En el amplio, acogedor recinto coinciden públicos de diferentes edades. Al entrar recuerdo una valiosa idea del inolvidable maestro Herminio Almendros: “La imaginación es la capacidad de fantasear a partir de experiencias realmente vividas”. Y, al parecer, el convite del libro propicia adquirir conocimientos mediante el enriquecimiento de la propia existencia.
Por doquier, el ajetreo en el habanero Pabellón Cuba tiene varios fines: localizar el volumen que se anhela, ver si hay “cosas” nuevas o, simplemente, buscar reediciones de lo ya conocido.
La escuela, la familia, la sociedad están obligadas a construir un tipo de lector capaz de interesarse por lo mejor de su cultura. Sin duda, este desafío mayor requiere esfuerzos que se deben realizar gustosa y productivamente.
Al ir y venir encontramos a Juana Rodríguez, administradora de la gran librería, quien no oculta su entusiasmo al explicar: “Ponemos 190 novedades a disposición de los visitantes. Novelas, cuentos, ensayos, poesía, biografías… Es preciso mencionar la diversidad de géneros. Para realizar esta feria se han hecho grandes esfuerzos, debido a la pandemia y las restricciones económicas impuestas por el bloqueo a nuestro país”.
Varios pequeños sonríen emocionados al acariciar La Edad de Oro, de nuestro José Martí. Es difícil no llevar otro ejemplar “nuevecito” a casa. De igual modo les placer buscar libros de colorear, los que tienen figuritas para recortar o incluyen leyendas, mitos, canciones.
Más de un lector en potencia dice: “Los libros están un poco caros”. Otros lo niegan. Una muchacha estudiante de Historia de Arte afirma que los textos de su especialidad tienen precios módicos.
En el stand de la editorial Arte Cubano, su director, Juan Nicolás Padrón, refiere la excelente impresión de los volúmenes en homenaje a Lesbia Vent Dumois, José Villa Soberón, René Francisco y Choco.
Por su parte, Alain Cabrera, editor, artista de las artes visuales, destaca el interés despertado por catálogos, libros especializados en fotografía, entre diversas temáticas. “También la revista Arte Cubano incluye ensayos, artículos, entrevistas, para los interesados en el mundo del mercado y los soportes creativos. Promovemos en las redes sociales este valioso arsenal”.
No faltan los libros de uso, esos imprescindibles que resisten el paso del tiempo por su permanencia en la memoria. Por ejemplo, El Periodista Pablo, el cual contiene crónicas y reportajes de Pablo de la Torriente Brau (1901-1936). Al enumerar, en balance apretado, las cualidades de la obra descuellan la profundidad, el compromiso, el humor, el rechazo a toda forma de retórica, la mezcla creadora de lo culto y lo popular. Su pluma siempre estuvo al servicio de las causas justas y la dignidad de Cuba.
Andando, andando
¿Qué nos motiva en este especie de viaje?
La oportuna representación de las editoriales, publicaciones de Artex, el intercambio con los autores en el Salón de Mayo, donde tienen lugar presentaciones de títulos, acciones culturales, juegos de participación; todo forma parte de una voluntad institucional, a la vez individual y colectiva, empeño que se produce para cumplir el deber de ir formando el gusto por la lectura.
“Aquí hay que venir con la familia”, dice una madre mientras acaricia las manos de sus hijos. Otros opinan que el sitio es muy agradable, como una fiesta en la cual se escucha hablar a los libreros, los padres, los maestros, los autores…. Al parecer todos ellos también forman parte de una cruzada en provecho de encontrar el volumen “perseguido” durante años.
Sin duda, urge seguir creando expectativas; lamentablemente en el Pabellón Cuba se desaprovechó el espacio del túnel, pues en él faltaron fotos, carteles e iniciativas para seguir ampliando la cultura de los visitantes. Cada una de las funciones de las obras literarias –las estéticas, recreativas, ideológicas, informativas– son válidas, necesarias, para nutrir la exploración de nuevos horizontes.
Mientras seguimos andando, andando, evocamos el lúcido pensamiento del crítico y ensayista Ambrosio Fornet: “Así como la noción de competencia lingüística nos hace pensar en la necesidad de frecuentar los diccionarios, la de sensibilidad lingüística nos hace pensar en el gusto por la poesía. Es leyendo a los poetas como desarrollamos ese tipo de sensibilidad, como podemos disfrutar de ciertos productos del talento y la capacidad expresiva”.
Quizás fragmentos de poemas, señales ubicadas en el túnel nos hubiesen acercado a notables pensadores e intelectuales.
No obstante este inexplicable silencio, la estancia en el recinto cautiva a las mayorías. Es el lugar donde tan bien se está para seguir aprendiendo en beneficio de la sapiencia, del bien humano, espiritual.
2 comentarios
Encantador, ese ambiente de la Feria, con el encanto de contar, propio de Sahily
Celebro también las fotos de Leyben, que lo hacen a uno parte de aquella atmósfera agradable