¿Retorno desde la bruma?

Las aspiraciones presidenciales de un miembro de la familia Kennedy  marca el panorama comicial para 2024 en los Estados Unidos


El titulado “Clan Kennedy”, tocado por un “destino funesto” en el escenario político interno de los Estados Unidos en la segunda mitad del pasado siglo, según definen algunos cronistas, vuelve a plantar presencia para los comicios del próximo año, en un reverdecer que aspira a tener mejor suerte.

Robert F. Kennedy jr: la nueva figura política demócrata que algunos ven como un “cambio” dentro de USA. / sputniknews.lat/mundo

Se trata de que Robert Francis Kennedy Jr, hijo de Bob, asesinado en Los Ángeles en 1968 en plena campaña proselitista, y sobrino del presidente John F. Kennedy, baleado mortalmente en Dallas en 1963, ha formalizado su aspiración a la candidatura demócrata para las elecciones presidenciales de noviembre del 2024.

Una decisión que, al decir del estudioso mexicano Alfredo Jalife-Rahme, coloca una sombra intensa sobre las aspiraciones continuistas del mandatario Joe Biden, perdido en una baja de popularidad bien acentuada en las últimas semanas, como consecuencia de las serias dudas de muchos votantes del bando azul, que desconfían de su estado mental, su real control sobre el gobierno, la validez de su actual ejecutoria y la senectud con la que asumiría otro período de mandato.

Para el citado analista de temas internacionales, Biden parece ir en picada, con apenas treinta y seis por ciento de aceptación por estos días, y no pocos enredos políticos y económicos a escala nacional y personal, entre estos últimos la investigación del Comité de Supervisión y Responsabilidad de la Cámara de Representantes sobre sus registros bancarios, la cual concluyó que  “la familia del presidente, sus asociados y sus empresas recibieron indebidamente más de diez millones de dólares de ciudadanos extranjeros y sus compañías» por intermedio del tráfico de influencias.

Por otro lado, la aspiración de Robert Kennedy Jr también coloca una nueva ficha en el tablero ante la insistente candidatura de Donald Trump por el Partido Republicano y su ferviente deseo de  volver a la Casa Blanca. De hecho, si hubiese un nuevo oponente demócrata, la esperada rivalidad con Biden queda anulada y otro gallo bien podría cantar definitivamente sobre la valla.

De todas formas, y en ello coincide mucha gente, queda un buen rato para que el horno electoral gringo alcance la temperatura de cocción y, como sucede casi siempre, habrá que esperar por los planes y las reacciones de las élites partidistas, y quienes les controlan desde mucho más arriba, en torno a los candidatos  aceptables para sus aspiraciones estratégicas nacionales y globales.

Porque, por regla, la boleta va conformada y decidida de antemano a cada Convención. Por algo las elecciones norteamericanas se califican entre las más despilfarradoras y enmarañadas del planeta.

Algo de la nueva figura

Robert Francis Kennedy Jr ya comienza a ser tipificado por algunos como el aspirante del “posible cambio”, como en su día lo fueron de cierta manera su padre y su tío John F. Kennedy.

Jurista ligado a los temas ambientales, autor de numerosos libros, y al parecer “crítico anti-sistema”, conforme a algunos medios, su línea de pensamiento ronda la herencia de sus conocidos antecesores: políticos con un sentido menos ríspido en sus decisiones, aunque decididamente representantes del sistema del que provienen.

¿Llegarán acaso a enfrentarse en 2024?. / rt.com

Una posición cuyas puntadas de racionalidad resultaron embarazosas para los grupos más ultras de la estructura norteamericana de poder, partidarios estos últimos de la imposición de su voluntad a cualquier precio, y de negar la menor idea de diálogo constructivo y sereno.

De hecho, John F. Kennedy, que no desestimó la ejecución de la invasión mercenaria por Playa Girón, heredada de su antecesor republicano, Dwight Eisenhower, protagonista de la Crisis de los Misiles de 1962, e iniciador del bloqueo a Cuba, fue considerado tan blando como para acribillarlo a balazos en Dallas, Texas. La misma suerte que tocó a Robert, para quien era pertinente mediatizar la “inevitable” rebelión popular latinoamericana con programas de injerencia pacífica que propiciaran cambios económicos, políticos y sociales sin consecuencias mayores para el control de Washington sobre el Sur hemisférico y que en el plano interno, por ejemplo, reconocía la lucha de la población negra por la conquista de los derechos civiles. Gente incómoda, en fin, para los que nunca piensan en las prerrogativas ajenas y desprecian todo átomo de mesura o de meditación racional.

