Foto. / cubarte.cult.cu
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“Conocer para reconocerse”

Del 19 al 23 de febrero de 2024, en Casa de las Américas sesionará un coloquio nacido hace tres décadas que reafirma el valor de las obras y el pensamiento generados por mujeres


Pese al denuedo de sus activistas, a las batallas por alcanzar el pleno respeto, la igualdad, el reconocimiento a la impronta femenina en la historia humana y en las sociedades contemporáneas les queda mucho terreno por ganar. El territorio es vasto, tanto como todas las esferas de la vida.

Con sus saberes y reconocimiento internacional, la Doctora Luisa Campuzano ha logrado que relevantes académicas e investigadores se interesen por el Programa de Estudios de la Mujer. / habanaradio.cu

Un escenario donde desde hace tres decenios se pone empeño en visibilizar los aportes de artistas, escritoras, periodistas, filósofas, dramaturgas, cineastas, traductoras, lingüistas, científicas, madres de familia, luchadoras por la independencia… es el Programa de Estudios de la Mujer de Casa de las Américas, fundado en 1994 y dirigido por Luisa Campuzano.

 Asociado a dicho Programa, año tras año ha sesionado en la prestigiosa institución un coloquio internacional. En la presente ocasión se dedica al trigésimo aniversario y a los feminismos y movimientos de mujeres en América Latina y el Caribe.

¿Por qué se decide instituir el encuentro, qué estaba faltando?, le pregunto a la Doctora Campuzano.

“Más que organizar un coloquio surgió la idea de fundar un programa. En las décadas de los 70 y los 80, del siglo XX, se había producido un estallido de la creatividad femenina –que siempre existió– en Latinoamérica y el Caribe, especialmente en literatura, artes plásticas, música. A la par, en el mundo se contaba con una producción textual enorme en torno a la huella de las mujeres en todos los campos. Una muestra son los volúmenes concebidos por el proyecto Historia de las mujeres, bajo la dirección de Georges Duby y Michelle Perrot, el cual incluye a las latinoamericanas.

“Pero esa bibliografía no nos llegaba. Ocurría lo que Juan Marinello denominó indigencia crítica, o sea, la falta de teoría, pues la no encauzada dentro de lo establecido por la ideología marxista-leninista no existía para los cubanos. Y en aquel momento ese pensamiento no abarcaba suficientemente los estudios sobre la mujer.

“Además, en Cuba nosotras habíamos alcanzado un desarrollo impresionante dentro de la vida pública –éramos la mayor parte de los profesionales del país, se encontraban activas importantes escritoras y artistas, uno las veía en las escuelas de arte–; sin embargo, carecíamos de relevancia en el ámbito de la política, por ejemplo.

“Al mismo tiempo, existía un desequilibrio notable en la producción textual acerca de las mujeres y de los hombres. Abundaban las obras literarias, teatrales, de la plástica, ensayísticas, en las que las primeras no aparecían ni siquiera como personajes secundarios. ¿Sabías que dos españolas vinieron en los albores de la conquista? Se narra en Historia de las Indias, de Fray Bartolomé de las Casas. De eso nadie habla.

Una sesión del coloquio en 2015. Ese año trató sobre la educación de las mujeres en la historia y la cultura de América Latina y el Caribe. / redsemlac-cuba.net

“Recuerdo que en 1983 me solicitaron un texto sobre la mujer en la narrativa de la Revolución. Tuve que partir de Virginia Wolf y de escritos realizados por Camila Enríquez Ureña en los años 30. No había nada más. Por eso lo nombré Ponencia sobre una carencia.

“Ya en 1988, cuando yo dirigía el Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas, coordiné un congreso internacional sobre teoría y crítica. Vinieron distinguidos teóricos y entre ellos dos profesoras: una inglesa y una puertorriqueña. Al terminar las jornadas le pidieron a Roberto Fernández Retamar que hiciera un evento sobre mujeres. En esa época, aquí ningún espacio se ocupaba específicamente de estudiar sus aportes a la sociedad, desde el enfoque de la cultura, de la integración y el pensamiento sobre el género (todavía ese término no se utilizaba entre nosotros)”.

-Algunos se refieren al feminismo de manera peyorativa, suelen restarle importancia, e incluso lo consideran equivalente al machismo.

-No hay equivalencia. El feminismo es una doctrina social. Mientras que el machismo es una aberración social.

-¿Cuáles líneas sigue el coloquio en general y este año en particular?

-Es un encuentro sobre todo de académicas, aunque asisten también investigadores. Son personas que se preocupan por perspectivas teóricas. El coloquio pretende visibilizar las doctrinas en relación con el papel y los derechos de las mujeres en la sociedad. Es decir, focalizar un problema social, político, de pensamiento. Esta vez se abordarán los vínculos entre mujer y raza, diversas personalidades de las luchas feministas, el rol de las profesionales en las ciencias sociales, y otras temáticas.

-¿Se aquilata en su justa medida la trascendencia del evento?

-Sin duda ha tenido repercusión, porque se ha mantenido con una frecuencia anual y ha crecido. Reúne a personas de distintos lugares del planeta, además de los cubanos. Este año contamos con más de 60 participantes, procedentes de universidades de Europa, América Latina y el Caribe, de Estados Unidos y Canadá. Hemos publicado varios libros que circulan por el mundo y son valorados.

“El Programa de Estudios de la Mujer y su coloquio nos dan la posibilidad de conocer un entorno mayor. Los asistentes foráneos nos traen libros, información teórica. Y cuando tú conoces, puedes reconocerte a ti misma”.

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