Foto. / almayadeen.net
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Tu tragedia, mi tragedia

Israel comete crímenes de lesa humanidad contra Gaza en particular y todos los palestinos en general. Son tiempos de compromisos


Estoy agobiada; no soporto ni un vídeo más. Estoy decepcionada; para qué reclamar si los que deben decidir, nada hacen. Estoy lenta; y como si mi cuerpo se sincronizara a la misma velocidad con que llega el sonido tras la detonación de una bomba. Estoy espantada; mi memoria se resiste a archivar en un lugar recóndito todo lo que viví en Hanói siendo niña.

Es la misma guerra. Vietnam y Gaza, igual crimen, igual resistencia; y quisiera creer que igual victoria. Cómo afianzarse en la certeza de que Palestina llegará a ser independiente, si la impunidad campea en Israel, al que su Tío Sam se lo permite todo, con un respaldo que va desde dinero hasta armas. El embajador de Palestina en Cuba, Akram Samhan, considera que gracias a esos “regalos” Israel se siente por encima de la legalidad internacional, irrespetando las más de mil resoluciones del Consejo de Seguridad y la Asamblea General de las Naciones Unidas en su contra y a favor de un Estado palestino.

Los bombardeos de Israel contra Gaza, hasta el 26 de octubre de 2023, habían asesinado a tres mil niños. Los vivos no tienen donde vivir. / bbci.co.uk

Agobiada, decepcionada, lenta, espantada. Así estoy mientras cubro las noticias. Cada reporte es como un proyectil, un edificio derrumbado, un pequeño sudario tendido en el suelo; una derrota. Entonces pienso: a mí no me enseñaron a rendirme, y a los palestinos tampoco, porque, cómo se explican los más de 75 años de “tozudez” por una puesta de Sol, por una boda bajo los olivos, por un recién llegado a casa. Por esas muchas dispersas y variadas estampas que conforman la patria.

Hace 50 años por poco muero lejos de La Habana, allá en Indochina. Aprendí pronto el valor de la vida. Hoy, otra vez un parecido agobio. Una similar esperanza. Mas esta no es mi historia personal o ¿sí lo es? ¿Cómo permitirme el cansancio si mi oficio puede contribuir, mínimamente, a que una causa justa sea rescatada de los titulares para materializarse en acciones concretas que salven las risas, los cantos, los nidos, las calles, el mar de Gaza?

Soy consciente de la utilidad de los muchos poquitos; por aquí, por allá. Todos debemos llegar a ser Palestina. En los estadios, en los teatros, en las redacciones, en los pasillos de los ministerios, en los patios escolares… La tarea es ardua y requiere premura. ¿Los palestinos mueren? No; los matan.

El Ministerio de Obras Públicas de Gaza informó que más de 98 mil viviendas han sido destruidas o dañadas, lo que representa el 25 por ciento de todas las residencias en ese territorio. / bbci.co.uk

Así, el régimen sionista, hasta este momento en que escribo, ha asesinado a 23 periodistas palestinos que le transmitían al mundo la verdad, informando desde el terreno donde el espanto cubre cada segundo. Nuestros colegas no serán olvidados; siguen presentes entre nosotros, tal como este 26 de octubre la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) evocó sus nombres y alabó su sacrificada misión. El compañero palestino Basen Salem me confesó que lleva muchas noches en vela, intentando contactar a su padre en la franja de Gaza. Nos dijo que es muy duro, pero que tiene el empuje de sus mártires.

Es difícil serenarse y vestirse de ecuanimidad para llenar el espacio en blanco de una cuartilla; sin embargo, es imperioso hacerlo: al día de hoy 27 de octubre la cifra de civiles muertos ascendió a más de siete mil, luego de 20 días de bombardeos consecutivos. Dolorosamente si sigue tal ritmo el genocidio de Israel, las cifras crecerán. (1)

Y me digo: ¡A echar a un lado los agobios, las decepciones, la lentitud, el espanto! Es todo tan doloroso: en Gaza hay ahora mismo 55 mil mujeres embarazadas que traerán sus criaturas a un universo roto, cruel, feo. Sus niños nacerán con el telón de fondo de la ocupación, mas vamos a recibirlos con la fuerza de nuestros reclamos. Que su futuro sea el de la paz, no el de la guerra.

Para eso hacen falta nuestras voces, nuestros testimonios, nuestras exigencias de ¡basta ya! frente a una maquinaria industrial-militar que saca dividendos, que ganan matando. No dejemos que la indiferencia nos haga darle “Me gusta” a los mensajes de Facebook, a veces hasta cursis, sobre la felicidad mientras olvidamos hacer “cadenas” de apoyo a Palestina.

Al pie de la horca fascista, un luchador-periodista nos pidió estar alertas. Es este un singular tiempo para prolongar las alarmas. Se asfixia a un pueblo en nombre de un hipócrita y supuesto derecho divino, se destroza la infancia porque el general sionista no ve en el contrario a una persona, sino a un “animal humano”. ¿Hasta cuándo? De no comprometernos seremos cómplices y ninguna justificación podrá absolvernos.

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