Hace décadas los países africanos apuestan por la soberanía, a contrapelo de Occidente y de la subestimación de los grandes medios de comunicación.

El mundo no es muy obsequioso si de difundir noticias sobre África se trata. Pudiera ser una especie de venganza de las antiguas potencias coloniales en contra de sus exvasallos. Cuando se menciona a algún país africano se hace incluso desde la perspectiva del desastre, nunca desde el vórtice de cambios positivos, como la resolución de conflictos. Tal es el caso del acuerdo de tregua firmado el presente mes entre el Gobierno central de Etiopía y el Frente de Liberación Popular de Tigray (FLPT).

Suceso digno de atención por cuanto el FLPT controla desde hace dos años buena parte de esta región ubicada en el norte del territorio. Pero, vea usted, la referencia viene del Washington Post, que se cuestionó la durabilidad del suceso, tan perjudicial para la población civil, la economía local y la naturaleza.

Una especie de bofetada sin mano a la incredulidad de la prensa occidental la dio el alto representante de la Unión Africana (UA), el expresidente nigeriano Olusegun Obasanjo: “Ambas partes del conflicto etíope han acordado oficialmente el cese de las hostilidades, así como un desarme sistemático, organizado, tranquilo y coordinado, el restablecimiento de la ley y el orden, la restauración de los servicios, el acceso sin obstáculos a los suministros humanitarios y la protección de los civiles”. Mientras, los contendientes califican el episodio de «monumental».

Naciones soberanas

África desea protegerse por sí misma y con cada hecho lo demuestra. La AFP debió ajustar su política informativa cuando este 8 de noviembre difundió la resolución de París de dar por concluida la operación antiterrorista nombrada Barkhane en el Sahel, debido a las tensiones diplomáticas París-Bamako. Hasta Emmanuel Macron lo admitió.

Motivo de las tensiones: la Barkhane se convirtió en 2014 en la misión que dio continuidad a la presencia de tropas galas en Mali, a donde llegaron en 2013 para frenar el avance de rebeldes islamistas, financiados tras bambalinas por algunos en Occidente. Recuérdese que ha sido punzante el reclamo de las administraciones de la Casa Blanca para que Europa sea generosa en su factura armamentista. Entonces estamos en presencia de un evento muy significativo porque tropas francesas seguirán en Níger, Chad y Burkina Faso, con unos 3 000 efectivos, aunque sin la forma de una nueva operación bélica. Es cierto, no se han ido del todo, a lo cual debemos sumarle la presencia en el continente del bloque militar de los Estados Unidos denominado Africom.

Clamor por una vida segura 

Los africanos han aprendido a vencer esta, digámosla así, barrera del silencio mediático; baste volcarnos a la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), donde el continente se hizo noticia al presentar agenda propia. La vicepresidenta angolana, Esperança da Costa, lanzó la idea de una Agencia Humanitaria Africana, teniendo en cuenta la vulnerabilidad de la mayoría de las naciones de esa porción de la Tierra, bendecida por dones de todo tipo, codiciados en demasía por terceros.

Digna exhortación de la República Popular de Angola, proclamada libre de Portugal en 1975: el 11 de noviembre su líder, Agostinho Neto, se convirtió finalmente en el primer presidente. Ningún mejor marco de celebración y de recordación que las reivindicaciones medioambientales en la COP27.

La estadista estimó que un organismo propio, tutelado por la comunidad internacional, permitiría ayudar a identificar de manera oportuna los múltiples peligros relacionados con el cambio climático; serviría para recopilar y compartir datos en función de responder a diferentes problemas, incluidos los desplazamientos forzados de las poblaciones, y mitigar los efectos de las variaciones climáticas extremas. Da Costa informó que su Gobierno ha empezado a “invertir en el sur nacional para mitigar la sequía y acrecentar de paso la participación de las fuentes renovables en la matriz energética”.

Entretanto, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, exhortó este 10 de noviembre a incrementar los esfuerzos de colaboración internacional y la financiación adecuada para combatir los efectos del cambio climático. “Ya es hora de abordar las crecientes necesidades financieras y tecnológicas, con el objetivo de superar un desafío de vida o muerte para la humanidad. En la COP27, en Egipto, demandó en las narices de las anteriores metrópolis que “las promesas deben traducirse en recursos porque el tiempo para evitar peores efectos de la crisis climática está concluyendo”.

A pesar de que el mundo occidental trata de desconocer al llamado continente negro, allí donde supuestamente tienen menos de todo, incluido recursos humanos, ese punto del orbe descuella por el tesón y la valentía: Etiopía, con su conflicto interno, fue capaz de anunciar el aumento y perfeccionamiento de todas las medidas corporativas y las disposiciones de seguridad para prevenir extracciones ilegales, robos y tráficos de minerales en su territorio. Con vistas a hacer firme este propósito, quedó inaugurado, también el 10 de noviembre en Addis Abeba, la Exposición Internacional de Minería y Tecnología. Evento que supone un mensaje de responsabilidad a más de 270 compañías locales y extranjeras, comprendidos fabricantes y exportadores de joyas e instituciones financieras.

En Luanda, Angola, este 8 de noviembre fue suscrito el Acuerdo sobre medidas del Estado Rector del Puerto, que es lo mismo que decir “el primer tratado internacional de carácter vinculante centrado en el combate a la pesca ilegal”, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). La entidad mundial espera que la aplicación eficaz del pacto contribuya, a largo plazo, a la conservación y al uso sostenible de los recursos marinos vivos y sus ecosistemas. Para la FAO esa actitud debería ser seguida por el planeta en pleno.