Que la pobreza actual en Afganistán está causada directamente por los 20 años de ocupación yanqui es un hecho histórico irrebatible; sin embargo, es más conveniente culpar de las astronómicas cifras de abandono a los talibanes. Respondamos con total sinceridad la interrogante: ¿qué dejaron los Estados Unidos al retirarse del país? ¿Cuántas carreteras, escuelas, hospitales? En todo caso, aquella infraestructura destinada a sus tropas.
Dos décadas es tiempo suficiente para haber imprimido una huella significativa. Salvo cuando la Casa Blanca decide disfrazar su penetración a través de gobiernos locales afines; es que desembolsa su capital en obras, o mejor dicho, en agenciarse recursos naturales a través de sus compañías. Las cubanas y cubanos lo vivimos en la etapa neocolonial, cuando la miseria corría a raudales. Debió triunfar una Revolución socialista para ir superando esos márgenes heredados de pobreza y subdesarrollo.
Apenas una digresión para evidenciar que no es precisamente bienestar lo que deja el imperialismo a su paso. Cuando los pueblos se emancipan con ideas propias, lo común es bloquearlos o congelar sus activos y fondos. Condenable es la filosofía del Gobierno talibán, su actitud machista, misógena, pero eso no basta para que se evidencie una verdad: las finanzas del país han sido robadas oportunistamente, con el pretexto de esas injusticias.
Es imprescindible trascender las fronteras de la caridad porque así no se construye una sociedad nueva. A veces la compasión raya en la lástima y la gente, por el contrario, necesita dignidad, solidaridad y apoyos bien definidos, traducibles en acciones que marquen los pasos hacia un bienestar en avanzada. No quiere esta comentarista poner en duda las buenas intenciones de la ONU y sus organismos diversos porque en definitiva las personas peligran con la hambruna y la propagación de enfermedades por insalubridad. Mas, además de reunir los cinco mil millones de dólares, hay que reconocer la reincidencia de esa lección histórica.
La práctica política demuestra que sin injerencias y sí con solidaridad las ayudas serán bienvenidas: la República Popular China (RPCH), tan temprano como septiembre de 2021, ha tendido la mano, alejando del espectro nacional el aislamiento, porque la única real influencia perdurable es la constante. Estados Unidos cuando realmente quiere hinca rodilla en tierra del lado incluso de “indeseables gobierno”, léase Israel, famoso por su segregacionismo y colonialismo de Palestina. Ahí siguen con su apoyo moral y logístico, tanto que Donald Trump logró lo que parecía inalcanzable: acercar Tel Aviv a algunas capitales árabes.
Por tanto, como yo lo veo, no es suficiente enviar tropas a avasallar; al final ni eso lograron, y estas tuvieron que irse raudas de Kabul. En enero de 2022, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, hizo un llamamiento medular, que hoy reitera: “la necesidad imperiosa de inyectar liquidez a la economía afgana a través de sistemas transparentes de rendición de cuentas que permitan que los fondos lleguen a la población más necesitada, garantizando que el dinero no se desvíe”. Asimismo, explicó que los fondos requeridos se destinarían al apoyo de los ámbitos alimentario y agrícola, los servicios de salud, el tratamiento de la desnutrición, los refugios de emergencia, el agua y saneamiento, la protección y la educación.
Llover sobre mojado
Cómputos de entidades internacionales certifican que más de la mitad de la población, alrededor de 24.4 millones de personas, precisa este año de ayuda humanitaria, lo cual representa un aumento del 30 por ciento en relación con el 2021. El secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, Martin Griffiths, recalcó que “se avecina una catástrofe humanitaria en toda regla”.
Lo apuntamos arriba. Se ha dado otra circunstancia terrible pero no inédita en el escenario internacional: el robo de las finanzas nacionales. El 11 de febrero Biden firmó una orden ejecutiva con la cual se apropiaba de más de un tercio de mil millones de dólares de estos activos congelados para compensar a las víctimas de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Según voces autorizadas dentro de EE.UU. hace años, los familiares de las víctimas del WTC ganaron fallos en contra de Al-Qaeda y los Talibán en un caso conocido como Havlish & bin Laden, et al… pero nunca las hicieron efectivas contra Arabia Saudí, de donde supuestamente son todos los terroristas que murieron en el atentado contra las Torres Gemelas.
Puede parecer una afirmación ramplona la que haré a continuación, pero es así de simple: los Estados Unidos, además de mentir, usurpan en nombre de la libertad aquello que no es suyo. Dicha táctica de acoso comenzó hace un par de siglos y todavía hoy se mantiene vigente. Recuerde el caso Venezuela en nuestro hemisferio. Entonces, la falta de recursos –máxime los financieros– solo puede agravar el panorama. En ese sentido, contrasta la respuesta dada por un conjunto de naciones, que el 30 de marzo, reunidas en la ciudad china de Tunxi (en la provincia de Anhui), le han dado la cara a un asunto tan complicado: los titulares de Relaciones Exteriores de China, Rusia, Pakistán, Irán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán –y como invitados, los de Indonesia y Qatar–, reportó Prensa Latina, discutieron cómo apoyar a Afganistán en “ganar estabilidad y ayudar a sus habitantes”.
En perspectiva se piensa que sea factible persuadir “al Gobierno talibán de apostar por una estructura política abierta e inclusiva, la búsqueda de la moderación tanto en la agenda doméstica como exterior y la lucha más efectiva contra el terrorismo”. Igualmente, la fuente indicó que, “de manera colateral”, representantes de China, Rusia y Estados Unidos realizaron consultas sobre el mismo tema. A la altura de esta fecha, habría que ver cómo podrá incidir la política exterior rusa teniendo en cuenta el conflicto con Ucrania y su separación del Consejo de los Derechos Humanos.
Xi Jinping, mandatario de la República Popular China, en la aludida cita ratificó el respeto a la soberanía, la integridad territorial e independencia de ese Estado, así como el compromiso de apoyar su bienestar. Precisó que el mecanismo de coordinación y cooperación de los países vecinos de Afganistán (desde su creación el año pasado) ha jugado un rol constructivo para una suave transición. Abogó, además, “porque dichas naciones logren consensos y coordinen esfuerzos para respaldar las aspiraciones del pueblo afgano de tener un futuro mejor”.
