Foto./ Cortesía de la Compañía Hubert de Blanck.
Foto./ Cortesía de la Compañía Hubert de Blanck.

Volver al gran Lope de Vega

La habanera compañía Hubert de Blanck estrenó un nuevo montaje de El perro del hortelano, con dirección artística y general de Orietta Medina


Con especial frescura la compañía Hubert de Blanck estrenó una nueva puesta en escena de El perro del hortelano, liderada por Orietta Medina, directora general del colectivo.

Esta comedia fue escrita por el ibérico Lope de Vega a principios del siglo XVII y resulta popular por el proverbio que le da título: “el perro del hortelano ni come ni deja comer”, pues alude a la actitud de la protagonista, la condesa Diana o condesa de Belfor, quien por cuenta de los celos no quiere que su enamorado se case con su prometida, pero tampoco lo acepta como pareja por su estatus social.

Entre risas y situaciones hilarantes, el montaje enalteció el legado de la maestra Berta Martínez en la emblemática agrupación cubana. Algunas de las claves que así lo demuestran, realzadas con perspicacia por Orietta Medina, están en la excelencia y organicidad de actores y actrices en el manejo de textos en verso; en el engorroso trabajo de dirección con elencos numerosos; en las perfiladas composiciones coreográficas y los cantos, creados para la ocasión por Berta Casañas y Judith Carreño, respectivamente.

Lope Félix de Vega Carpio (1562-1635) se le reconoce como de los autores más notables del Siglo de Oro español y de las letras universales. Llevó una existencia azarosa, sacudida por intensas pasiones tan diversas como su obra misma.

Bautizado como el “Fénix de los Ingenios” por su prolífera creación literaria, concibió un amplio repertorio de novelas, poesías y textos dramáticos, entre estos últimos, más de 1.500 comedias. Fuenteovejuna y El perro del hortelano se consideran entre sus obras más célebres y de las más representadas en el teatro desde que vieron la luz hace varios siglos.

Fue un ferviente devoto de la vida licenciosa y en la misma medida alimentó su avidez por la cultura en distintos campos del conocimiento. Hasta el presente se le califica como uno de los dramaturgos más influyentes y renovadores de España y su época.

El perro del hortelano se clasifica como una comedia palatina, subgénero teatral del Siglo de Oro español, considerado una variante cortesana de la comedia de enredos; en sus rasgos distintivos destacan: el abordaje de temáticas relacionadas con el amor y los celos, las relaciones de pareja entre personas de desigual condición social y los desenlaces felices.

Sin apartarse de la partitura dramática original ni de su esencia como clásico, el montaje que nos ocupa dialoga con el espectador contemporáneo de modo excepcional y de diversas maneras; una de ellas se advierte precisamente en el ingenio de su directora en el ajuste de esa escritura del siglo XVII al ritmo y las exigencias de los públicos actuales, además de refrendar el tono de comedia que singulariza a la obra.

Asimismo, cabe distinguir, como auténtico acierto, el intento de componer en el escenario una estructura espacial que recuerda a los corrales de comedia de la época, los cuales eran áreas urbanas donde se improvisaba un tablado para representar obras teatrales profanas con gran popularidad entonces.

La estructura espacial del escenario intenta recrear los corrales de comedia de la época. / Cortesía de la Compañía Hubert de Blanck.

En este propósito jugó un rol esencial el diseño de luces de Fabricio Hernández y la concepción escenográfica, los cuales -en conjunto- delimitaron las zonas de acción y reposo de los intérpretes en el montaje.

Vale acotar el trabajo encomiable del elenco que convenció con un desempeño actoral balanceado, memorable y, por demás, extraordinario. Muy destacadas fueron las interpretaciones de Marcela García, en la condesa de Belflor; Hansel Lestegás, en el secretario Teodoro; Faustino Pérez, en el simpático y astuto Tristán; Juan Carlos García en su habilidad de desdoblarse acertadamente en los roles de Fabio, el viejo conde Ludovico e, incluso, travestido como cortesana.

El actor Faustino Pérez encarnó el personaje de Tristán con impresionante organicidad. / Heidy Hidalgo.

El perro del hortelano es una obra para toda la familia, en particular, dirigida a los adolescentes que pueden redescubrir en escena un tipo de teatro que, por lo general, ya solo pervive en los libros.

Quienes se sumergen en sus juegos de palabras, enredos y malentendidos, no solo inhalan la esencia del refrán que acompaña a toda la obra de principio a fin, también se apropian y ahondan, de una manera diferente, en temas universales a partir del ingenio y la originalidad del gran Lope de Vega.

Hansel Lestegás construyó con acierto los matices del pretendiente “pretendido”, en el personaje del secretario Teodoro. / Heidy Hidalgo.

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