Desastre total: vida miserable y sin futuro a la vista, acompañada de una vulnerabilidad tan elevada y sostenida que hace que cualquier pronunciamiento sobre las más elementales necesidades quede en pura declaración de principios. Así sigue siendo la cotidianidad de los palestinos. Lo fue en 2021 y en 2022 no parece vaya a tomar el camino de la redención.
A pocas semanas de finalizar el año pasado, Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, afirmó que la situación sobre ese particular en los territorios ocupados está signada por “graves infracciones que afectaron a unos cuatro millones de personas”. En su informe al Comité para el Ejercicio de los Derechos Inalienables del Pueblo Palestino, la funcionaria mostró total conciencia del embrollo generado por las ansias de expansión y aniquilación étnica de Israel.
Según la chilena, dichos elementos “socavan las perspectivas de paz y desarrollo sostenible no solo de los palestinos, sino también de Israel y la región”. En un ejercicio de lucidez, reiteró lo que casi la totalidad del mundo reclama: “Solo el fin de la ocupación puede traer una paz duradera y establecer las condiciones en las que los derechos humanos de todos puedan ser plenamente respetados”.
Horror y más horror
La Franja de Gaza sufrió en mayo de 2021 una de sus peores crisis de enfrentamientos con el invasor. Las escaramuzas se vienen sucediendo desde 2007, cuando tomó allí el poder la organización de resistencia por las armas Hamás, acusada tendenciosamente de terrorista. Este modo de ver la lucha palestina es muy conveniente a Israel. Le permite mostrarse como víctima ante aquellas naciones con las que en los últimos dos años estableció relaciones diplomáticas: regalo político de Donald Trump.
La realidad es bien distinta, ya que Hamás apoyó con misiles las acciones de protesta de sus hermanos en Cisjordania y Jerusalén, a los que estaban desalojando de sus viviendas. La respuesta colonial por aire fue desmedida: 130 civiles y 67 niños muertos. En Israel perecieron 10 personas. A raíz de la escabrosa respuesta militar, el Consejo de Derechos Humanos creó una comisión investigadora internacional independiente, que todavía no ha rendido informe, lo cual hará en junio próximo. ¿Más de lo mismo?
Lo cierto es que, además, durante 15 años los sucesivos gobiernos de Tel Aviv mantienen contra la Franja de Gaza un bloqueo terrestre, marítimo y aéreo. En esa pequeña zona densamente poblada, con más de un millón de habitantes, el vivir diario sigue marcado por el horror y no por la belleza. Ante la mirada, una infraestructura vital derrumbándose y un sistema de alcantarillado en descomposición. A lo que se le añaden también severas restricciones a la circulación y las obstrucciones al acceso de personas, bienes y servicios esenciales, incluida la atención médica especializada. Michelle Bachelet estima que el panorama de conjunto “genera un inmenso sufrimiento”.
La inercia campea
El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de la ONU le dio luz verde a la tan mencionada “resolución de la partición” (la 181) porque asienta como legítima y crucial la creación de un “Estado judío” y un “Estado árabe” en Palestina, con Jerusalén como corpus separatum sometido a un régimen internacional especial. Propósitos que han quedado inconclusos y siempre a favor de Israel como Estado judío.
Los grandes capitales, poderes decisores en la práctica, mucho tienen que ver con semejante resultado, donde la nación hebrea se ha levantado en el Levante como un coloso hostil en lo económico, tecnológico y armamentístico. Las disputas entre los árabes tampoco han ayudado, lo mismo las desuniones de las fuerzas palestinas; sin embargo, no nos toca juzgarlos. Amén de esas últimas deficiencias, lo cierto es que Israel ha crecido como un monstruo sionista-imperialista émulo de los Estados Unidos, su gran padrino.
