Diario de un esperado ataque nuclear a Cuba
Diario de un esperado ataque nuclear a Cuba

Diario de un esperado ataque nuclear a Cuba

Un Diario es un Diario, pero la Historia es mucho más que eso. Y el autor de estas líneas para la revista más antigua de América, se atreve a decirlo porque la suerte le puso en sus manos una entrevista con la que había soñado, sin lograrlo, no obstante haber viajado como reportero enviado especial a la URSS en tres oportunidades diferentes: en 1979, 1980 y 1987.

Y es que un día en el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) se encontró casualmente con Iván Mironovich Cherchenov, el exoficial soviético que derribó al avión espía intruso sobre tierra cubana, el 27 de octubre de 1962, y –por ende- al piloto estadounidense que lo guiaba. Otros detalles vendrán más adelante. Vamos al Diario que da título al trabajo.

Diario de un esperado ataque nuclear a Cuba
Así se veía en 1996 el oficial soviético Iván Mironovich Cherchenov, quien derribó al avión espía de Estados Unidos, U-2, con uno de los dos disparos de misiles tierra-aire SAM, más conocido en la URSS en 1962 como D’vina, alusivo a un famoso río de Siberia. / Rodolfo Barrios

22 de mayo 1962: Surge la idea del presidente soviético Nikita S. Jrushchov (apoyada por la jerarquía militar bajo su mando) de instalar en Cuba cohetes nucleares apuntando hacia Estados Unidos.

29 de mayo: Viaja a La Habana el Mariscal Serguei Biriuzov, Jefe de las Fuerzas Coheteriles Estratégicas de la Unión Soviética. El argumento principal para eso es que el Gobierno norteamericano, presidido por John F. Kennedy, únicamente se detiene en sus planes belicistas de siempre si sabe que una agresión directa a Cuba lo enfrenta a armas convencionales y también al poderío nuclear del primer Estado Socialista del planeta.

14 de octubre: Ya instalados los cohetes en suelo cubano –aunque sin ponerle sus cabezas nucleares– un avión espía yanqui logra fotografiar un emplazamiento coheteril en la zona de San Cristóbal, en Pinar del Río. 

20 de octubre: El Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos decide declarar un bloqueo naval a nuestra patria con el nombre de “cuarentena” y aplicarle otras medidas militares, políticas y diplomáticas.

22 de octubre: Kennedy anuncia a todo su país y hace pública al mundo esta amenazante decisión. El propio día, por supuesto, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz –por la tarde– decreta la Alarma de Combate para todas las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el pueblo de Cuba: más de 400 000 hombres y mujeres se ponen sobre las armas en forma rápida, pero ordenada y serena, sin miedo.

26 de octubre: Estos son los días “luminosos y tristes” a los que se refiere el Che en su histórica carta de despedida a Fidel en 1965. La tensión se acerca a su punto máximo en este décimo mes del año 1962, cuando un ataque aéreo masivo y sorpresivo parece inminente. Fidel envía una carta a Jrushchov en torno a la situación.

Mucho tiempo después el Jefe de la Revolución en sus conversaciones con el periodista Ignacio Ramonet afirma que se entera por vía pública que los soviéticos proponen a Estados Unidos retirar los cohetes instalados en tierra cubana si los estadounidenses hacen lo mismo con sus misiles Júpiter instalados enTurquía que apuntan hacia la URSS. Aclara Fidel que esa decisión se toma sin consultar con los cubanos.

27 de octubre: Desde un lugar abrupto del campo camagüeyano, por radio, un alto jefe militar soviético con gran urgencia ordena a la batería ubicada también en  sitio rural apropiado de Holguín que dispare contra un avión espía U-2 estadounidense que se aproximaba a gran altura sobre el cielo del territorio oriental cubano.

28 de octubre: Kennedy acepta la propuesta soviética de retirar los cohetes de Cuba y los soviéticos se llevan los misiles SS-4 instalados en nuestra tierra.

1° de noviembre: Comparece Fidel en la televisión acerca de estos acontecimientos de la crisis. Entre otras cuestiones expresa: “Aquello nos pareció absolutamente incorrecto. Nikita tenía que haber dicho a los norteamericanos: ̀Hay que discutir también con los cubanos”´. Y recalcó: “Jrushchov careció de serenidad y firmeza […] por principio debieron consultar con nosotros”.

Para recordar o conocer

Diario de un esperado ataque nuclear a Cuba
El U-2 (Utility 2) dedicado a violar los espacios aéreos y espiar los objetivos militares y económicos de los países que no concuerdan con los planes imperiales de Estados Unidos, en 1962 podía elevarse hasta 22 kilómetros de altura, y empleaban siete cámaras fotográficas que abarcaban 125 millas de ancho.

Lo propuesto por la URSS fue instalar en Cuba 42 cohetes de alcance medio e intermedio, dotados de ojivas nucleares para obtener la paridad de respuesta estratégica frente a Estados Unidos y el bloque de la OTAN.

Fidel y la dirección del Gobierno, aunque no gustan de la idea, aceptan finalmente el envío a Cuba de los misiles porque ello fortalece al socialismo y es un gesto solidario con la Unión Soviética que asume fuertes riesgos por defender la integridad cubana.

El acuerdo con la URSS implica, además, el traslado a nuestro país de una vigorosa agrupación de 48 000 efectivos con toda su dotación técnica y subordinada al Gobierno soviético, como si fuera una base militar de esa nación en nuestro territorio.

