Otra vez la ciudad volvió a revelarse en las líneas, el pincel y la paleta de José Omar Torres (1953); la urbe se dibuja y desdibuja entre las añoranzas de dos bahías que laten al unísono en el sentido de insularidad que desborda la obra y esencia misma de este pintor, grabador y profesor nacido en Matanzas, pero desde hace mucho con carta de identidad como ilustre habanero.
No son paisajes citadinos, ni marinos propiamente dicho, lo advertido por quien observa las 15 piezas abstractas que componen la exposición Memorias de un tiempo; es un sugestivo espectáculo de tonalidades, matices, luminosidades; una fiesta de azules, ocres y destellos de rojos o amarillos que, a modo de flashazos, intentan irradiar aliento por la vida, justo en un momento de síntesis y definición creativa en la trayectoria del artista, la cual rebasa las cuatro décadas.
A lo largo de poco más de dos años, Torres se dedicó a la muestra que en estos días exhibe la galería Villa Manuela, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Ese período, en medio de la pandemia de Covid-19, propició que la selección se apropiara de una energía dramática y vital, al transparentar los estados de ánimo del creador durante el confinamiento.
“Primero fueron trazos y colores de la nostalgia, de la tristeza; después, cuando se ve una luz en el túnel y se habla de que nuestros científicos estaban trabajando en la búsqueda de las vacunas, que ya había candidatos vacunales […] empiezan a cambiar los colores de la obra que estaba haciendo… ya yo estaba de manos de la esperanza”, reveló el artífice en entrevista concedida a la publicación digital Cuba Periodistas.
En Memorias de un tiempo, José Omar Torres asume y enlaza armónicamente dos de sus más apreciadas pasiones: la poesía y la pintura. De la intensidad y/o levedad de cada pincelada, rasgo, brochazo, penden versos que refuerzan el significado de la representación pictórica. Así encuentra inspiración y coherencia para sus obras en la lírica de Roberto Fernández Retamar, Norberto Codina, César López, Waldo Leyva, Eliseo Diego, Nancy Morejón, Alex Pausides.
Con excepcional versatilidad y autonomía se mueve entre el lienzo y el papel manufacturado. Da gusto percibir el trabajo de colores y texturas, sus cualidades de excelso grabador y la perspicacia a la hora de explotar las disímiles posibilidades que puede ofrecer el segundo de esos dos soportes.
Aun desde el abstraccionismo que caracteriza la muestra, no resulta enrevesado al espectador distinguir, sentir y hasta palpar esa ciudad de todos, soñada y real, querida y olvidada, cuidada y derruida, tan diversa y homogénea. Este ha sido el sustrato de las evocaciones que ahora José Omar Torres nos obsequia desde el soplo de su trazo convertido en verso.