Foto./ Archivo de BOHEMIA.
Foto./ Archivo de BOHEMIA.

Controversias en torno a la Batalla de las Guásimas

Para los historiadores cubanos, la acción combativa librada por Máximo Gómez y sus efectivos fue un rotundo triunfo de las armas mambisas, mientras que académicos españoles la califican de “victoria pírrica” pues, afirman, ese enfrentamiento impidió que se llevara a cabo la invasión a Occidente durante la guerra del 68


Situado a unos 35 km de la actual ciudad de Camagüey, el potrero Las Guásimas de Machado era en 1874 una finca ganadera en completo estado de abandono, rodeada de una arboleda frondosa. Abarcaba un poco más de 37 caballerías (500 hectáreas aproximadamente) y estaba dividida en dos fincas: una más grande al norte, que incluía una pequeña represa rústica construida en el curso de un arroyo; y otra más pequeña al sur que se unía a la primera por un caminito trazado dentro de un bosque de guásimas de unos 4 kilómetros de extensión.   

Dos terraplenes conducían a esta hacienda: uno desde la zona de Jagüey, que se bifurcaba hacia ambas fincas y otro procedente de Cachaza, ramificado hacia ambos puntos. Ese fue el lugar escogido por Máximo Gómez para enfrentar a una poderosa columna española en lo que la posteridad ha conocido como la Batalla de Las Guásimas, la cual, en opinión de muchos historiadores cubanos, es la más grande acción combativa llevada a cabo por las armas mambisas en las tres guerras de independencia (68, Chiquita y 95).

Al conocer el avance del enemigo, Máximo Gómez decidió tomar la iniciativa y le armó una trampa a las tropas ibéricas./ Archivo de BOHEMIA.

La batalla

La incorporación del Occidente a la guerra había sido una obsesión en Carlos Manuel de Céspedes desde que pronunció el Grito del ingenio Demajagua y posteriormente en Ignacio Agramonte, cuando fundó la caballería camagüeyana. Tras la caída en combate de estos dos adalides mambises tocó a Máximo Gómez retomar esta bandera y tratar de llevarla a cabo.

Para ello convocó en 1874 a 1 000 mambises de infantería, procedentes de Oriente, Camagüey y Las Villas, además de dos unidades de caballería al mando de Antonio Maceo y del internacionalista canario Manuel Suárez, así como una de orientales comandada por el manzanillero Ricardo Céspedes. En total, unos 1 300 efectivos. Para oponerse a su marcha, España envió a los llanos de Camagüey a cinco batallones de infantería, 3 000 hombres en total, al mando del brigadier Armiñán, junto con 700 jinetes y cuatro piezas de artillería de montaña.

Al conocer el avance de las tropas ibéricas, Gómez decidió el 15 de marzo de 1874 tomar la iniciativa y envía al coronel Gabriel Suárez y sus jinetes a provocarlas para que acometieran su persecución. Armiñán cayó en la trampa y ordenó a su vanguardia cruzar la represa. Cerca de ella le esperaban emboscada la infantería mambisa que le hizo gran cantidad de bajas. Luego la caballería insurrecta cargó al machete por el frente y los flancos de la fuerza montada enemiga, que muy diezmada buscó refugio detrás del cuadro formado por los infantes hispanos detrás de la represa, donde se atrincheraron.

Del 15 al 19 de marzo se batalló con fiereza por ambos lados. Solo el primer día, según el historiador mambí Benigno Souza, las bajas españolas fueron de 50 muertos y unos 400 heridos. Gómez orientó bloquear todas las veredas y caminos que daban acceso a la hacienda con lo que Armiñán y su tropa quedaron totalmente sitiados. El jefe peninsular se vio precisado a enviar un correo por ayuda y desde Camagüey partieron en su rescate 2 000 efectivos, con el general Bascones al frente. Tras una penosa marcha hostigada por los mambises, llegaron el 18 de marzo a Las Guásimas.

