Transgresor y eminentemente cáustico, el argentino León Ferrari (1920-2013) es considerado uno de los artistas visuales más notables a escala global, su obra –crítica y contestaria por antonomasia– integra el fondo de prestigiosos museos, centros culturales del orbe y de Cuba.
Este pintor, escultor y poeta, de formación autodidacta y multifacético, creó en disímiles soportes y materiales, como el yeso, el cemento, la madera, el metal, el papel, la tinta, la espuma de poliuretano, entre otros.
Experimentó con distintas técnicas de grabado e impresión, en un híbrido de procederes que recorrió el fotomontaje, la heliografía, la fotocopia, mientras puso a la vista de seguidores y expertos todo un acervo de obras que incluye collages, libros-objeto, esculturas e instalaciones, con los cuales denunció los males que desuelan a las sociedades contemporáneas y los abusos de poder de sus gobiernos.
Aun cuando no estudió arte, pues egresó como ingeniero en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires a finales de los años 40, Ferrari halló alicientes diversos desde las primeras incursiones en la pintura, el dibujo y la cerámica hasta irrumpir en modalidades más acabadas y sugestivas.
Este bonaerense polémico, cuestionador por excelencia, es reconocido como precursor del arte digital en la región; sin duda, un ser humano intensamente provocativo en cuanto a estética y lenguajes que encontró cruces indelebles entre arte, política y religión.
Travesía hacia las esencias
La relación de Ferrari con Cuba. Data de principios de la década del 70, cuando participara en el Segundo Encuentro de Plástica Latinoamericana, organizado por Casa de las Américas.
Esta institución volvería a acoger su obra en dos momentos más, en exposiciones personales emplazadas en la Galería Latinoamericana. La primera, acaecida en 1983, donde el artista exhibió su entonces más reciente selección de piezas gráficas, esculturas, heliografías y fotocopias, en tanto departió con críticos y adeptos a las artes visuales en La Habana.
Luego de casi tres décadas, justo en el marco de la 10ª Bienal de La Habana en 2009 y a propósito del cincuentenario de Casa, nuevas piezas trajeron a nuestro país el aliento renovador y controversial del creador.
En aquella oportunidad impresionó a los citadinos con la muestra León Ferrari: agitador de formas, cuyas piezas traería una de sus nietas, pues el debilitado estado de salud del artista le impidió participar en la exposición.
Más de 20 años han transcurrido para que las certidumbres, preocupaciones y la estética de este hombre impenitente se reencontraran en Casa de las Américas, que lo ha homenajeado por su centenario y le dedicó desde abril de 2021 y hasta 2022 un Año Temático.
Dos muestras simultáneas conviven por estos días en el espacio vital de Casa: en la Galería Latinoamericana, Ferozmente suyo, León Ferrari; y en el vestíbulo de la entidad cultural, León Ferrari: un arte vigente, curadas por Silvia Llanes, Nahela Hechevarría, Cristina Figueroa y Yoani Rivera.
Ambas exhiben la lucidez y el pensamiento radical del artista, en un ir y venir de referencias, códigos, símbolos, que construyen y deconstruyen discursos visuales múltiples, vinculados al poder –político, eclesiástico y/o de los medios de comunicación e información– para increpar sobre el descalabro de muchas sociedades transidas por el desgobierno y la intolerancia.
Algunas de las piezas responden a causas refrendadas y defendidas por el creador hasta el último de sus días y que hoy tienen absoluta vigencia; otras, también con impacto en el presente, revelan ese humor poéticamente profano, ríspido y hasta perturbador para el sujeto u objeto censurado que brotara del arte de León Ferrari.
“Un año para dirimir su papel crítico en la historia del arte regional, su visión de la creación y la vida, parece poco para quien buscaba inventar lenguajes y grafías, quien también acusó (documentó) el horror, las dudas, la estandarización (y serialización), presente en nuestras sociedades”, ha subrayado el equipo curatorial de Casa de las Américas, en el programa de mano, sobre esta nueva travesía hacia las esencias.
Planeta (2003) y Mimetismo (1994) representan algunos de los preceptos y modelos de poder reprobados por el artista. /Foto: Leyva Benítez |