Bombeo que marca el paso
Ilustración. / Osval.
Bombeo que marca el paso
Ilustración. / Osval.

Bombeo que marca el paso

Pusieron proa hacia la Atenas de Cuba en medio de la noche, desafiando los riesgos del horario, de la vía, de un recorrido cercano a los 400 kilómetros, los peligros de la oscuridad… pero con cuánta claridad en la pupila.

Era el segundo envío de productores avileños para el pueblo matancero en tan crucial instante.

La víspera habían remitido 24 toneladas, luego otras 30, que en general incluyeron viandas, frutas, vegetales…

De acuerdo con declaraciones del joven Ariel Nieves Concepción, subdirector comercial de la Empresa Provincial de Acopio, el destino principal serían hospitales y unidades de salud que han intervenido de forma directa en la atención a pacientes afectados por el incendio ocurrido en la base yumurina de supertanqueros.

Transportistas y productores, sin embargo, han reafirmado voluntad de continuar ofreciendo ayuda en medio de la actual coyuntura, mientras sea necesaria.

Bombeo que marca el paso.
Desafiando los peligros de la noche, los avileños pusieron proa hacia Matanzas con producciones agrícolas. / Pastor Batista.

Como en otras partes del archipiélago, quienes no viven del fruto de la tierra han buscado otras alternativas de esa solidaridad que llevamos dentro los cubanos, posiblemente desde los remotos tiempos de la comunidad primitiva.

Quizás uno de los ejemplos más conmovedores esté en quienes han llegado hasta el banco provincial, dispuestos a donar su sangre para salvar la vida de quien así lo requiera urgentemente.

La actitud no puede ser distinta. Cuba no retrocede. El país ni se rinde ni se vende. Se afinca y continúa.

Por eso camiones y remolques tienden un puente de amor hacia Matanzas, desde todos los puntos cardinales. Incluso desde el exterior. Por eso ahí han estado mexicanos y venezolanos, minuto a minuto, codo a codo y pecho a pecho con nosotros, desafiando los mismos peligros.

Cada quien aporta lo que tiene o puede. Todo el mundo quiere dar.

Así, desde su genial modo de interpretar y reflejar acontecimientos y procesos, el incansable caricaturista Osvaldo Gutiérrez (Osval) se desprende un pedazo de sí, pincel en mano, y vuelve a entregarnos un corazón que nunca ha concebido exclusivamente suyo.

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