Foto./ Pastor Batista.
Foto./ Pastor Batista.

Receta “uruguaya”

Cruzar brazos es muy fácil. Este material, sin embargo, es de -y para- quienes le meten el pecho a lo difícil


Si en todas partes se pensara y se actuara como sucede en el coloso azucarero Uruguay, de Jatibonico, Sancti Spíritus, no tenga usted la menor duda de que empresas con pérdida saldrían poco a poco de su bache, las rentables seguirían avanzando y, de forma general, las cosas marcharían mejor.

Si alguien imagina que es un elogio inmerecido o superficial, puede pasar a la hora que desee, sin previo aviso, por allí.

Es cierto que no verá las grandes chimeneas despidiendo humo revelador del proceso productivo, ni sentirá el legendario pitazo anunciando el cumplimiento de la tarea del día, pero saldrá convencido de que, sin haber recibido ni un canuto de caña en el basculador, el central está “moliendo”.

No hablo de la gramínea que le está tirando por ferrocarril al Melanio Hernández, de Tuinucú: 75 por ciento de lo que este procesa.

Tampoco me refiero, solamente, a las más de cien ruedas de vagones ferroviarios que, a pecho y pulmón, han recuperado para asegurar el traslado de toda esa materia prima.

Pienso, también, en el grupo de hombres integrados a uno de los tres turnos de trabajo en el propio Melanio, la brigada de mantenimiento (de día) que allí echa rodilla en tierra y el encomiable aporte realizado durante la etapa de reparaciones para dejar listo ese ingenio: único que está funcionando en geografía espirituana.

Hace unas horas, conversando con Vladimir Gómez Morales, administrador del central jatiboniquense, me contaba entusiasmado cómo, lejos de estar inactivos o subutilizados, trabajadores y especialistas del Uruguay permanecen fajados contra las adversidades de esta zafra en el coloso Antonio Guiteras, de Las Tunas, y lo hacen en el Jesús Rabí, de Matanzas, provincia donde también fue muy valiosa la contribución para alistar el Mario Muñoz, del mismo modo que el Ecuador, en Ciego de Ávila.

El aporte del Uruguay fue decisivo para la arrancada de centrales como el Ecuador, de Ciego de Ávila. / Pastor Batista.

Así, áreas tan estratégicas o determinantes como las de molinos, calderas, basculador…han sido epicentro de solidario apoyo por parte del, ahora supuestamente, inactivo central asentado en Jatibonico.

Otro elemento que llama la atención es cómo su colectivo está empeñado en sacarle guarapo (resultado, dinero, ganancia) hasta a una roca, con el objetivo de revertir la desfavorable situación que han presentado últimamente.

Entre otras evidencias, acude a la mente el caso de unas estructuras sin uso, cuyos tubos de cobre fueron convenientemente aprovechados y vendidos a cinco empresas necesitadas de ellos, decisión que se tradujo no solo en ingresos propios sino también en el ahorro de unos 146 000 euros para la nación.

Nadie niega que, ojo afinado y lápiz en mano, usted puede igualmente detectar problemas, insatisfacciones, dificultades que es preciso superar. Díganme en qué lugar no.

Es obvio, sin embargo, que, al menos la nociva tendencia a cruzar brazos y perderse eternamente en un largo bostezo, no va con un central como este que, durante años, se disputó en reñidísima y fraternal confrontación con el Antonio Guiteras la condición de mayor productor de azúcar en Cuba.

Que retornen esos tiempos -y que por obra y gracia no van a venir- es lo mejor que puede suceder… para el coloso, para Sancti Spíritus, para el país.  ¿La receta? Trabajar.

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