Frente a ello, la comunidad planetaria protesta y crea simbolismos como el de 1977, cuando la ONU instauró el 29 de noviembre como Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. Tor Wennesland, coordinador especial de las Naciones Unidas para el Proceso de Paz de Oriente Medio afirmó, una y otra vez, que lo que se necesita son acciones definitivas a modo de freno a los desmanes de Tel Aviv y su robo de tierras. En octubre de 2021, Israel anunció la apertura de licitaciones para 1 300 nuevas casas en Cisjordania, que se construyen sobre las demolidas de los árabes.
Tamaña perspectiva colonizadora ha hecho que Wennesland, citado el 19 de enero de 2022 al Consejo de Seguridad, alertara sobre la actual y futura crisis fiscal, social y económica, amenazadora de la estabilidad de las instituciones palestinas. Dijo más: “Mientras persiste la violencia y continúan las medidas unilaterales, como la expansión de los asentamientos israelíes y las demoliciones, esto derivará, entre otras cosas, en el socavamiento del prestigio de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), reduciendo todavía más las expectativas de volver a entablar negociaciones”.
Con todo, el 29 de diciembre de 2021 una tremenda noticia había sorprendido: Benny Gantz, ministro de Defensa israelí, y Mahmud Abbas, líder de la ANP, se reunieron presencialmente por primera vez en 11 años. En notas fechadas por la AFP y Prensa Latina trascendió que dialogaron sobre seguridad y asuntos civiles. La parte hebrea pidió a su interlocutor trabajar por el fin de la ola de ataques antisraelíes en Cisjordania, mientas que Abbas solicitó a Tel Aviv que condenara la violencia de los colonos contra ellos. En tanto, el titular palestino de Asuntos Civiles, Hussein al Sheikh, ponderó el intercambio, el cual, aseguró, “crea un horizonte político”.
Elogiamos el optimismo, siempre trascendental, pero cabe preguntarse si tiene sustento real, porque, tal como lo ve esta comentarista, Israel practica una política de “hechos consumados”, lo que crea realidades en el terreno de difícil reversibilidad: hoy por hoy lo que queda de Palestina son cantones separados. Tiempo atrás, ante una reclamación de Abbas de que Israel se retirara de los territorios ocupados en 1967, ese propio Benny Gantz sentenció: “Nadie va a ir a ninguna parte.” Falta hace que los EE.UU. dejen de estimularle ínfulas al sionismo y que la ONU aplique severamente todos los acuerdos. Y entonces sí, tal vez, el año que viene algo bueno suceda.
5 comentarios
CAMBIOS SOLAMENTE VENDRA DE LOS ESTADOS UNIDOS , EN EL MOMENTO QUE ISRAEL MOLESTE A LOS INTERESES AMERICANOS EN EL MEDIO ORIENTE LA POLITICA AMERICANA CAMBIARA HACIA LOS ZIONISTA ISRAELITAS Y ESE ES EL VERDADERO FACTOR QUE VA A VER UN CAMBIO EN EL MEDIO ORIENTE
Por desgracias, es la cotidianidad de esa porción de la humanidad. Gracias, por denunciar esa situación.
Excelente análisis que aborda una de las problemáticas internacionales más recurrentes de los últimos 70 años y que urge resolver.
Igualmente es muy sugerente lo que aborda y sus propuestas de solución así como la denuncia que hace de los excesos del sistema imperialista judeo-cristiano que se le ha impuesto al planeta.
Muchas gracias a Maria Victoria por este trabajo.
Muchas gracias a la excelente periodista Maria Victoria Valdés Roda por éste esclarecedor trabajo sobre la impunidad con que actúa el régimen nazi-sionistas de Israel, gracias a la complicidad de sus mentores neocolonialista, que han hecho de Israel una base de operaciones intervencionistas en Oriente Medio. La Humanidad progresista tiene que encontrar la vía para acabar con esa criminal situación.
Ya me he manifestado otras veces: el nazismo, el apartheid, y ahora Israel es parte de los mismos, el judío capitalista igual a zionismo.