Pese a sus pocos recursos, Bonachea y sus hombres propinaron a los españoles no pocos reveses. / Grabado de La Ilustración Ibérica, 1897. / Tomada de Escambray.
Pese a sus pocos recursos, Bonachea y sus hombres propinaron a los españoles no pocos reveses. / Grabado de La Ilustración Ibérica, 1897. / Tomada de Escambray.

El otro Baraguá

En 1879, siguiendo el ejemplo de Antonio Maceo, el mambí santaclareño Ramón Leocadio Bonachea, al frente de un puñado de hombres, proclamó en Jarao, Sancti Spíritus, su desacuerdo con la paz sin independencia pactada en el Zanjón

Por. / Pedro Antonio García*


La Protesta de Baraguá transformó radicalmente la historia de Cuba al convertir la capitulación del Zanjón en una simple tregua, salvando así el honor de los hombres del 68, pues demostró al país que todavía había quienes estaban dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias. 

Durante la Guerra del 68 Ramón Leocadio Bonachea peleó bajo las órdenes de Ignacio Agramonte y Máximo Gómez, quienes alabaron su valía como combatiente. / Autor no identificado.

No fueron Antonio Maceo y sus compañeros de la hombradía en los históricos Mangos los únicos que dentro del Ejército Libertador proclamaron a viva voz su desacuerdo con la paz sin independencia ni abolición de la esclavitud. En el lomerío espirituano, Ramón Leocadio Bonachea y su tropa asumieron idéntica postura.   

Aislados y solitarios, sin ayuda del exterior, se mantuvie­ron en pie de guerra muchos meses después de Baraguá, incluso cuando en Oriente ya habían dejado de combatir. Con las armas despojadas al enemigo, sostuvieron más de un combate victorioso. Y así estuvieron hasta mediados de abril de 1879.

Durante 14 meses, sin apenas recursos, esa fuerza mambisa batalló sin tregua: derrotó en La Piedra al batallón de Simancas; entró triunfante en Morón; salió victorioso del sitio que tres mil hombres le pusieron en San Marcos; sostuvo exitosos encuentros en El Rubio y Ciego Potrero; diezmó a un destacamento enemigo en las márgenes del Zaza y hostigó fortificaciones desde la Trocha a Remedios.

Con la tropa extenuada y cada vez más diezmada por los continuos combates, Bonachea comprendió que en esas condiciones era imposible continuar la lucha. Igual opinión sostenía su amigo, el general Serafín Sánchez, quien gestionó ante las autoridades colonialistas su salida de Cuba.

Como explicó el paladín espirituano en su correspondencia con otros patriotas, era necesario preservar la vida de Bonachea para futuras contiendas por la independencia: “Mi conciencia me exigía salvar este hermano, contra quien los españoles lanzaban asesinos que a milagro no lo mataron (…) Su permanencia era estéril (…) yo confío en el porvenir”.

En un lugar conocido por Hornos de Cal, cerca del poblado de Jarao (a 25 kilómetros al suroeste de la ciudad de Sancti Spíritus), el 15 de abril de 1879, al frente de un puñado de independentistas, Bonachea manifestó que creía conveniente y beneficioso para el país su retirada con aquellos de sus compañeros que así lo desearan, aunque aclaraba que de ninguna manera había capitulado ante el gobierno español ni se había acogido al Pacto del Zanjón, al cual repudiaba.

Serafín Sánchez quiso preservar la vida de Bonachea para futuras contiendas. / Autor no identificado.
Calixto García le llamó “jefe de dignidad y patriotismo” y lo ascendió a general de División. / Autor no identificado.

Días después partió en barco para Jamaica, acompañado de su esposa, Victoria Sarduy, y sus dos hijas nacidas en la manigua. Rápidamente contactó con Calixto García en Nueva York. El 7 de julio de ese año, el Comité Revolucionario Cubano lo ascendió a general de división y le nombraba “jefe del movimiento revolucionario en Sancti Spíritus y Trocha Militar de Las Villas”.

Problemas organizativos no imputables a su persona impidieron a Bonachea venir a Cuba para la llamada Guerra Chiquita. Varado en Jamaica, sin recursos para armar una expedición, le llegaron las terribles noticias de que la insurrección agonizaba y que los patriotas, uno a uno, se veían obligados a deponer las armas.

No cejó el Héroe de Hornos de Cal en sus planes conspirativos contra el colonialismo español. Como parte de un plan combinado en el que estaban involucrados Carlos Agüero (quien ya combatía en Occidente) y Limbano Sánchez (quien planeaba desembarcar por Oriente), Bonachea partió hacia Cuba en diciembre de 1884. Su expedición fue apresada por buques de guerra españoles.

En el Morro santiaguero Bonachea fue fusilado junto con cuatro compañeros el 7 de marzo de 1885. / Autor no identificado.

Ramón Leocadio Bonachea, Plutarco Estrada (uno de los 35 héroes del rescate a Sanguily dirigido por Ignacio Agramonte), Pedro Cestero, Cornelio Oropesa y Bernardino Torres fueron condenados a muerte y fusilados en el Morro santiaguero el 7 de marzo de 1885. A sus compañeros les impusieron largas penas de cárcel.

José Martí sacó lecciones de estos fracasos. Cuidadosamente preparó el estallido de la Guerra Necesaria diez años después. Las dos hijas de Bonachea fueron activas colaboradoras del Partido Revolucionario Cubano en la colecta de fondos para expediciones mambisas. Una de ellas, Leocadia, fue el gran amor de Panchito Gómez Toro. Ambos relegaron el romance que tenían por el ideal patrio. Él partió para Cuba y cayó en combate. Ella continuó apoyando al Ejército Libertador desde la emigración revolucionaria.

*Periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida 2021.

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Fuentes consultadas

Los libros Ramón Leocadio Bonachea, el jefe de la vanguardia, de Juan E. Casasus; Ramón Leocadio Bonachea y la independencia de Cuba, de Raúl Rodríguez La O; Panchito Gómez Toro: lealtad probada, de Abelardo Padrón; y el Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba.

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