Redescubrir al Apóstol de nuestra independencia desde una mirada plural, abarcadora y, sobre todo, sugestiva fue el sentido que convocó a 30 notables artistas visuales antillanos en la exposición Salto. Dicha grande, exhibida en la galería del Centro Cultural Palacio de los Torcedores, en la barrida de Cayo Hueso, del municipio de Centro Habana.
Curada por el crítico de arte y periodista Jorge Rivas Rodríguez, la muestra deviene abanico aglutinador de diversas técnicas, estilos, estéticas y poéticas que recrean, reconocen y advierten la figura de Martí en cada uno de los ámbitos en que trascendió como político, periodista, escritor y luchador independentista.
Virtuoso, heterogéneo y oportuno es el proyecto curatorial defendido por Rivas Rodríguez, el cual privilegió nombrar a esta selección de la iconografía martiana con una de las frases dichas por el propio Héroe Nacional al desembarcar en nuestras costas para liderar la Guerra del 95: “Arribamos a una playa de piedras, la Playita al pie del Cajobabo, me quedo en el bote el último vaciándolo. Salto. Dicha grande”.
La Central de Trabajadores de Cuba y el Proyecto Enmarcarte que lidera el pintor, escultor, fotógrafo y grabador Erik Varela Ravelo, también doctor Honoris Causa por la mexicana Universidad del Instituto Americano Cultural S.C., colaboraron para que varias hornadas de creadores coincidieran en un espacio como el Palacio de los Torcedores, a modo de alegoría a la estrecha relación que fructificó entre José Martí y los tabaqueros de Tampa y Cayo Hueso, en los Estados Unidos.
Artistas del relieve de Nelson Domínguez, Eduardo Roca (Choco), Agustín Bejarano, Ernesto Rancaño, Eduardo Abela, Maikel Herrera, Juan Vicente Rodríguez Bonachea, Roberto Chile, Kamyl Bullaidy, Alicia Leal, Alicia de la Campa, Jesús Lara, Leo e Isis D’ Lázaro, junto a otros también sobresalientes –entre veteranos y noveles– confluyeron en la muestra a partir del dibujo, la pintura, la instalación, la escultura, el grabado, la fotografía y la cerámica.
Es esta exposición un justo homenaje a ese cubano de proyección universal que desbordó las fronteras de su época para alzarse como uno de los más eminentes pensadores, políticos e intelectuales hispanoamericanos de todos los tiempos.
Más allá de lo que significa para los habitantes de este archipiélago la imagen y preeminencia martiana, “los valores artísticos de Salto. Dicha grande adentran al espectador en la innovación y la creatividad, además de introducirlo en disimiles narraciones que recorren la grandeza patriótica de Martí, envuelta en la mitología, el misticismo, el amor, la ternura y la poesía, expresadas mediante un despliegue de maestría y complicidad estética”, escribió su curador Jorge Rivas Rodríguez al periódico Cubarte; y tal certidumbre alienta a quienes llegamos hasta este otro Cayo Hueso a sentir y develar todas las dimensiones que habitan en Martí.