Esencias, motivaciones y pensamientos de uno de los destacados músicos que integra la nueva generación de trovadores en Cuba
El azar nos jugó una mala pasada. Habíamos acordado conversar en su hogar, en la barriada de Lawton, donde Rey Montalvo (Matanzas, 1989) disfruta de un patio inmenso y del cultivo de frutas, vegetales. Allí resguarda la que considero una cálida y provocadora discografía personal; de ella forman parte, entre otros, los fonogramas Lares (2013) y No se aprovechen (2019), ambos producidos en los Estudios Ojalá con la participación de Silvio Rodríguez. También le había propuesto “repasar” algunas de las preciosas 25 canciones reunidas en el libro Postal de Peces (2011), de Ediciones Vigía. Pero, a última hora, hubo que cambiar el lugar del encuentro, lo fijamos en el Pabellón Cuba, “un grato escenario” y sede de la Asociación Hermanos Saíz, donde es editor de la revista Zona Crítica.
Trovador, sociólogo, escritor y conductor del programa televisual Entre Manos, Rey Montalvo pertenece al catálogo de artistas del Centro Nacional de Música Popular. Es miembro de la Asociación de Músicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Se ha presentado en escenarios de Argentina, México, Chile y China. Es difícil conocer con profundidad a aristas del vasto universo que lo seduce. Cuando indago sobre la abundancia de su facultad creadora comparte intimidades quizás nunca antes reveladas. Vuelve a su ciudad natal, al detalle de diferentes procesos creativos en los que perdura el desafío de las palabras, las imágenes. Descarto las tácitas preguntas en busca de respuestas, prefiero apelar a sus meditaciones y seguir la modulación del curso del diálogo.
Rey habla sin prisa. Mediante vívidas evocaciones demuestra que la pasión de su poética no se limita al verso cantado.
Dice: “Matanzas sigue presente en mi memoria y en mis canciones. Conservo la calma y la energía, la mística que he sentido en esa ciudad. Necesito mucho esa paz. Sigo siendo matancero. Pero la vida nos lleva a otros lugares y me trajo a la capital. Las capitales se lo tragan todo, también ofrecen mayores oportunidades. La nostalgia siempre viaja con uno. Tengo amigos, vivencias, sueños que ya están entrelazados con La Habana. Aquí están mis dos hijos”.
Sin sacar la guitarra del estuche emprende el viaje personal sugerido. La honestidad sigue emanando mientras comparte lo propio al expresar: “No he experimentado el síndrome de la cuartilla en blanco. Casi siempre me siento a escribir una canción. El deseo no está presente per se. Llega de la necesidad de tocar o la responsabilidad al estudiar el instrumento. La motivación surge si estoy leyendo algo nuevo. Por ejemplo, determinado verso de un poemario de Nazim Hikmet me sugirió una idea, esa es la que me pesca. Soy muy caótico con la creación en la música.
“Me ocurre diferente en la literatura. En ella asumo otra organicidad sociológica. Es imposible desligarme de mí mismo. Soy hijo de un músico, Reinaldo Montalvo, y de una periodista, Bárbara Vasallo. Todo fluye en mi novela Después de volver, la publicó en formato digital la editorial argentina Acercándonos. Al concebirla me fueron muy útiles las enseñanzas del escritor y maestro Eduardo Heras León en el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso donde me gradué en 2016”.
Los recuerdos y las experiencias son motivaciones proverbiales en su acontecer.
“Hace varios años un trovador me comentó: tus canciones son historias, ¿por qué no escribes narrativa?
“Mis temas son los propios de los seres humanos en sociedad, en conflicto. Soy consciente de lo que significa ponerse en el lugar del otro o de la otra. Vivo de preguntar, de indagar el porqué. Creo que esta actitud es sociológica y revolucionaria”.
Apenas hace una pausa y continúa: “Los trovadores han sido los sociólogos de la Revolución. En las canciones de Silvio, Pablo y Noel hay una intención de subvertir lo establecido. Precisamente, ofrecen una visión sociológica de la época. Silvio forma parte de un núcleo importante de esa representación. Hay que escucharlo, siempre dice algo interesante. Es como Sócrates. Cuando le mostré mis canciones, me ayudó a realizar los primeros discos, lo hizo no para otorgarme un privilegio, sino para compartir su verdad y escuchar la verdad de otro”.
Por aquello de “repasar” algunas canciones a la escucha de sus discos, indago sobre otros empeños: ¿Dónde podemos escucharte? ¿Y al resto de los trovadores?
“Los espacios continúan siendo insuficientes. El nuestro es un país de muchos trovadores. Tendría que convertirse la trova en un arte popular, pero no lo es. Debe estar presente en los matutinos de centros de trabajo y de estudios. En contextos de tanto ajetreo, una canción o dos te pueden salvar el día.
“He pensado compartir mis canciones en las paradas, pero las condiciones son complicadas debido al ruido, al hacinamiento. Estoy dispuesto a cantar donde me llamen. Traté de coordinar la Fábrica de Trova en La Guayabera, en Alamar, pero la batalla fue muy difícil. Hay muchos burócratas dentro del arte.
“Después del reordenamiento económico a los trovadores nos ha ido mal. Las instituciones de cultura carecen de presupuesto. El trovador depende del público que lo va a ver y a escuchar, si no estamos visibilizados en los medios perdemos esa relación. El programa Entre Manos que conduzco junto a Marta Campos en el Canal Habana defiende ese nexo con los públicos”.
Busca la guitarra en el cuidado estuche y la deja a su lado.
“No se trata de cantar por cantar sino de hacerlo para expresar lo que quiero decir y tener la libertad de sentirme un artista pleno. Mi sustento está en las giras que hago fuera de Cuba. Aquí hoy no puedo vivir de mi trabajo. Mantengo la fe en el ser humano. Es urgente seguir construyendo un mundo mejor. No tengo derecho a quejarme. He visto tantas cosas en el exterior. Afuera existe un gran nivel de desamparo y esto no lo he vivido en mi país. La Revolución es más grande que todo. Nuestro pueblo tiene un corazón inmenso”.
Comienza a cantar temas del disco Discurso de primavera (Bis Music) en el que lideran la esperanza, la verdad artística, las razones de un trovador comprometido consigo mismo y con la Patria. Las palabras, las ideas, la música, la guitarra y él mismo siguen dialogando para todos los tiempos.
CRÉDITOS
Foto. / Leyva Benítez