Foto. / Jorge Alejandro Fernández.
Foto. / Jorge Alejandro Fernández.

De La Tertulia, los libros y otros demonios

Unos pusieron la idea, otros los libros y Fayad Jamís el nombre. Sí, el poeta y pintor –mexicano de nacimiento y cubano por convivencia–, el del nombre de la librería de Obispo, el que dirigió las ediciones La Tertulia en los años 60´. En honor a estas, un espacio de unos pocos metros cuadrados, con dos o tres muebles y muchos libros apilados cuidadosamente, se llama La Tertulia.

Está allí, la librería, en el portal de una casa en la calle J del Vedado; rodeada de cafeterías, de vendedores ambulantes, de universitarios que pasan contándose sus peripecias estudiantiles y que, al fijarse en ella, curiosos, entran, toman un libro, lo hojean y se van, con o sin él.

Pero antes no. Cárdenas, en Matanzas, fue su cuna. Hace casi tres años, Alejandro Mainegra y quien era su pareja la crearon. La concibieron como una librería, para vender libros, por supuesto, pero la idea de convertirla además en un espacio de promoción literaria se les hizo irresistible.

Y lo han logrado porque, sobre todo, han enfocado su trabajo en dar a conocer aún más la literatura cubana, esa que es tan buena, pero que yace muchas veces rezagada en la penumbra.

Foto. / Jorge Alejandro Fernández.

¿Por qué se han centrado mayormente en fomentar la lectura de autores cubanos? ¿Cuán difícil ha sido mostrar el valor de la literatura cubana?

Antes de que nosotros estuviéramos en este lugar, había otro muchacho vendiendo libros, lo que él se dirigía mucho más a la venta de best sellers. Nosotros tenemos un enfoque más cubano. Creo que, en América Latina, Argentina, México y Cuba son los tres países referentes de la literatura latinoamericana y nuestro país tiene una tradición de escritores inmensa y muy buena. Pienso que realmente falta promoción por parte de las librerías cubanas y de los promotores culturales cubanos, sobre todo mediante las redes sociales. Ahora es que muchas de las instituciones están comenzando a dar los primeros pasitos en las redes y es un trabajo que requiere mucho conocimiento y tiempo. Por eso vemos que hay muy poca promoción de autores cubanos en estos medios. Aunque parezca que no, los universitarios leen mucha literatura cubana, lo que pasa es que hay que saber recomendarles las buenas opciones para disfrutar porque sí que es muy rica y es la de nosotros.

Más allá de las redes sociales, ¿qué crees que se pueda hacer desde las instituciones relacionadas al libro en Cuba?

Actividades. Muchos de los escritores cubanos están sentados en sus casas. Con una buena promoción y una actividad bien planificada se puede lograr bastante. Ah, ¿que muchas veces no tenemos los ánimos para eso, por todo lo que estamos viviendo ahora? Sí, pero cuando realmente existen deseos, se hace. Ahora el país, en general, está cambiando mucho, todo se ha monetizado en gran manera, las cosas cuestan un poco más de dinero y entonces se hace más complicado hacer estas actividades, pero sí pienso que son posibles.

¿De qué maneras las librerías particulares como La Tertulia pueden influir en que aumente el consumo literario de los jóvenes?

Desde nuestro pedacito estamos haciendo lo que podemos. Quisiéramos hacer más y estamos trabajando en eso. Somos un equipo pequeño, de cuatro personas, y deseamos hacer videos, entrevistas, podcasts, pero a veces los recursos nos lo impide y también las circunstancias.

Existen librerías que se dedican solamente a vender ¿Cómo La Tertulia ha trascendido para conformarse en un espacio de promoción literaria?

Lo primero es saber que sí necesitamos vender, porque es un negocio que requiere sostenerse, pero eso no lo es todo. Por ejemplo, cuando viene un muchacho que quiere leer un libro pero quizás no tiene el dinero, le decimos “llévatelo, es un regalo de aquí”. Son detallitos que marcan la diferencia. También en las actividades que nosotros hacemos tratamos siempre de pensar en el otro, en el consumidor, haciéndolas en lugares donde tengan que gastar lo menos posible. A nuestras redes también subimos contenido de valor y nos hemos asociado a proyectos que están haciendo mucho por la promoción de la cultura cubana como La Jeringa y El zumbido.

Foto. / Jorge Alejandro Fernández.

En tu opinión ¿qué problemas y deficiencias afectan el acceso a literatura cubana y universal hoy en el país?

Ahora mismo, estamos pasando por una crisis económica y las editoriales cubanas no están exentas de eso. Por ejemplo, las últimas ferias del libro han sido complicadas. Cabría preguntarse cuánto el gobierno cubano todavía puede subvencionar las editoriales cubanas. En todas las provincias hay una editorial, ¿cuántas de esas realmente son rentables? En la literatura universal influye el tema del derecho de autor, hay que pagar y nuestro país muchas veces no tiene los recursos.

¿Y qué de las librerías que imprimen libros?

Por una parte reconozco que si no se hace de esa manera, no se va a leer, al menos en físico. Para mí no son libros, no tienen valor como tal, pero sé que hay vías que las personas encuentran para poder leerse los libros en físico.

Dicen que la cultura cuesta, ¿crees que debería ser así con la literatura?

Es parte y parte. Es un tema complicado porque nos han enseñado que la lectura debe ser asequible para todos, y más en Cuba.

¿Qué piensas del hecho de que para muchas personas los libros tengan precios tan elevados?

Nosotros sí hemos tenido que subir los precios. Una pizza cuesta 150 pesos, te comes la pizza y ya, pero el libro se queda, por tanto, creo que debe tener su valor también. Nosotros compramos los libros en casas, esa es la manera que tenemos de conseguirlos, de personas que hayan fallecido, familiares que quieran vender esos libros, personas que se van del país y deciden vender sus bibliotecas… Y la mayoría de las veces no nos venden los libros baratos. Es una cadena.

Foto. / Jorge Alejandro Fernández.

Todo lleva dinero y estamos tratando por todos los medios de no subir tanto los precios, pero a su vez eso afecta otras cosas porque tenemos que pagar licencia, impuestos, renta de espacio, algo que tiene que ver un poco más con la realidad de un negocio. De todas formas el libro es un lujo, no es una necesidad.

Al hablar de futuros proyectos o metas, Alejandro me comentó sobre La peor generación, un libro que reúne textos de jóvenes cronistas cubanos compilados por La Tertulia. Llevan tiempo preparándolo y, a pesar de que ya está listo, no lo han podido lanzar en formato físico y digital por falta de recursos, financiación y cuestiones editoriales. Por ahora se retrasará esa gran oportunidad de dar a conocer el talento joven en Cuba.

Y mientras hablábamos de libros y librerías, de los desaciertos de las editoriales, los promotores culturales cubanos y la situación económica del país, el fotográfo captó algunos momentos de la entrevista y tomó algunas fotos a los libros en los estantes. Amablemente saludamos a la chica encargada de vender y, luego de la sesión de fotografía y otra charla improvisada, un ejemplar de la poesía de Lina de Feria cayó en mis manos, cortesía de La Tertulia. ¿Un lujo? quizás. Para mí, una cuestión de necesidad. 

Comparte en redes sociales:

Un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos