La mirada y las máscaras (tríptico, 2004) alude a un texto inédito del pintor cubano Manuel Vidal, quien fuera mentor del artista. / J.L.D
La mirada y las máscaras (tríptico, 2004) alude a un texto inédito del pintor cubano Manuel Vidal, quien fuera mentor del artista. / J.L.D

Anclado a dos universos

Pinturas, dibujos e ilustraciones integran un conjunto donde literatura y tecnología se abrazan; su creador recontextualiza visiones de renombrados artistas nacionales y foráneos, e insufla vida a un imaginario propio


“Exponer en la Biblioteca Nacional José Martí significa estar en el centro de la cultura. Es un lugar que requiere de responsabilidad, rigor, desde el punto de vista pictórico y ético”. Con tales frases Pastor Rivera manifiesta cuánto valora la oportunidad de exhibir Mi reino es de este mundo, una muestra personal que permanecerá abierta durante septiembre y octubre.

Durante años Pastor Rivera ha colaborado como ilustrador con las revistas Unión, La Gaceta de Cuba y Revolución y Cultura. / Nelia Moreno

“Llevo 30 años pintando, pero en realidad, mi profesión de origen es ingeniero en radiocomunicaciones; la desempeñé hasta que me jubilé. La pintura ha ido en paralelo, no como una actividad pública, sino para mi realización espiritual”, declara.

Rafael Acosta de Arriba, respetado crítico de arte y curador de la exposición, relata cómo descubrió a quien “ha pasado por debajo de todos los radares habidos y por haber”: hace un año, en la galería Espacio Abierto, de la revista Revolución y Cultura, se topó, sin esperarlo, con dibujos e ilustraciones cuyo autor le era desconocido. “Francamente, quedé impactado –asegura–, eran verdaderas obras de arte”.

Si aquella vez las pinturas complementaban el conjunto principal, ahora constituyen el plato fuerte de la selección que cubre las paredes de la galería El reino de este mundo, a la entrada de la Biblioteca Nacional. Su artífice transita sin desdoro sobre un camino abonado por renombrados artistas nacionales y foráneos (Acosta de Arriba menciona a Goya, Dubuffet, Bacon, José Luis Cuevas, Antonia Eiriz, Hilda Vidal, Umberto Peña), recontextualiza sus visiones, insufla vida a un imaginario propio.

“El aglutinante de la actual muestra es la literatura –subraya el curador–, lo cual se puede apreciar en los títulos de las distintas piezas”. Estos remiten, en ciertos casos representan homenajes directos, a César Vallejo, Martí, Cervantes, José Lezama Lima, Virgilio Piñera y otros referentes literarios.

De lo exhibido aquí, Acosta resalta “los dibujos y pinturas sobre cartulina. Entre los cuadros, el tríptico La mirada y las máscaras me parece fundamental; también las obras independientes en las que se observa la impronta de Hilda Vidal. En general, lo expuesto es muy bueno. Pastor Rivera merece visibilidad”.

La mirada y las máscaras (tríptico, 2004) alude a un texto inédito del pintor cubano Manuel Vidal, quien fuera mentor del artista. / J.L.D

Igualmente descuellan por su calidad varias ilustraciones utilizadas en revistas y libros cubanos y extranjeros, entre ellos los de dos escritores muy apreciados en Cuba: Daniel Chavarría y Enrique Pérez Díaz.

Retoma la palabra el pintor e ilustrador, para recalcar: “He tenido un pie en el área tecnológica y otro en la artística. Como profesional y especialista de Etecsa, estuve en el centro de la transformación que ha significado la digitalización en el país a partir de los años 90”.

Una parte de las creaciones mostradas refleja tales progresos, a veces solo con el trazo de las figuras, a las cuales se incorporan imágenes de dispositivos o de fragmentos pertenecientes a estos; en otros casos, el efecto se logra mediante el recurso de encajar en el lienzo objetos que van desde tornillos y tuercas hasta elementos de mayor tamaño.  

Dos ejemplos concretos: en Judas Iscariote y la traición, ambas recreaciones están concebidas como si fueran aparatos; y el centro de El Cholo lo ocupa un teclado digital.

En Judas Iscariote y la traición se incorporaron tornillos y otros accesorios que otorgan a las figuras semejanza con objetos mecánicos. / J.L.D
El Cholo remite a la poesía de César Vallejo. / J.L.D

Sin embargo, una de sus obras preferidas difiere de esa línea. Se trata del collage Memorias de 12 y 23. “Hace referencia a Charles Chaplin, al cine. En mi juventud y en los años 60 y 70 los carteles cinematográficos eran algo muy común en Cuba. Incluso algunas personas los colocaban en sus casas, como adorno”, rememora.

Mientras dibuja o pinta, Pastor Rivera se concentra en el tema, la técnica, los efectos visuales, no en explicitar un mensaje o conducir al espectador hacia sensaciones planificadas. Quizás debido a eso, hasta para un ojo tan entrenado como el de Rafael Acosta de Arriba, la suya es “una obra enigmática a la vez que portadora de una polisemia considerable”.

No nos presenta rostros y cuerpos hermosos, alerta el experto en el catálogo de Mi reino es de este mundo. Los personajes “renuncian al canon estético consolidado durante siglos para mostrarnos otra manera de encarar la visualidad en la que lo no bello es elevado a dimensión estética”. De ese modo Rivera nos introduce en “una cosmovisión muy particular del ser humano” y en el viaje hallamos a “un creador original y genuino”.

Según palabras de Rafael Acosta de Arriba, el autor de estas pinturas “maneja las gamas de colores de su preferencia con maestría y seguridad”. / J.L.D

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