Bascones encontró tan diezmada a la tropa de Armiñán que convino con él en que ni una prolongada resistencia ni un intento de pasar a la ofensiva eran posibles. Ambos militares coincidieron en que lo más acertado era retirarse hacia la ciudad de Camagüey. Durante todo el trayecto hasta la capital provincial fueron hostigados continuamente por los mambises.

Antonio Maceo participó activamente en la acción al frente de una unidad de caballería. / Archivo de BOHEMIA.

La España colonialista reconoció haber sufrido en estas cinco jornadas de duro batallar 1 037 bajas entre muertos y heridos, así como la pérdida de 48 caballos, unos 50 fusiles y miles de cartuchos. Gómez consignó en su parte 29 caídos en combate, entre ellos ocho oficiales, y 148 heridos.

Controversias

Desde los días de la encarnizada batalla, historiadores y cronistas españoles trataron de minimizar su significación e incluso hubo quien la valoró de “victoria pírrica” pues, afirmaban, esa acción había sido la causa principal del fracaso del plan mambí de invadir Occidente en la guerra del 68. Lo cual no es cierto, puesto que la proyectada invasión a Las Villas, preámbulo del avance insurrecto hacia el este de la Isla, se efectuó en enero de 1875 y fueron otras causas las que impidieron que los caballos del Ejército Libertador, tal como lo había soñado Carlos Manuel de Céspedes, abrevaran en las aguas del río Almendares.

Cuando más exitosa era la Campaña de Las Villas ejecutada por el dominicano, comenzó a aflorar dentro del campo insurrecto el regionalismo tanto en Oriente, con la sedición de Lagunas de Varona, como en la propia región central, que culminó con la destitución de Gómez por los mambises villareños. Y obviamente, la Batalla de Las Guásimas nada tuvo que ver con eso. 

Por otra parte, como bien han apuntado varios de nuestros historiadores, el resultado de esta batalla tuvo una amplia y favorable repercusión en el país y en el extranjero, lo que contrario a la propaganda española adversa, acrecentó la fama del arte militar cubano y elevó considerablemente la moral de la tropa. Además, demostró cuán importante eran para la victoria el conocimiento y aprovechamiento del terreno, la aplicación del principio de la sorpresa, el empleo de emboscadas de hostigamiento y contención, y el ataque en movimiento al enemigo, fraccionando sus efectivos durante el combate.

Otro tema de controversia es la presencia de combatientes chinos en la columna invasora. Por ejemplo, Antonio Chuffat en su libro Apunte histórico de los chinos en Cuba afirmaba que “en la batalla de Las Guásimas (15-17 de marzo de 1874) [sic], los cubanos contaban con 1 300 hombres y entre ellos había unos 500 chinos en la infantería”, aseveración que sin ser confirmada ha sido repetida hasta el cansancio por comunicadores e investigadores.

Al autor de este trabajo tales cifras le parecen hiperbólicas. ¿La mitad de la infantería cubana, procedente de Las Villas, Camagüey y Oriente, era asiática? Coinciden con la apreciación de este redactor los historiadores Israel Escalona y Jesús Ignacio Suárez. Llama la atención que académicos como Ramiro Guerra y Jorge Ibarra Cuesta nunca mencionaron ese dato al referirse a este hecho. Y que Chuffat no consigne la fuente de donde lo sacó. Este tema seguirá siendo controversial mientras no se halle documentación que lo respalde o refute. ¿Única opción? Seguir investigando.

*Periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida 2021

———————————

Fuentes consultadas:

Los libros La guerra de los 10 Años, de Ramiro Guerra; Las luchas por la independencia nacional y las transformaciones estructurales 1868-1898, del Instituto de Historia de Cuba; y Mayor general Máximo Gómez Báez, sus campañas militares, del Centro de Estudios de Historia Militar del Minfar. El Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba.

Comparte en redes sociales:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos