Volver a la ciudad de las columnas

La vieja ciudad de antaño, llamada intramuros, es ciudad de sombras, hecha para la explotación de las sombras –sombra ella misma-, cuando se la piensa en contraste con todo lo que fue germinando, creciendo, hasta el oeste, desde los comienzos de este siglo, en que la superposición de estilos, la innovación de estilos, buenos y malos, más malos que buenos, fueron creando a La Habana ese estilo sin estilo que a la larga, por proceso de simbiosis, de amalgama, se erige en un barroquismo peculiar…

El conocido ensayo La ciudad de las columnas de Alejo Carpentier (1904-1980) inspira a revisitar una parte del entorno colonial donde lidera el barroquismo que distingue a nuestro continente latinoamericano. De él quedan huellas que perpetuamos en estas imágenes para el disfrute de diferentes generaciones, pues adentrarse en la vetusta ciudad es encontrar entre adoquines y columnas el detalle de épocas pasadas que revelan la belleza intrínseca de una urbe, la cual se resiste al paso inexorable del tiempo.

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5 comentarios

  1. los cronistas del s XIX referenciaban que columnas y campanas era aquella ciudad, la que hoy puede darse el lujo de exhibir 503 años de existencia, esa que con denuedo nuestro entrañable amigo la viste de un nuevo «look» donde el claroscuro (barroco por naturaleza) captura con audacia y asombrA-do de la luz tropical.

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