Yo vengo a ofrecer mi corazón (+ fotos)

Yo vengo a ofrecer mi corazón.
No hay un solo lugar de Cuba ajeno a esta verdad. Foto. /Pastor Batista Valdés.

Las Tunas, Balcón del Oriente cubano, no es excepción este domingo Primero de Mayo.

Como en toda Cuba, miles de trabajadores largan de un tirón el agotamiento físico de la semana, las preocupaciones reales que dentro de un hogar siguen generando la alimentación, los precios y otras dificultades sentenciadas a muerte… para sumarse, en alegre marcha, a la ola humana que sube la loma de Peralejo, donde se asienta la Plaza de la Revolución Mayor General Vicente García González.

Estimaciones preliminares vaticinan unos 240 mil tuneros desfilando en los ocho municipios de la provincia y en más de 80 comunidades de rural geografía, cuyos habitantes tampoco quieren quedar al margen de la celebración del Día internacional de los Trabajadores.

Yo vengo a ofrecer mi corazón.
Difícil también no encontrar la alegre conga en todas partes hoy. Foto. /Pastor Batista Valdés.

Palmas (aplausos) para el interminable y vistoso bloque de la Salud, donde la mirada descubre de todo: desde una parvulita “que no levanta dos cuartas de estatura” vestida de enfermera, hasta experimentadísimos y longevos representantes del sector que siguen ahí: a pie de esteto y quirófano.

Y agricultores, ganaderos, cañeros, educadores, deportistas, comunicadores, artistas e intelectuales, transportistas, constructores, industriales, pescadores, estudiosos, historiadores, estudiantes, amas de casa, jubilados… En fin, pueblo, mucho pueblo haciendo lo que durante dos años impidió o limitó una pandemia que todavía busca un filo por donde filtrarse para seguir haciendo daño. Mucho ojo con eso.

Yo vengo a ofrecer mi corazón.
A la Plaza con mamá, papá y el fuor Batista Valdés.

Pero, como de costumbre -a la par de las cientos o miles de imágenes que cualquier lente fotográfico puede captar en un momento así- me empeño en buscar la “exclusiva, diferente o nueva” en este primer día de mayo.

Y, sin sospecharlo, me la obsequia un humilde mensajero por cuenta propia llamado Raúl Santos quien, tras haber desfilado con su nieto Raulito en hombros, gira en U, allá cerca del Hotel Las Tunas, baja la pendiente y se ubica frente al conjunto escultórico de la Plaza para, con toda la tranquilidad y satisfacción del mundo, disfrutar a punta de pupila el resto del desfile, saludar, ambos, a ese pueblo del cual jamás dejarán de formar parte y entregarle a Cuba el corazón.

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