Me quedo con tu mirada

Mirada. Poco a poco, niños y adultos fueron llegando a la sala que sería reabierta para todos.
Poco a poco, niños y adultos fueron llegando a la sala que sería reabierta para todos. /  Pastor Batista Valdés

A diez minutos de la “hora cero” (en verdad 9:30 de la mañana) todavía yo –que no me he caracterizado por dudar ante nada–seguía sin resolver el dilema.

En el Museo de Artes Decorativas me aguardaba José Aurelio Paz, colega de la prensa, Premio Nacional de Periodismo José Martí, a quien la muerte no se ha llevado –a pesar del correspondiente certificado oficial de defunción– y cuyo libro, paradójicamente titulado Cadáver Público (selecta muestra de crónicas de su autoría, publicadas en el periódico Invasor) sería presentado allí. O sea, una propuesta como para rechuparse los dedos con tecla y todo.

La tentación que me provocaba la Biblioteca Provincial Roberto Rivas Fraga no era menor. Aprovechando el contexto de la 30ª Feria Internacional del Libro, reabriría la sala especial que desde hace muchos años esa institución puso, “a perpetuidad”, en manos de personas con dificultades visuales, motoras, auditivas… para que, a la par de otros derechos, no deje de anidar dentro de ellas el relacionado con el acceso a la lectura.

Como finalmente opté por lo que en vida me aconsejaría José Aurelio, con su sonrisa y el escaso cabello recogido en inseparable colita, puse proa hacia la biblioteca donde unos aguardaban tranquilamente a la sombra de árboles que tornan apacible espacio hogareño el patio interior, mientras otros se iban sumando, porque no todos los días son de Reyes y aquella mañana pareciera que a Gaspar, Melchor y Baltazar les daría por ponerle un extra al calendario.

Que los longevos Noel Fernández Collot y Carlos Abel Ramírez (en representación este último del Consejo de la Asociación Nacional de Ciegos y Débiles Visuales, ANCI) cortaran a dos manos y un mismo latido la cinta de la reactivada sala… es normal.

Que el recinto se haya fortalecido con un grupo de títulos nuevos… bienvenida sea la “oportuna oportunidad”.

Pero lo que en verdad “desordenó” (¡oh, Carilda!) a mis lentes, el fotográfico y el ocular, es ver el asistido y a la vez seguro pasito con que llegaron niños de la Escuela Especial Águedo Morales Reina: dueños en realidad de la sala y de la biblioteca toda.

A mí los nervios se me pusieran de punta sabiendo que ojos videntes y oídos de impecable audición están atentos a lo que leen mis dedos y transmite mi voz… A Yudiannis Barrera Mujica, en cambio, no se le alteró ni un poro mientras demostraba habilidades que le permiten leer textos increíbles gracias al sistema Braille y que le ayudan a avanzar mejor en sus estudios de secundaria básica.

Privilegio el de ese libro, ser disfrutado por Chamina. / Pastor Batista Valdés
Privilegio el de ese libro, ser disfrutado por Chamina. / Pastor Batista Valdés

Apacible como una pequeña mariposita uniformada de rojo y blanco, Chamina Samprón Quintana, de cuarto grado, me dejó con la boca abierta. No ve como los demás, no escucha… pero lee tan bien que si cierro los ojos podría imaginar a una de las niñas que comparten espacio escolar y humano con mi nieta Isabela, allá en Las Tunas; o con Lucas, el simpático hijo de Aymée Rabassa e Iván Powell, acá en Ciego de Ávila.

¿Para quién mejor que para niñas y niños pueden estar concebidos eventos culturales como la Feria del Libro, que año tras año contagia, para bien, a todo el país?

Por eso Humberto Delgado Valdés (débil visual) tomó del brazo a su esposa Danay Ramírez Echemendía (carente de visión), cargó en brazos a la pequeña Keilys (con excelente pupila) y vino hacia este salón donde todo el que llega tiene la privilegiada capacidad de ver con esos ojos comunes e insustituibles que nunca se cierran ni se engañan ni se rinden: los del corazón.

-Y ahora viene lo mejor –anunció la joven Lianet Morales, encargada de rehabilitación en la ANCI, al frente de la sala, además– ¡Arriba, quién nos ofrece una pincelada cultural!

Por lo visto, aquí no hay hielo que romper. A capella, el pequeño Cristofer López no deja duda de que muy bien pudo integrar el coro y hasta ser voz principal al lado del español José Luis Perales en la canción Que canten los niños…

La octogenaria Ninfa Rosa Casanova, por siempre niña, declamó versos que la han acompañado durante siglos. Y Luis Martínez arrancó aplausos con décimas dedicadas a la estructura de la propia décima.

Leer con la yema de los dedos… ¡Claro que es posible! /  Pastor Batista Valdés
Leer con la yema de los dedos… ¡Claro que es posible! / Pastor Batista Valdés

Imbuida de un talento natural, divino, Yudiannis volvió a irrumpir en escena. Estaba tan segura como cuando sus dedos leían lo que yo jamás podré descifrar a ras de la blanca cartulina. Pero ella no necesita ver. Sabe que el silencio absoluto a su alrededor es una pupila enorme a la escucha. Y entonces, con voz de princesa encantadora, dijo:

Sin tenerlo que escribir / te puedo decir con calma / que tengo un sueño en el alma / y que lo quiero decir / yo no puedo describir / el dulzor que hay en la miel / pero como sí soy fiel / quiero ver por qué rincones / yo llego a los corazones / de Carlos y de Noel.

¿Acaso distan esos diez improvisados versos octosilábicos de los que, impresos, forman parte de libros como los que ahora mismo cientos de cubanos compran en la Feria?

Mis ojos chocaron con una mujer que parecía sollozar en silencio. “Es que soy la abuelita de Yudiannis”, me explicó concentrando en su mirada la humildad de toda la familia y de quienes habitan aquella apartada zona rural, donde tal vez el sinsonte entra a picotear o a trinar en la sala de la casa y donde desde la niñez se aprende a compartir el caramelo o el plato de comida.

No digo más. Perdón hermano José Aurelio. No fui a disfrutar el modo en que nuestro gremio te hizo resucitar mediante la presentación de tu excelente Cadáver Público. Pero sé que me perdonas. Porque habrías hecho, exacta e incuestionablemente, lo mismo.

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2 comentarios

  1. Gracias Regla. No pienso cambiar ni aunque cambie el mundo entero. Ustedes, lectores, merecen lo mejor siempre. Gracias por escribir y por opinar.

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