Apabullante votación en la ONU a favor de eliminar esta medida contra Cuba
La crisis humanitaria generada por el bloqueo de Estados Unidos a Cuba comparte el sesgo con la del genocidio israelí en Palestina. La misma forma de operar, la misma política egoísta, el mismo principio de castigo. Los dueños del poder global sueñan con pisotear a ambos pueblos, disminuirlos hasta que pidan compasión. Y estos responden con dignidad y resistencia.
Por eso muchos aplaudieron que la Asamblea General de las Naciones Unidas haya aprobado la resolución que reclama a Washington el fin de la política que dispuso sobre la mayor nación de las Antillas en la década de 1960. El texto, presentado por Cuba, mereció 187 votos a favor y solo dos en contra, los de Estados Unidos e Israel, mientras Ucrania se abstuvo. Esta es la trigésima primera vez que se debate la cuestión, siempre con un resultado altamente favorable a cesar la medida.
Cuando las personas mencionan “bloqueo económico” no siempre tienen en cuenta que es también un tranque financiero, tecnológico, mediático, médico, educativo, diplomático, cultural, deportivo, turístico… y no es solo de Estados Unidos hacia Cuba, sino también contra cualquier organización y empresa dispuesta a establecer relaciones con La Habana.
El ángulo de los daños económicos es el más evidente. Según el informe, del 10 de marzo de 2022 hasta el 28 de febrero de 2023, las medidas causaron perjuicios calculados en 4 867 millones de dólares. A precios corrientes, los efectos acumulados durante más de seis décadas ascienden a 159 084.3 millones. De hecho, se estima que, de no existir esta situación, el producto interno bruto de nuestro país pudo haber crecido nueve por ciento en 2022.
La votación fue similar a la del año pasado, con la salvedad de que Brasil se abstuvo en 2022, con Jair Bolsonaro en la presidencia, y ahora, con Luiz Inácio Lula Da Silva en el Ejecutivo, se pronunció en contra.
El canciller Bruno Rodríguez denunció que esta regulación es un acto de guerra económica en tiempos de paz, dirigido a anular la capacidad del Gobierno para atender las necesidades de la población y destruir el orden constitucional. No extraña que el único Estado que apuesta a acompañar a Estados Unidos en su agresiva política sea el israelí, que se beneficia del respaldo incondicional de Washington al genocidio en la Franja de Gaza.
Los autodenominados jueces de la humanidad se muestran sin tapujos como los mayores violadores globales de los derechos internacionales y recuerdan al mundo que las agresiones contra Cuba y Palestina se encuentran íntimamente entrelazadas.
Para sostener estas políticas han recurrido a la intoxicación propagandística desde sus usinas del ámbito mediático, instalando una versión en la que sus víctimas son acusadas de terrorismo y en las que los denunciantes se dicen agredidos cuando, en el caso del pueblo árabe, los masacrados encuentran cualquier resquicio para defenderse.
Pese a sus promesas de campaña, el presidente Joe Biden mantiene las sanciones que impuso su antecesor, Donald Trump, unos días antes de concluir su mandato, con excepción de algunas variantes menores en materia de visados, viajes y remesas. “El bloqueo recrudecido al extremo sigue siendo el elemento esencial que define la política exterior de Estados Unidos con Cuba”, advirtió Bruno Rodríguez, quien subrayó que “con una simple firma” podría eliminar el “despiadado asedio” a millones de personas.
Perjuicios en otras áreas
Durante la reciente pandemia de covid-19, las regulaciones mostraron una faceta especialmente brutal y causaron la pérdida de múltiples vidas humanas. Mientras el coronavirus avanzaba, y se cobraba millones de vidas en todo el mundo y generaba serios problemas, Estados Unidos solo produjo graves dificultades para el arribo de insumos médicos al territorito cubano. Obstaculizó, incluso, la compra de oxígeno medicinal. Lo mismo hizo para impedir el suministro de ventiladores pulmonares.
El efecto decreciente sobre el poder adquisitivo limitó la posibilidad de destinar recursos adicionales a fármacos que se obtendrían a un valor tres o cuatro veces inferior. Por solo citar un ejemplo, la mortalidad infantil reportó en 2022 una tasa de 7.5 por mil nacidos vivos, en tanto, previamente a 2019, los especialistas lograron mantenerla en torno a cinco.
Las crecientes limitaciones financieras, la imposibilidad de acceder a productos para el Programa Nacional de Atención Materna y la persecución a los socios tradicionales para el suministro de medicamentos, equipamientos, tecnologías, entre otros, han tenido un impacto directo en la plena realización del derecho a la salud. En el período, la empresa MediCuba realizó 69 solicitudes a compañías norteamericanas para acceder a recursos y demás elementos necesarios en el sistema nacional, en particular para centros de atención de neurología, neurocirugía, oncología y radiobiología. Del total de pedidos, tres respondieron negativamente y la mayoría ni siquiera reaccionaron ante la transcendental petición.
En realidad, podríamos facilitar cientos de ejemplos, para lo cual no necesitamos los documentos oficiales: están los de cada familia cubana que lo sufre hace más de 60 años. Las sanciones no son castigos para los gobiernos, como los suelen presentar los “decisores de la humanidad”. Siempre perjudican a la gente común.
Ante la difícil situación de Cuba, entendemos burdo e irresponsable adjudicar todos sus problemas no resueltos al bloqueo. Claro que existen errores, torpezas y fracasos que son parte de cualquier camino humano. Pero hay algo mucho más allá de eso: si la Revolución no fuera de verdad, no existiría fuerza en el mundo capaz de mantener su bandera con el más vil de los bloqueos, que dura ya más de 60 años.