Yamilé sí tiene quién le escriba

Yamilé sí tiene quién le escriba .
Fotomontaje. / Yissel Alvarez Dieppa.

Madrugas. Cuelas café, lo sirves y te sientas a mirar el humo que baila hacia arriba una danza tenue y efímera. Inhalas hondo, disfrutas el aroma y tragas despacio, saboreando cada sorbo. Es el único placer que te regalas, como si no merecieras nada más, o no te importara.

Te levantas, ya más apurada, y le llevas su taza a la cama para que, cuando se desperece, esté contento. Haces el desayuno, despiertas a la niña, la aseas, le das el pomo con la leche y le enciendes el televisor para que se entretenga y te deje avanzar. Recoges los platos de la mesa, friegas, tiendes las camas, pones las prendas de dormir y las chancletas de todos en su lugar, abres las ventanas del cuarto, corres a la cocina a poner los frijoles a ablandar…

Él se despide con un beso tímido hasta la tarde y deja una estela de perfume mezclándose con el de los frijoles, que termina por disolverlo. No hay tiempo que perder: llenas los pomos con agua y los metes al congelador, preparas refresco para los albañiles que llegan ahorita, vas a la bodega con la chiquilla a cuestas a buscar el arroz del mes, regresas corriendo porque se te olvidó la olla de presión que chilla en el fogón… “¡Se te queman los frijoles, Yamilé!”, te grita la vecina desde su ventana.

Son las diez. La mayoría de tus amaneceres son así: previsibles, cargados, estresantes. ¿Te habías peinado o se te olvidó, como ayer y antes de ayer? Si alguien te hubiera dicho que casarse era esto, no lo hubieras creído. Si te hubieran advertido que la maternidad te iba a atar más a la casa, quién sabe si lo habrías pensado mejor. O quizás no, solo tú lo puedes asegurar, pero no quieres. Callas para no provocar disgustos.

En silencio, cuando miras a las muchachas que pasan en dirección a la cooperativa, sientes algo que se te confunde entre la admiración, la envidia y la duda. ¿Cómo pueden? ¿Quién les ayuda en la casa? ¿Y los niños a quién se los dejan? No sabes ni dónde pusiste el título del politécnico. ¡Quién se acuerda de eso!

Hace poco quisiste ser como ellas y no te salió bien. No todo el mundo tiene la suerte de contar con una familia numerosa y que apoye. Bien lo sabes. Por eso perdiste aquella buena oportunidad de trabajo en la minindustria nueva. Sigues esperando a que la niña empiece en la escuela a ver qué pasa, porque no tienes el dinero suficiente para pagar a una persona que la cuide. Tu esposo prefiere que seas tú “para eso la pariste”, te recuerda siempre que intentas hacerle cambiar de idea. No te queda más opción que conformarte con los cincuenta pesos que, de vez en vez, te deja él y que, en realidad, no te sirven para nada.

A ti te parece que a nadie le importa tu tristeza. Cómo vas a saber que alguien habló por ti, y por mujeres que sufren lo mismo, en una comisión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, con diputados de varias provincias. Qué va a imaginarse la secretaria de la FMC el alcance de tus conflictos internos, de tus esperanzas convertidas en añicos, piensas. ¿Quién te dice que una viceprimera ministra pregunta en cada territorio a donde llega sobre cómo piensan resolver el problema de las mujeres desempleadas y de las madres que no pueden trabajar porque no alcanzan los círculos infantiles?

Tus urgencias son tan comunes como las de otras. Y no estás sola, aunque te suene tan lejano el Palacio de las Convenciones de La Habana, un sitio al que nunca has ido. Ni te lo imaginas. Habló un diputado jovencito sobre la cultura patriarcal que sigue imperando en la sociedad cubana, la carga de trabajo no remunerado de las mujeres en sus casas y cuánto eso impacta en las comunidades campesinas que él conoce. Danysell Cañizares Carbonel se llama. Y sugirió enfocar las acciones educativas en las niñas, niños y adolescentes para que ese pensamiento machista no se siga reproduciendo de generación en generación. ¿Comprendes lo que eso significa? Entre otras cosas, que es necesario mostrarte otros caminos, y facilitarte opciones de empleo y de cuidado a tu pequeña para que ella misma aspire a un horizonte más amplio y feliz cuando entienda de estas cosas.

No es tan fácil, y aquella comisión parlamentaria lo sabe. Tal vez ha llegado a tus manos algún libro para tu niña, firmado por el escritor guantanamero Eldys Baratute. Él también es diputado y fue muy enfático cuando dijo que la mujer debe asumirse como una persona con similares derechos que los hombres. No sé si has leído sobre el tema, Yamilé, pero me gustaría compartir contigo este fragmento de su intervención que me parece esencial:

“Hay comunidades donde las mujeres sienten que es normal que sus derechos sean discriminados y violentados por los hombres. Hay quienes ni siquiera se dan cuenta de que son víctimas de discriminación. Debemos lograr que entiendan que es normal tener trabajo remunerado, disponer de espacios de libertad y derechos. Nada de eso podrá existir para esas personas, si no está en la cabeza de las mujeres y de los hombres».

Entiendo cuando dices que cada cual sabe lo suyo y que nadie imagina lo que sucede entre “cuatro paredes”. No hay quien tenga derecho a juzgarte Yamilé, aunque puede suceder que alguien se atreva. Solo quiero recordarte que hay caminos diversos y que, tal vez, puedas descubrir alguno que se ajuste a tus expectativas. Quién sabe si, dentro de algún tiempo, cuando nos sentemos a conversar otra vez, puedas contarme sobre lo feliz que andas, entusiasmada con tu nuevo proyecto, mientras admiremos la danza tenue y efímera que nazca de nuestras tazas de café.

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2 comentarios

  1. De eso y mucho mas se tratan las experiencias de vida. Hay algunas cosas que ella puede hacer en casa. Pintar unas, coser para la calle, hacer manualidades, cuidar ninos, desarrollar un talento, estudiar por encuentros, en fin, ayudar a una amiga con problemas a un familiar, aprender a tejer y vender tejidos que se pagan bien. No todo es ese hombre q le da 50 pesos y si el se muere o la deja. Tiene que tener chispa, contar con su propia fuerza, ser inteligente, independiente, los ninos crecen no se quedan pequenos para siempre, tiene que ser fuerte, positiva. y salir de la rutina.

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