Nuestros amigos cometen un grave error, pese a las insistencias cubanas, de mantener en secreto el acuerdo alcanzado, lo que más tarde le da a Kennedy (luego de que el espionaje aéreo enemigo lo descubre todo) la iniciativa militar y política, y el privilegio de presentar al mundo su reacción como un acto legítimo.

No obstante, es justo aclarar que los cohetes de alcance medio llegaron a estar en condiciones operativas, pero sin cabezas nucleares que permanecían almacenadas. Y que los misiles de alcance intermedio se hallaban en los barcos en alta mar cuando se declaró la crisis, y son también regresados a la URSS.

Análisis del Comandante en Jefe

Entre muchas ideas importantes, Fidel precisa en aquellas circunstancias que “[…] Somos un pueblo pacífico, pero eso no quiere decir dejarnos atropellar ni mucho menos, porque cuando el atropello viene, somos todo lo guerreros que necesitamos ser para defendernos. Y los hechos lo han demostrado […] no queremos matar, sino crear […] Lo que quiere nuestro pueblo es trabajar, desarrollar sus recursos […] por encima de todo somos marxistas-leninistas […] y además, amigos de la URSS […]”.

Y recalcó: “[…] Recordar lo que han hecho los soviéticos por nosotros […] en cada uno de los momentos difíciles, frente a cada zarpazo yanqui […]. Las armas fundamentales de nuestras fuerzas son armas que nos ha enviado la URSS y que no nos la cobraron […] hace varios meses decidieron cancelar toda deuda de nuestro país por motivo de armamentos […]”.

Alertó, además: “[…] Las armas estratégicas para nuestra defensa no eran propiedad de Cuba […] son muy complejas, de un personal especializado […]. Lo digo para que se comprenda por qué la retirada fue decidida por el Gobierno soviético […]. Y la decisión, valor y disciplina de nuestro pueblo ha superado lo que los más optimistas pudieron haberse imaginado nunca […]. Y un pueblo así es invencible […]. Y poseemos proyectiles morales de largo alcance que no se pueden desmantelar ¡y no serán desmantelados jamás!” Concluye diciendo Fidel: “Hoy más que nunca me siento orgulloso de ser hijo de este pueblo”.

El derribo del U-2

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Desde una trinchera soviética en suelo agramontino, el 27 de octubre, el entonces coronel Gueorgui Alekseevich Voronkov dio la orden de no dejar que se fuera el U-2 espía. Por radio la recibió el jefe de la batería de las tropas coheteriles antiaéreas Valentín Orjoski, a las 9 y 55 del día, quien pasó enseguida la orientación de disparar al oficial Iván Mironovich Cherchenov, el hombre que entrevistamos en el ICAP, como dijimos al principio.

Según nos comentó en 1996, este combatiente desde un punto oculto y abrupto en La Anita, en Banes, Holguín, apretó el botón rojo, y –aunque volvió a apretarlo otra vez– fue con el primer disparo certero, de un misil tierra-aire SAM (muy popular entre las tropas de la Unión Soviética como D’vina, alusivo a un río de Siberia), que alcanzaba hasta 30 kilómetros, derribó a las 10 de la mañana el aparato violador del espacio aéreo cubano, aunque el cielo estaba oscuro, propio de un sábado nublado de octubre.

Aquel U-2 perdió un ala y envuelto en llamas se abalanzó a toda velocidad hacia la tierra, y cayó a las 10:17 en medio de un campo de caña de una zona llamada Veguita Tres.

El oficial norteamericano Rudolf Anderson Junior estaba separado unos 100 metros del aparato, que se partió en tres pedazos. Su cadáver, fijado a la silla del avión, se encontraba exactamente entre un cañaveral y la línea del ferrocarril.Tenía 35 años, pesaba 180 libras y había nacido en Greenville, Carolina del Sur, Estados Unidos, el 15 de septiembre de 1927.

Le fue ocupado un “plan de aviso” donde se vio que había volado sobre Corea Democrática y Cuba en otra ocasión. Una billetera negra con 20 dólares, dos cheques en blanco números 232 y 233, un anillo y un carnet de mayor de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Además, llevaba una cámara fotográfica manual, radio, paracaídas, mochila plástica con medicamentos, anzuelos de pesca, tijeras, agua potable, un fusil calibre 22 con bastantes cápsulas, cuchillas, medias y hasta un tirapiedras.

Su cadáver fue enviado a su país el 4 de noviembre de ese año 1962, a las tres del tarde, desde el aeropuerto de Rancho Boyeros. La ceremonia de entrega estuvo presidida por Emil A. Stadelhofer, Embajador de Suiza en La Habana, y por el doctor Antonio Camilo Carreras, director de Protocolo del Minrex. Fue sepultado el 6 de noviembre de aquel mismo año.

El U-2 (Utility-2) fue desarrollado en los años de la década de 1950 por la firma Lockheed Skum Works. En 1962 volaban a unos 22 kilómetros de altura y podían visibilizar 125 millas de ancho, con 7 cámaras fotográficas. Lo diseñó el director de esa empresa, Clarence L. Nelly Jonson.

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Fuentes consultadas

Obra Revolucionaria, No. 32, Editorial Nacional de Cuba, noviembre 2 de 1962; 45 grandes momentos de la Revolución Cubana, de Julio García Luis, Ocean Sur, 2005; Cien Horas con Fidel, de Ignacio Ramonet, tercera edición, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, páginas 136 y 314, 2006; Fidel en la Televisión, 1° de noviembre de 1962; y “Cumplimos simplemente”, entrevista del autor de este trabajo con el oficial soviético Iván Mironovich Cherchenov, Juventud Rebelde, 27 de octubre de 2007.

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