Pareciera como si el eje político del globo terráqueo girara únicamente en torno al enfrentamiento entre Rusia y Ucrania. Por la preeminencia que se le da en los medios informativos de cualquier formato. Y por su real significación. Pero existen en el planeta muchísimos conflictos minimizados o apenas difundidos.

Del área que me ocupa profesionalmente pudiera presentar varios tópicos: la continua agresividad israelí contra el pueblo palestino en lo que ya viene siendo una vergüenza de comportamiento ¿humano?  La peculiar “amistad” de Washington con Taiwán, que transita por la venta de armas, en un claro ejercicio de azuzamiento al secesionismo, que contraviene las Resoluciones de la ONU que desde 1979 tienen a la isla como parte inseparable de China.

Qué decir del rebrote de enfermedades tenidas a “raya”: la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) indican que unos 73 millones de niñas y niños, además de peligrar por la covid-19, comenzarán a padecer de sarampión. En África y en la región del Mediterráneo oriental se dan las mayores incidencias, debido a lagunas en la inmunización como consecuencia de la pobreza extrema y los conflictos bélicos. Ahí están Yemen, Somalia, Nigeria, Afganistán, Etiopía.

Cada uno de estos ejemplos pudiera verse como polea de transmisión individual de un desempeño mayor, en lo regional y hasta en lo geopolítico. Precisamente este texto recae en la particularidad representativa de Siria para Oriente Medio y más allá de sus fronteras. De los sirios que han decidido echar pie en tierra por su patria casi nunca se habla de manera objetiva, salvo en aquellos medios con decoro. Propensión marcada incluso en el desenvolvimiento de parcializadas y tendenciosas agencias foráneas, supuestamente veladoras de los derechos humanos.

Singularidades que marcan pautas geopolíticas

¿Por qué esa ponzoña? Siria sigue siendo la principal nación sobreviviente a las frecuentes divisiones políticas vividas este siglo XXI en la región, que vio expandirse, además, en lo económico al neoliberalismo. Por tanto, por mucho que la oposición nacional y el terrorismo externo impulsaron una devastadora guerra (financiada por EE.UU, Occidente entre otros), el Gobierno de Bashar al Assad no ha podido ser derrotado. La ayuda militar rusa ha sido clave, igual que el apoyo moral y diplomático chino.

A pesar de colindar con Irak, Turquía e Israel, el país sigue impulsando los sueños de panarabismo, idea que en un tiempo signó el desempeño medioriental. No obstante la permanencia de esta filosofía del colectivismo, antaño bloque monolítico, lo realmente significativo es la decisión de no dejarse avasallar por el imperialismo: ni el yanqui, ni el sionista. Importante: detenerse en la resistencia siria a los embates colonialistas israelíes –ocupante ilegal de las Alturas del Golán– porque sirve de valladar contra una mayor expansión de Tel Aviv, tan segregacionista como lo fue la Sudáfrica blanca.

La ambición por los recursos naturales de Siria desempeña su papel. Antes de 2011, la nación exportaba crudo y trigo, rubros que paradójicamente hoy en día presentan una aguda escasez, atribuible al saqueo de las tropas estadounidenses en la región nororiental, zona a la que nunca fue invitada. Robo que debe ser compensado importando. Operaciones también boicoteadas: una nota, fechada el 26 de abril en Damasco por Prensa Latina, informó que los buques iraníes con petróleo y trigo fueron retenidos en alta mar para impedir su llegada a Siria, corroborado por Madi Dakhlala, dirigente del partido Baath.

En cuanto a Israel, explota las fuentes fluviales usurpadas en el Golán. Sin duda eso lastra la economía siria, pero –tal como lo percibo– lo esencial recae en lo simbólico, el valor que representa enfrentar los constantes ataques sionistas con poderoso armamento, incluido el peligro del nuclear. Existe otro hecho singular: al igual que Cuba, el pueblo sirio se ve acosado. Desde 2020 Washington ha impuesto sanciones extraterritoriales y unilaterales, mediante la llamada Ley César. Al sobreponerse a todos esos factores, Siria envía un mensaje a los palestinos, a los iraníes, a los iraquíes y a la humanidad en su conjunto: se puede.

Alta política

En un interesante artículo publicado en Al Mayadeen, el analista internacional Ahmed Al-Darzi sostiene que, aunque inmerso en su campaña bélica ucraniana, “Moscú busca impulsar una solución política en Siria, basada en los acontecimientos del cambio en el equilibrio de poder global, ya que las políticas estadounidenses pretenden detener el surgimiento de países hostiles a su hegemonía y mantener su existencia como la única fuerza polar en el mundo”. Reconoce Al-Darzi las complejidades, de modo que, según él, tal vez Moscú no pueda lograr soluciones en un futuro cercano, ya que la escena siria no está aislada del resto de las variables internacionales involucradas en el conflicto, léase problemas con los turcos, kurdos, con los israelíes y los estadounidenses, presentes en el terreno de la nación árabe.

“Como pieza de un nuevo orden internacional, Siria puede ser la última área en definir su curso”, y acota un vaticinio pesimista: “por el momento, solo pueden continuar en un estado de división destructiva”. Algo de lo que discrepa esta comentarista.

El país alza su voz y avanza a pesar de todo

Un despacho noticioso de la agencia local SANA dio cuenta este 17 de abril del entusiasmo de la juventud (con apoyo del Ministerio de Educación), la cual organizó un masivo carnaval. Llenos de júbilo celebraron el aniversario 76 del Día de la Independencia siria. Se realizaron espectáculos artísticos y patrióticos, y se leyó el nombrado “Documento Nacional” dirigido al presidente Bashar al-Assad. Reafirmaron su compromiso con la patria y su sentido de “responsabilidad que imponen los desafíos y cambios, armados con los valores de la gran Independencia, implicados en la reconstrucción y producción, y en la defensa en el campo de batalla”. ¿Es esto autodestrucción?

No es menos cierto que la guerra ha elevado el porcentaje de migración económica juvenil o con estatus de refugiados (la mayoría hacia Europa). Desde hace un año se está dando paulatinamente un proceso de retorno, a medida que se cimenta la unidad y el sentido de pertenencia. La población ha ido comprendiendo que fue manipulada por intereses foráneos depredadores, en ese rejuego de divide y vencerás. Ganados en conciencia, ya no están dispuestos a renunciar a su soberanía. Para ese objetivo, lo mismo se combate en el frente de batalla que se ejercita la diplomacia en la ONU, con exhortaciones a frenar los crímenes de lesa humanidad contra miles de seres. Caso emblemático, el de la ciudad de Raqqa, intervenida por la “coalición internacional” liderada por los Estados Unidos.