¿Cuándo llegará a las mayorías la riqueza del evento más importante del fonógrafo cubano? La interrogante remite a una preocupación fundamental al reflexionar sobre una acción de vital importancia que debe tener larga vida en el presente y en la memoria de los públicos.
La edición 25 de la Feria Internacional del disco propició acercamientos riquísimos desde las comunidades y mediante el Canal Clave, donde fueron presentados conciertos, artistas nacionales y foráneos.
Ese acto de creación y promoción, soporte medular de la interpretación musical, permite que se perpetúe un arte cuyo elemento esencial, el sonido en sus infinitas combinaciones, es perceptible en un objeto tangible, perdurable.
Cubadisco nutre la cultura que de forma paulatina debe ir formándose desde edades tempranas. Nunca olvidemos el impacto sociocultural del fonograma en términos de rescate, recuperación de lo acontecido, registro de los géneros, su pleno desarrollo y transformación.
Dedicada esta vez a la música norteamericana la festividad brilló con valores de altos quilates. Se entregaron premios internacionales, de honor, extraordinarios y especiales, todos prestigian la presencia de huellas imperecederas en el universo de la mayor de las Antillas.
Fue deslumbrante en cuanto a calidad artística y dramaturgia el espectáculo que rindió homenaje a Louis Armstrong, pues reunió un importante grupo de músicos cubanos liderados por el pianista Ernán López-Nussa. Una especie de viaje de New Orleans a Cuba colocó en la escena al maestro Bobby Carcassés, Zule Guerra, Roberto García, Yasek Manzano, Alejandro Delgado, Juan Carlos Marín, Oliver Valdés, Samuel Burgos y Yaroldi Abreu.
No obstante la escasa representación femenina, el virtuosismo se desplegó a escala mayor. Hizo recordar ese paso fundamental que ocurre cuando la sección rítmica básica del jazz: bajo, batería y piano, logró integrarse con la polirritmia afrolatina, complementar los figurados rítmicos de la tumbadora, el bongó, las pailas, los tumbaos, montunos, guajeos y demás figuras típicas; nos referimos al proceso que denota el punto de vista de la música afrocaribeña.
La riqueza de esa tarde-noche merece testimoniarse en fonogramas y audiovisuales. También lo acontecido en las escuelas de arte, otros intercambios con los más jóvenes y la jornada De Gershwin a Chick Corea, la cual reunió a pianistas de varias generaciones.
De igual modo, el Simposio Internacional abrió nuevas vías al conocimiento y tributos al centenario de la radio cubana, al 50 del Movimiento de la Nueva Trova y al 70 de los Muñequitos de Matanzas.
Sigamos reflexionando sobre aportes, fechas emblemáticas, personalidades legendarias. Aún existe mucho por conocer, es una manera de mover ideas, pensamientos, acciones en provecho de la sociedad.
A la escucha
El propósito de convertir a Cubadisco en una gran plataforma para entrar en los grandes centros internacionales necesita alimento a diario, de ningún modo se consigue de la noche a la mañana, dada la tendencia del mercado hegemónico a prevalecer, y Cuba tiene artífices legítimos que presentar allende los mares.
En esta oportunidad compitieron 312 obras en 30 categorías. El Gran Premio correspondió a Será que se acabó (Producciones Abdala), de Alexander Abreu y Havana D´Primera, galardonado además en música bailable, diseño de sonido y nominado en diseño gráfico.
Hay que socializar este valor artístico y el resto de los laureados, a partir de una idea cardinal: el disco deviene un producto cultural especial, no constituye una mercancía, aunque se realiza en el mercado, y uno de los fines de la industria fonográfica nacional es convertirlo en un rubro exportable al nivel del reconocimiento y la demanda internacional de nuestros compositores e intérpretes.
La Feria parte de un proceso creativo que involucra a numerosos expertos empeñados en ampliar cada vez más las potencialidades de la música cubana, aunque ya existe una espiral ascendente. Combinar rigor y representatividad continúa siendo ese fin indispensable para conocernos, reconocernos mejor.
Lamentablemente Cubadisco no ha estado sistemáticamente en el dial. Dentro de las posibilidades económicas su connotación demanda una mayor incidencia en la radio y la televisión, a lo cual deben contribuir las casas discográficas. La aspiración al surgimiento de la fonoteca familiar continúa siendo un sueño que las no tan nuevas tecnologías permiten lograr de manera paulatina.
Pensemos en llegar a las mayorías mediante el testimonio del acto creador sonoro. Hay que mantener en la mira demanda, producto y consumo, velar por la gestión comercial, brillar en grande una vez concluida la fiesta para que de verdad la buena música siga sonando.
Es esencial el trabajo investigativo de equipos multidisciplinarios integrados por profesionales de las finanzas, la comunicación social y la musicología; continuar la capacitación de expertos que sean capaces de tener en cuenta los recursos teórico-metodológicos de las ciencias y su concreción en la industria fonográfica para beneficiar la satisfacción de todos los públicos, sin límites de edades o sexos.
