidades y asentamientos más apartados, donde la actividad y el ejercicio físico atraen igualmente a personas de todas las edades, sobre todo a adultos mayores, según acota Luis Ramón Fernández Velázquez, metodólogo.

BOHEMIA, sin embargo, aprovecha una vez más la oportunidad para reiterar una observación, con la que coinciden profesores, activistas y directivos vinculados con el funcionamiento de dichos gimnasios. Y es la necesidad en torno a su cuidado y conservación.
Experiencias tristes hay, no del uso, sino del abuso cometido contra algunas de esas nobles instalaciones.
¿Será necesario que el Estado erogue miles y miles de pesos en salario a custodios, para proteger lo que, por gratitud, todos debemos cuidar?
¿Será posible que alguien maltrate o canibalée uno de esos aparatos y quienes los usan –y ven el hecho– se hagan de la vista gorda, sabiendo incluso que eso perjudica a la economía y a todo el mundo?
Esas preguntas no son anillo que encaje únicamente en dedo tunero. Todos sabemos que muy bien entallan en cualquier parte de Cuba.
A menudo la población pide más gimnasios, en más barrios… y es lógico. Pero también es preciso cuidar, entre todos, los ya existentes, ofrecerles, en la medida de lo posible, el mantenimiento que requieren y, sobre todo, usarlos bien.
En ellos anida la cultura física. Nadie puede negar cuánto hay también en ellos de salud.