Nuestra pelota respira aromas de progreso. Cuba entre los cuatro grandes del V Clásico Mundial, ganado por tercera vez por Japón. Miguel Díaz-Canel recibió al equipo en el aeropuerto
Preferimos comenzar esta historia por el final para no dilatar demasiado lo conseguido por el equipo Cuba en el V Clásico Mundial, meritoriamente ubicado entre los cuatro grandes de la competición más importante a nivel de selecciones nacionales.
Nos cuestionábamos 30 días atrás los motivos de la actuación de otra escuadra antillana, conformada por nombres que no figuraron después en la lid mundial. Era la Serie del Caribe Gran Caracas 2023, en la cual Agricultores, campeón de la I Liga Élite, representado esa vez con solo cinco refuerzos, terminó como el peor clasificado entre los ocho participantes.
Por fortuna en aquella ocasión aclaramos en este mismo espacio que, a la par de ese descalabro, “crecían las expectativas de cara al V Clásico Mundial”. Especialmente se debía a la categoría de la convocatoria, sobre la cual haremos referencia más adelante.
Se repitieron aquí algunos puntos negros en cuanto a lo táctico; en general acabaron siendo más los aciertos. Se nubló mucho más el cielo allende lo deportivo, pues desde que partieron rumbo a Miami, sede de las instancias finales, enfurecieron algunos sectores radicales de cubanos establecidos en esa urbe estadounidense.
En lo personal encontré videos y leí varios comentarios en redes sociales. Surrealistas todos. Una cosa fue lo que ocurrió con esos personajes caricaturescos y otra muy distinta aconteció con miles de aficionados que, como buenos cubanos amantes del deporte de las bolas y los strikes, sacaron su boleto, disfrutaron del juego y apoyaron al conjunto de las cuatro letras.
Histórico equipo además el dirigido por Armando Johnson, pues se conformó por primera vez con una mezcla de peloteros que no tienen vínculo con la Federación Cubana, varios de ellos ligamayoristas, quienes se unieron a otros contratados también en el exterior mediante la entidad, más una suma no menos importante de jugadores pertenecientes a nuestros torneos domésticos.
El cambio de pensamiento, como referimos en este mismo espacio una edición atrás, se arrimó a los encargados de encaminar el béisbol de Cuba, no en vano declarado Patrimonio Cultural de la Nación.
Después descubrimos que todavía quedan algunos náufragos del pasado, los cuales entraron al LoanDepot Park para mostrar su lado oscuro, alejados por demás de lo que se profesa como juego limpio. Entorpecieron a los protagonistas y empañaron la sede. Gritaron groserías, lanzaron objetos y saltaron al terreno en tres ocasiones.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba denunció de forma enérgica lo acontecido, catalogando los hechos de viles y organizados con un claro propósito de desestabilizar a nuestro equipo. Además, en su nota incluyó que no se hicieron cumplir las reglas del orden y la conducta establecidas en el estadio, por lo que hubo complicidad de las autoridades locales.
De todos modos se fueron con la de trapo, como decimos en argot beisbolero. Es cierto que Cuba perdió ese juego ante un rival superior como lo es Estados Unidos –a la postre subcampeón– y por amplio margen (14-2), pero las payasadas circenses de unos pocos excéntricos frustrados quedaron en un plano inferior.
En definitiva lo del Team Cuba fue una proeza. Segunda mejor actuación después del subcampeonato conseguido en 2006. En términos generales, mi opinión es que se ganó de cara al futuro. No hubo corona; triunfaron el amor, la unidad y la esperanza.
Llegada
“Emocionado por recibirlos esta mañana”, fue una de las primeras frases del presidente cubano Miguel Díaz-Canel, al reencontrarse con el elenco en el Aeropuerto Internacional José Martí. “Estoy seguro de que aquí recibirán muchas muestras de cariño”, agregó el mandatario.
Fueron ciertas sus palabras. Así lo sentimos todos, incluidos los que esperamos con ansias en la Ciudad Deportiva. En ese histórico recinto acabó el recorrido de los peloteros, luego de pasear en dos ómnibus turísticos por varias de las principales arterias de la capital, en las que la gente esperó para verles pasar y regalarles un saludo. Había una fiesta preparada desde mucho antes.
Como cronista deportivo, después de reflejar la actuación de los nuestros en cada una de las jornadas, incluso de madrugada cuando jugaron en Asia, me hubiera encantado acompañarlos, ser testigo del abrazo del presidente para con ellos y del amor de su pueblo. Solo fui convocado al Coliseo. A las nueve de la mañana de ese inolvidable lunes, cuando conseguí entrar junto con la fotorreportera Anaray Lorenzo, nos inmiscuimos entre un mar de gente. El alboroto era tremendo.
Una pantalla gigante, similar a las que proyectaron el choque semifinal ante Estados Unidos en varios barrios cubanos, iba marcando el paso del equipo desde que se bajó de la aeronave y en las pausas televisivas, que no fueron breves; se escucharon canciones del repertorio nacional bailable. Las gradas, como si de un juego se tratase, se animaron, cantaron y hasta hicieron la ola.
Como era de esperar, la algarabía creció cuando entraron al tabloncillo los atletas. En ese momento muchos concretamos la misma idea. Todo aquel odio previo de un sector de aficionados en Miami lo borró la satisfacción del pueblo cubano.
