Opening day ceremonies of the Pan American Games at Soldier Field, Chicago, Illinois, August 27, 1959. Participants dressed in garb representing different national groups and cultures of Chicago.
Opening day ceremonies of the Pan American Games at Soldier Field, Chicago, Illinois, August 27, 1959. Participants dressed in garb representing different national groups and cultures of Chicago.

¿Y ahora vamos para Chicago 1959?

El año 2023, de forma inusual con Juegos Centroamericanos y del Caribe, y también Juegos Panamericanos, libera viejas historias


Sí, debemos repetirlo: en 2023 tendremos Juegos Centroamericanos y del Caribe, y también Juegos Panamericanos. Ello ha ocurrido una sola vez en la historia y fue en 1959, en las ciudades de Caracas y Chicago, respectivamente.

Vamos a recordar algunos puntos muy importantes:

Lo de la primera de esas justas ocurrió por situaciones políticas en Venezuela, relacionadas con la caída del dictador Marcos Jiménez, lo cual motivó que los Juegos Centroamericanos y del Caribe se pasaran de 1958 a 1959 (del 6 al 18 de enero).

Unos pocos meses después vinieron los Juegos Panamericanos de Chicago, del 27 de agosto al 7 de septiembre, inaugurados en el estadio multiusos Soldier Field (como muestra la foto que acompaña este trabajo).

Ahora hubo cubanos

Los de Chicago se disputaron a menos de nueve meses del triunfo de nuestra Revolución. Pero ya en ellos, a diferencia de la cita en suelo venezolano, sí tuvimos representantes: 143 atletas, de ellos 135 hombres y 8 mujeres.

Nuestros compatriotas lograron presencia en los podios: dos medallas de oro, cuatro de plata y cuatro de bronce=10 (octavo lugar por naciones).

Una de esas coronas la obtuvo Bertha Díaz, en los 80 metros con vallas (11.2 segundos). Le siguieron la brasileña Perla Dos Santos y la canadiense Marian Monroe, ambas con 11.5. Es decir, un podio en este evento sin presencia de las estadounidenses. Los de casa, en atletismo, ganaron 26 de las 32 de oro. En siete pruebas ocuparon los tres primeros puestos.

¿Y la otra corona de nuestro país? La del pesista Juan Torres, en el total de la división de los 67, con 347.5 kilogramos.

No tuvimos representantes en equitación, polo acuático y pentatlón moderno.

Una curiosidad: el certamen, que por primera vez se celebraba en suelo estadounidense, en su tercera edición, iba a ser en Cleveland, en el estado de Ohio. Un recorte en el presupuesto estatal la llevó a renunciar. El entonces alcalde chicagüense, Richard J. Daley, aceptó la batuta. Y se organizó en tiempo récord.

Hubo en acción 2 161 atletas, procedentes de 25 naciones.

Estados Unidos, a tenor con los tiempos que se vivían, y a la calidad de su excelente delegación, se sirvió con cuchara grande en la distribución de las medallas: 122 de las 165 de oro (solo 43 para el resto de los países). También alcanzaron 73 de plata y 54 de bronce, para un total de 249. Fueron concebidos como parte de su preparación para los Juegos Olímpicos de Roma 1960.

Ese poderío elevó el nivel cualitativo, pero abrumó a países de menor desarrollo. Fue la última vez que una nación pudo inscribir tres atletas en cada evento (dando así, al menos, la posibilidad de luchar por bronce).

Bien lejos, en los puestos dos y tres, quedaron Argentina (9-22-12=43) y Brasil (8-8-6=22).

El cubano Enrique Figuerola, sin entrenamiento de atletismo, ganó medalla de bronce en los 100 metros planos. / Archivo de BOHEMIA.

Un fracaso de… los peloteros

El cubano Enrique Figuerola, todavía sin entrenamiento para el atletismo, pues era un hombre del béisbol, ganó una valiosa y prometedora medalla de bronce en los 100 metros planos (10.5 segundos). Luego fue subcampeón en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964.

El patinazo fue el de nuestros peloteros: ¡cuarto lugar! Los tres primeros resultaron Venezuela (3-0), Puerto Rico (2-1), y el también relegado, pero del primer puesto, Estados Unidos (1-2).

La nadadora local Susan Christine von Saltza, descendiente de suizos, se convirtió en la reina: oro en los 100, 200 y 400 metros estilo libre, y en los relevos 4×100 libre y 4×100 combinado (espalda, pecho, mariposa y libre). Un total de cinco preseas doradas.

Chicago 1959 tuvo el brillo del discóbolo estadounidense Al Oerter, considerado el mejor de todos los tiempos en su especialidad, quien terminó campeón (58.13 metros; cuatro más que el segundo lugar, su compatriota Richard Cochran, 54.44). El ganó cuatro Juegos Olímpicos: Melbourne 1956, Roma 1960, Tokio 1964 y México 1968.

No se olvidan las tres de oro en la velocidad femenina ensartadas por la estadounidense Lucinda Williams, en los 100, 200, y el relevo 4×100.

Otro admirable resultó el brasileño Adhemar Ferreira da Silva, quien en el triple salto logró su tercera medalla de oro en Juegos Panamericanos (15.90 metros, inferior a su 16.56 en Ciudad de México 1955).

El argentino Osvaldo Suárez volvió a ganar los 10 000 metros (30:17.2 minutos, mejor que el 32:42.6 de 1955).

Uno de los buenos triunfos de sudamericanos lo protagonizaron los uruguayos en la competencia de dos remos largos con timonel, gracias a Gustavo Pérez, Luis Aguiar y Raúl Torrieri (timonel), un evento ganado por argentinos tanto en 1951 como en 1955.

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Fuente consultada:

El libro, Los juegos regionales más antiguos. Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, de Enrique Montesinos.

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