Y siguiendo un tanto las declaraciones y las ideas expuestas en diferentes escenarios por Robert Francis, podría pensarse que algo de pensamiento consanguíneo promueve su decisión.

De hecho, entre sus más llamativos pronunciamientos está el plan, dice, de coartar el poder ilimitado de la casta de poder que controla los destinos de la nación. 

Ha hablado además de derogar las medidas restrictivas impuestas a la ciudadanía desde los días de la titulada Guerra Antiterrorista de George W. Bush y sus halcones, y se opone a acciones bancarias que den al Gobierno mayor manejo de los fondos de la gente común.

En otro sentido –y en sus afirmaciones recogidas por el periodista Salim Lamrani el 6 de marzo de 2015, luego de reconocer la responsabilidad de su padre y su tío en las medidas punitivas contra Cuba en los años sesenta del pasado siglo-, subrayaba el aspirante demócrata que es un fracaso total “la política de sanciones, cuyo objetivo es derrocar el orden establecido en  la Isla. Se trata de la más larga de la historia y el régimen de Castro aún está en el poder”.

“El embargo –añadía- desprestigia claramente la política exterior de Estados Unidos, no sólo en América Latina, sino también en Europa y en otras regiones”, y “resulta claro para todo el mundo que castiga injustamente a los cubanos ordinarios”.

John F. y Robert Kennedy: dos personajes incómodos para la extrema derecha gringa / bohemia.cu

Por añadidura, y justo en nuestros días, el aspirante a candidato presidencial demócrata ha extendido sus consideraciones. Así, acaba de acusar públicamente a la CIA de parte del evidente complot que puso fin violentamente a la vida de su tío, en una clara desautorización de las torcidas investigaciones que culparon a un tirador solitario con el magnicidio.

Por demás, ha expresado duras críticas a la política de Joe Biden de incentivar la guerra contra Rusia por intermedio de Ucrania.

Hemos enviado a la muerte a 300 mil ucranianos, ha dicho, cuando se debió haber escuchado a Vladímir Putin y trabajado seriamente en un acuerdo ( Minsk 1 y II) para proteger a los ciudadanos del Donbás de los ataques de Kiev  y evitar la anunciada reacción de Moscú. Porque, precisó, “si te diriges a Rusia de forma hostil, por supuesto que su respuesta será hostil”.

Luego de reconocer que Washington estuvo implicado en el golpe de Estado en Kiev en 20l4 y en el auge nazista en Ucrania, Kennedy enfatizó textualmente: “Seamos honestos: se trata de una guerra de EE.UU. contra Rusia para sacrificar esencialmente la flor de la juventud ucraniana en un matadero y en la destrucción por la ambición geopolítica de los neoconservadores, tantas veces declarada, de cambiar el régimen de Vladímir Putin y agotar las Fuerzas Armadas rusas para que no puedan luchar en ningún otro lugar del mundo».

Y concluyó afirmando que no estima “que los neoconservadores sean capaces de resolver la guerra en Ucrania, ni la gente que rodea al presidente Joe Biden, ya que ellos fueron los que crearon el problema. No creo que lo reconozcan nunca», 

En otro sentido, y en relación con la libertad de información, el aspirante demócrata ya dio a conocer que, de ser presidente, «indultará a los valientes reveladores de la verdad, como Julian Assange», así como a John Kiriakou, Chelsea Manning, Reality Winner, Daniel Hale, Thomas Drake, Jeffrey Sterling y Edward Snowden, e «investigará la corrupción y los delitos que todos ellos sacaron a la luz».

En fin, un rosario de pronunciamientos que bien pueden calificarse con base en la sensatez, la lógica y un interés en establecer un clima nacional menos agrio, y un grado conveniente de estabilidad y seguridad, cada vez más deterioradas a escala mundial.

Resta ahora la espinosa tarea de convencer y sumar electores, superar la escabrosa trama de desbordar los poderes tradicionales dentro del Partido Demócrata, lanzarse a la lid frente a quien sea elegido como figura presidenciable por el republicanismo…y rogar al cielo para que el costo no sea el que debieron pagar su padre y su tío, porque decidirse a romper trillos en el universo político gringo es vivir sobre la cuerda floja.

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