Con ese pensamiento confluyó también Osvaldo Vento, presidente del Inder, quien en su discurso, desde la segunda sección de gradas y a unos pocos metros de donde se sentaron, después de ser aclamados los integrantes de la escuadra, dijo: “nos unió el amor por el béisbol y la patria. Pocos atletas en el mundo han tenido que enfrentar tanto reproche en una lid. Pero ustedes han conseguido un resultado histórico para el deporte cubano. No importa lo ocurrido ante Estados Unidos, ellos tenían un equipo superior. Ustedes ya habían ganado antes”.
Apenas el día previo, mientras los jugadores del Team Cuba permanecían aún sobre el césped del estadio de los Marlins lamentando la derrota ante los locales, la conclusión más importante fue resumir que conseguimos armar un equipo competitivo y nos colamos de imprevisto entre los cuatro grandes del V Clásico Mundial de Béisbol, tras varios años de sucesivos descalabros en eventos internacionales.
Aunque la noche del domingo 19 de marzo se pudo parecer en una primera impresión al final de un sueño, es tan solo el principio. Ahora bien, los mejores peloteros cubanos, sin importar donde viven o juegan, tienen que seguir formando parte de la selección nacional. Se abrió una puerta que no debe cerrarse. Con certeza podemos afirmar que vamos por el rumbo correcto. Uno de los procesos, sino el más importante, con vistas al desarrollo futuro de la pelota cubana, comenzó y ya rindió frutos.
Nuevas competencias vendrán y la confianza ahora se adueñó de los aficionados. Todos necesitábamos la resurrección de nuestro pasatiempo nacional.
Trayecto
Repasemos para que quede guardado en los archivos el camino de los nuestros.
Es necesario destacar la preparación. No podemos olvidar que el núcleo central de la plantilla, sin los jugadores radicados en Estados Unidos, se concentró cerca de un mes precompetencia y disputó 11 juegos repartidos entre clubes de Japón y Taipei de China.
Esa gira tuvo vital importancia. La adaptación al horario asiático, sumado al fogueo con peloteros profesionales de esas latitudes, derivó en el buen el desempeño posterior.
Pocos pronosticamos –y me incluyo– disputar semifinales, la realidad es que se trató de una labor honrosa en la que los popularmente conocidos como Team Asere se recuperaron al límite de tiempo de dos fracasos en la arrancada.
Algunos incluso los dieron por muertos. No era para menos. Países Bajos e Italia nos vencieron con pizarras de 4-2 y 6-3, respectivamente. Mas en los siguientes dos compromisos de la fase de grupos nos impusimos categóricamente a Panamá 13-4 y a los anfitriones de la Llave A, Taipei de China, 7-1.
Los cinco conjuntos quedaron con igual balance de victorias y derrotas (2-2) y el sistema de desempate midió en primer lugar las carreras permitidas. En ese acápite sacamos la mejor parte y ¡acabamos como punteros de grupo!
Por cierto, es importante aclarar que nuestro pitcheo nos llevó hasta allí, pues con un acumulado de 15 carreras permitidas, superamos a Italia (17, segundo) y de paso evitamos el cruce directo en cuartos de final ante uno de los favoritos como Japón, que de hecho terminó alzando su tercer título de campeón en la historia al disponer en la final de Estados Unidos con pizarra de 3-2, con gran protagonismo del fenómeno Shohei Ohtani, seleccionado mejor jugador del torneo, un hombre que es capaz de conectar jonrones y lanzar a más de 100 millas.
Australia fue nuestro oponente. Un compromiso no apto para cardiacos. Emocionante hasta el último out. Con el resultado final de 4-3 el conjunto hizo las maletas entre festejos y partió hacia Miami. El resto de la historia ya usted la conoce.
La verdad es que fuimos competitivos. Hacía mucho tiempo no era así. Sin vaticinar pronósticos de título podemos ilusionarnos otra vez si repetimos una convocatoria igual o superior a esta. Figuras tenemos en las mejores ligas. A propósito, el cetro más cercano en una lid de envergadura data de 2015, en la Serie del Caribe efectuada en San Juan, Puerto Rico, conquistada por los Vegueros, de Pinar del Río.
Un equipo fuerte y fusionado, no solo en el aspecto deportivo, sino también social, puede alegrarnos en 2026, año en el que se prevé la organización de la sexta entrega del Clásico Mundial, coincidiendo con el aniversario 20 de la primera edición. Debemos continuar el sueño donde mismo lo dejamos. De momento, levantemos la mirada con orgullo y visión de futuro.
Parafraseemos entonces a Silvio Rodríguez, cuando inspirado en unos versos de José Martí, completó esa hermosa canción que refiere: Solo el amor engendra la maravilla. Porque de ese sentimiento nos rebosamos los cubanos.
El Team Cuba dio tubey en el Todos Estrellas |
Receptor: Salvador Pérez, Venezuela. Primera base: Yu Chang, Taipei de China. Segunda base: Javier Báez, Puerto Rico. Tercera base: Yoán Moncada, Cuba. Campocorto: Trea Turner, Estados Unidos. Jardinero: Randy Arozarena, México. Jardinero: Mike Trout, Estados Unidos. Jardinero: Masataka Yoshida, Japón. Bateador designado: Shohei Ohtani, Japón. Pitcher: Shohei Ohtani, Japón. Pitcher: Miguel Romero, Cuba. Pitcher: Patrick Sandoval, México. |
CRÉDITO PORTADA
Miguel Díaz-Canel recibió al elenco cubano en el Aeropuerto Internacional José Martí. / Calixto N. Llanes.