Imagino a Areskys atravesando Jaruco en el camión de bomberos, por última vez. Lo imagino en la Base de Supertanqueros de Matanzas, echando agua y dejando a su paso una estela azul marino… Él se va haciendo pequeño mientras el humo crece, se va perdiendo en la distancia…
Imagino a su hermano Yadir gritando: ¡¡¡Capitán, déjelo ya!!!, y aun así puedo ver a Areskys en las maniobras militares, porque él no dejaría atrás a un soldado, todo el mundo sabe que él no lo dejaría.
Imagino que en los ojos de sus hijos hay un pequeño Areskys que tampoco se suelta y un buen día vuelve a ser bombero. Imagino a Juana, panza-madre, buscando a su hijo entre los enfermos del Hospital Faustino Pérez, evadiendo la noticia porque sospecha lo que esconde.
A Areskys no lo conocí a fondo. Pero recuerdo su silueta, recuerdo aquella voz que una vez dijo en la radio: “Soy bombero porque no pudiera ser otra cosa”, y ahora me digo en silencio: “Ay, Guajiro, yo quisiera ser así”.